Mario Silva García el mayor defensor del proceso i Luis Miquilena el traidor mayor


“Dice el corrupto
que no que no que sí
y allí se queda”

Mario Benedetti

Desde hace unos días estaba pensando –pasado un poco este enfrentamiento visual i biológico con la computadora- escribir otra vez, pues creo que ya pasan de tres las oportunidades anteriores, defendiendo la posición de LA HOJILLA, tanto en televisión como la impresa, de ser su creador Mario Silva García, el mejor i más constante defensor del proceso revolucionario, pese a la serie de muchos otros programas de Venezolana de Televisión, donde todos los dedicados a la opinión política, son de primera calidad sin excepción alguna; cada cual con sus características originales, i matizado de un humor de formidable talento, el llamado comúnmente “Los Robertos” pero que se titula en realidad, “Como ustedes pueden ver”. Estando pues, en decidirme a enfrentarme a la pantalla que tal vez me haya producido el tal síndrome de los ordenadores, vi esta mañana ya empezada, una entrevista de Mario Silva con la excelente periodista María Teresa Gutiérrez en su programa de la mañana AL MOMENTO, en donde habló de ese nefasto, oscuro i corrupto personaje llamado Luis Miquilena, una verdadera basura humana, calificativo que resaltó Silva i que yo comparto plenamente. El tiempo me confirmó la primera impresión que tuve en Caracas, al inicio de la Asamblea Nacional Constituyente, cuando me asombré de ver que se nombraba como su presidente, a un hombre viejo, desgarbado, con cara de rata de albañales con lentes i, después de verlo desempeñarse en la Asamblea, de ser mui pobre, pero mui pobre en cultura i de talento mui limitado. Trataba de presentarse en dos facetas, como si el hábito hiciese al monje; unas veces iba vestido de “gente de bien” con paltó i corbata, que pronto aflojaba i desabotonaba el cuello de la camisa. Otras veces, como un “obrero pudiente” con bluyines, zapatos como los describía en maleantes Aníbal Nazoa: “que aparentaban unos “perritos dormidos” o “unos plátanos maduros aplastados”, una camisa que pronto tenía las mangas “arremangadas” como dicen los maracuchos, con reloj al brazo i una correa o cinturón de calidad. Siempre con cierta petulancia i con un “verbo” nada florido ni portador de ideas. Cuando algunos interveníamos con ideas claras, con aportes culturales o científicos o mencionábamos textos interesantes de apoyo (recuerdo que una vez cité a Carl Sagan i su otra UN PUNTO AZUL PÁLIDO, referente a nociones espaciales) sus “observaciones” eran las de no traer “discursitos elaborados”, pues él no concebía que uno pueda hablar de esas cosas con absoluta espontaneidad. También recuerdo cuando una vez protesté con coraje i hasta rabia, el que este señor basura se hiciera el loco, que no me veía levantar la mano, que no escuchaba lo que decía por el micrófono o que no leía mi nombre en la lista de la secretaria, para negarme la palabra porque se había compuesto con el Cardenal Velasco (tan escaso mental como él) para no dejarme defender los Derechos de la Mujer en el problema de aborto, tema en el cual Jorge Olavaria había rebuznado más, que un burro con reumatismo. Realmente, hasta cuando hicimos en su despacho algunas reuniones, este hombre me demostró que fue de carambola, por haber ayudado (incluso económicamente me dicen, la campaña electoral de Chávez, pues es rico), cuando en realidad lo que estaba era “infiltrándose” en el proceso revolucionario para colocar sus “fichas” personales, i engañando descaradamente al futuro presidente, quien lo consideraba un “viejo primaveral” i casi como un padre. Sin embargo, algo intuitivo llevó a Chávez, para no colocarlo nunca en la vicepresidencia de la República, pues de haber estado en ese cargo en los días del Golpe de Estado, quizá los fascistas hubiesen triunfado, ya que era el momento de desenmascararse el TRAIDOR MAYOR. Así lo llamé cuando lo describí en un escrito que publiqué para aquellos tiempos, en mi página Web, ESCALIO, i que ahora agrego como un artículo más que complementa este en las página de APORREA..

Ahora, esta miseria humana, esta basura, este don nadie de la política venezolana, pretende “resucitar” como una ficha de la mediocre, corrupta i estreñida mental, oposición venezolana radical. Un escíbalo sacado de la poceta i defecando sentado en un lavamanos. Comparto la posición de Mario Silva, de acabar de darlo a conocer al pueblo venezolano i la carta que le escribió a Pedro Estrada en los tiempos de Pérez Jiménez. El programa LA HOJILLA i Mario Silva, tiene la ventaja de, no solamente tener como arma de defensa i de ataque la absoluta verdad, sino que con su lenguaje claro, sin eufemismos, sin asomos de cobardía, dice las cosas de frente i llega diáfano, efectivo i combativo, al pueblo venezolano. Léan, pues, EL TRAIDOR MAYOR.


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Roberto Jiménez Maggiolo


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