Manifiesto por la Refundación Universitaria

¿Universidad para los Excluídos o Educación Superior para todos?


Caracas, 01 de Agosto de 2003

Un llamado a la reflexión o una reflexión sobre el llamado. Definitivamente no se puede negar el carácter revolucionario de este Gobierno, desde el mismo momento en que el Presidente hace un llamado a «Refundar la República», graznan alegres las voces esperanzadas del pueblo.

La «refundación» de la República en todos sus ambientes, desde una perspectiva nacionalista, patriótica, democrática y socialmente justa, tiene para nosotros una connotación histórica. La refundación consiste, desde ese punto de vista, en dotar a la República Bolivariana de Venezuela de todos aquellos valores y sustancias sociales que no llegaron a consolidarse, en Venezuela, Latinoamérica y el Caribe, tras la lucha independentista liderada por Bolívar. Peor aún fueron desconocidos.

De tal modo, nosotros, jóvenes que estamos en el peregrinaje constante desde que tenemos uso de razón (propia), por instaurar un régimen político y un sistema social fundado en dichos valores, no buscamos otra cosa que retomar la acometida independentista y progresista truncada.

Entendemos, desde esa posición, el cambio en la Educación Superior como la «refundación de nuestra Educación Superior», el alcance de esa gesta independentista y humanista a todos los rincones de nuestras instituciones de Educación Superior, que hasta ahora se han convertido en casas del pensamiento universalizado (no universal). Basta con ver de cerca el pie de página de las actas del Consejo Universitario de la Universidad Central de Venezuela toda vez que dicen: «La Pontificia y Real universidad de Caracas», para darse por enterado de lo que sucede en nuestras casas de estudio. El reino del colonialismo cultural e ideológico impera en nuestras mismas instituciones educativas. Porque, ¡Sorpresa!, ¡La Universidad Republicana nunca se constituyó!, Si, esa Universidad donde se prohibía el ingreso de negros, pardos, esclavos, leprosos y otras «alimañas», todavía existe.

A nuestra Educación Superior solo ingresan los que pueden. Y solo los que pueden reciben una educación profesional altamente tecnicista, poco humanista y mucho menos social, a través de la cual se inculca el desarraigo, el individualismo a ultranza y la discriminación. No solo eso, se impide el disfrute pleno de las cualidades humanas basadas en la valoración consciente y ética del trabajo. Se vende el conocimiento de la técnica al mejor postor, que casi siempre es también el peor depredador.

Bajo estas circunstancias solo nos queda, avocarnos a imprimir celeridad y dinamismo a la lucha por la «refundación» de nuestra educación superior, bajo los valores antes exaltados como convenientes socialmente. Pero esta refundación no supone, para nosotros, solo la creación de Universidades nuevas y otras instituciones para atender a una mínima porción de los sectores sociales depauperados y excluidos. ¡No!, no podemos conformarnos con Universidades Republicanas que atiendan a mil o cuatro mil estudiantes, cuando tenemos quinientos mil bachilleres excluidos, al tiempo que, dejamos intactas las estructuras y las instituciones corrompidas por el pragmatismo y el oscurantismo.

El Estado venezolano asigna anualmente tres mil (3000) millardos de bolívares a la Educación Superior o, deberíamos decir, a la Real Educación Venezolana y un total de quinientos millardos de bolívares a la Universidad Central de Venezuela o, mejor dicho, a la Real y Pontificia Universidad de Caracas, recursos que, no solo no percibe el pueblo en forma de opciones sociales, sino, peor aún, se vuelcan contra él.

Por ello decimos, que la «refundación» debe ser integral y totalizada. Sería criminal actuar taimadamente, haciendo creer que la creación de nuevas Universidades ataca al acuciante problema socioeducativo en el continente. Solo al colocar la academia al servicio de los intereses humanos y para satisfacer las necesidades más sentidas del pueblo, estaremos presenciando un cambio verdadero. De esto estamos convencidos.

Nuestra juventud y expectativas guían la pasión de nuestras líneas y la prontitud de nuestros pasos, para comprometernos con la imperiosa necesidad de los cambios. No podemos, sin embargo hablar por los demás. Queda solo una pregunta como directriz de una respuesta popular comprometida:

Y entonces, ¿dejaremos en manos del poder colonial la formación de miles de jóvenes nacionales que hoy transitan por la educación Superior?

¡Esperamos que no! No nosotros, no ahora...

¡. . .Refundación Ya!



«Porque ser joven y no ser revolucionario es una gran contradicción»
Salvador Allende



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Estudiantescriticos_PLESA_UCV@yahoogrupos.com.mx


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