"Pero es que no puedes esconder la crisis hermano. Yo sé que el gobierno está haciendo esfuerzos para tratar de solventar, pero coño, no digas que no hay crisis, o que es un invento del enemigo para joder al gobierno. No hermano, mi hermana, que de ser miliciana, ahora es demasiado escuálida con la que tengo peos todos los días, se cansó de ver al jefe montado en una camionetota, sin un mínimo de humildad para sentarse a hablar con los trabajadores, organizar una asamblea para discutir los problemas y ver cómo enfrentar todos la crisis. No hermano. Ese bandido, que no se reúne con ellos, monta shows en las redes de adoctrinamiento con un poco de pendejos que lo siguen, y cuando descubren lo que es, lo mandan para el carajo. Por eso ella no se lo caló más. Porque para ir a un acto, sí, o jalarle bolas al gobernador. Y entonces ella dice que le depositan 80 bolívares quincenales como docente y les sueltan las mentiras que a veces es con un bono. Yo no le quito razón porque la hembra se acaba de desarrollar y ahora los gastos son mayores. Me dice que hasta cuándo se va parar a las 4 de la mañana para hacer tortas y comidas para vender, para que vengan del partido a pedirle una colaboración. De dónde coño va ella a darle una colaboración. Ahí está. Como era un caballo de batalla que movía a la gente, ahora van a la casa a jalarle bolas, pero ella no quiere saber de nada. Y de paso dice que va a votar contra Maduro. Por eso peleamos a cada rato".
La conversación llegó a un nivel en la que los seis querían hablar al mismo tiempo. Todos querían que lo escucharan. Me convertí en el oyente y cada uno venía a mí para decirme una queja distinta. Ni siquiera fue una reunión, sino un encuentro entre camaradas duros de la vieja guardia, con responsabilidades, que han ido abandonando paulatinamente, porque han entrado en contradicciones con la nueva dirigencia cuyo nivel de burocracia, le impide estar en la calle, sensibilizándose de los problemas de la gente y de las comunidades. "No camarada. Yo era teniente de las milicias. Éramos 500 y no quedan sino 26. Ya no pagan o alguien se roba la plata y pretenden darnos una bolsa llena de gorgojos cada tres meses sin un coño de proteínas. No joda hermano, esas milicias no sirven para un coño y es una triste verdad que ellos, los dirigentes van a tener que buscar quién va a defender el Esequibo. No entiendo por qué llegamos a ese nivel, pero en lugar de crecer se fue desasiendo, había gente que llevaba diez años, incluso profesionales y abandonaron, porque creo que nunca hubo una conceptualización real del concepto de milicia como cuerpo. Por eso se prostituyó y te encuentras carajos mandando que no tienen idea de qué hacer. Antes de irme me dijeron que me quedara porque me venía el ascenso a capitán, pero no quise. No puedo esperar a que me deposite 20 dólares mensuales y pelando bolas, tratando de comprar un par de zapatos para los muchachos. No hermano, me voy a trabajar un conuquito que heredó la mujer, voy a sembrar y ver si me puedo conseguir aunque sea una cabra para hacer queso y tomar leche, sembrar para comer y buscar una gallinas. Tengo 44 años y tres bocas que alimentar. Qué más voy a esperar".
Pero él de inmediato fue interrumpido por la más leguleya de todos. "Mira Olmos, es que en verdad te digo que no sé qué carajo está haciendo la Zona Educativa. Pusieron gente que en lugar de venir a buscar los problemas y tratar de darle respuesta, se aparecen con unos carrotes a pedirte y a decirte que Chávez vive. Coño pero son incapaces de dar una respuesta a algún problema no solo de los militantes, sino de la comunidad. Hay un colegio de niños especiales y se aparecen con una bolsa con un paquete de arroz, una harina, dos espaguetis y una lata de sardina. Eso para 80 niños especiales, 80 niños, camarada. Tú sabes que por su condición comen más de la cuenta y envían esa bolsa de comida para todo un mes. Coño camarada, pero en qué cabeza cabe. No es posible que hagan eso sin vergüenza alguna. Y te dicen con ese cinismo que eso es lo que hay. Acabamos de hacer una colecta para comprarle un yelco y unas gasas para una de las maestras porque en el CDI no había un carajo, donde no hay ni un tensiómetro. Entonces tú ves al presidente por la televisión hablar de que están acomodando. Dónde carajo es eso. Tú has estado en el hospitalito que es una vaina que debería estar cerrado hermano. Allí no hay nada, los baños sucios, tapados, no hay agua, los tanques de agua no sirven, el monte arriba, los pisos sucios. La verdad yo no sé porqué ese hospital, que por cierto le han inyectado plata como cinco veces y se la han robado. De paso tiene un barrio atrás que es peor que Mandinga y los ladrones vienen por la noche a robar a los pobres médicos y las enfermeras. Cuando yo era miliciana, allí estuve una sola noche de guardia porque no volví más nunca, Es que la policía que tú los llaman y no van".
Y aunque no estaba dispuesta a dejar hablar a nadie, el viejito Atencio, quien tiene una voz de guacharaca logró interrumpirla: "mire camarada, el problema es que desatendieron a los dirigentes populares que eran quienes transmitían las necesidades de las comunidades. Esperamos muchas veces por reunirnos con los dirigentes y finalmente tuvimos que ir a la calle Colombia a buscar atención. Pero allá estaban más interesados en otras cosas. Aquellas reuniones y encuentros que montaban dirigentes como Pablo Montoya o Edgardo Parra, que hasta nos daban café y un pan con algo o una arepas rellenas, más nunca se hicieron. Y de allí salieron soluciones a muchos problemas, porque había propuestas concretas y se nombraban responsables para que chequearan lo que se estaba haciendo. Esos encuentros nunca más se hicieron y eran fundamentales porque al menos los dirigentes de las comunidades sabíamos por dónde caminar. Ahora bajan una línea y pretenden que la gente se pegue a ella sin opinar, sin debatir, de paso muriéndose de hambre. No hermano, estamos pelando bolas".
.- Qué hacemos entonces. Le entregamos todo a la derecha. Fue mi interrupción
Camarada. Yo voy a votar por Maduro, pero que no cuenten conmigo para un coño. Estoy batiendo mezcla por cinco dólares diarios para comprarme un par de zapatos. Hasta la mujer se me fue. Se cansó de pelar bolas.
En ese punto de encuentro, ya había depresión y preferí alejarme del grupo para no ser contaminado con tantas verdades.