Auditórium

Politiqueros, burócratas, aduladores, traidores, babosos, y chismosos

«Prefiero molestar con la verdad que complacer con adulaciones».

Séneca.

Finalizaron las primarias opositoras el pasado 22 de octubre, donde las zancadillas, la apatía ciudadana, y la presencia del lumpen proletariado, al parecer seguirá siendo resabiada a ser controlada por los partidos políticos, ya que esto se debe a la desbordada marginalidad social, política y cultural de enormes sectores populares venezolanos, que sufren los estragos que impone esta severa crisis híper inflacionaria, y la perdida de calidad de vida que azota a la nación.

Los burócratas, los politiqueros, los aduladores, aplaudidores de oficio; los traidores; así como los escribanos negativos, cagatintas, plumíferos y recaderos, de ciertos medios digitales de manipulación, se aprendieron bien las palabrejas a repetir constantemente en sus publicaciones, pasquines, emisoras, espacios y programas televisivos, y de portales de internet: " estos actos me hicieron tomar un retiro forzado de mi columna de opinión en www.aporrea.org y ante los varios mensajes de mis lectores, preguntándome porque no había escrito mas, que si era por cuestiones de salud, con este articulo les respondo. Que había dejado de escribir decepcionado, por lo que expresa el titulo de este articulo, y este lo escribo a duras penas ya que sigo desanimado.

La adulación en política, y las primarias opositoras han desencadenado un proceso jurídico y político que han provocado un alud informativo nacional e internacional excepcional. Las posiciones contrastadas de los diferentes actores políticos y sociales, así como el trasfondo crítico de la sociedad venezolana con las instituciones, y sus representantes, como lo demostraron las encuestas recientes, donde no se ven las intenciones de ser corregidas por una abrumadora hagiografía laudatoria en la mayoría de los restos de los cadavéricos partiduchos, y entre sus lideres de pacotillas. Post 22 de octubre 2023, no se sabe si aparecerán una vez más, los aduladores políticos, y los cortesanos de la palabra, casi siempre envueltos de patriotismo acrítico o de irresponsabilidad sobrevenida. En estos días transcurridos, el lenguaje políticamente incorrecto ha llegado a su paroxismo emocional, y se ha transformado en una pegajosa sintaxis cloacal. Las declaraciones escandalosas, y las lecturas parciales e interesadas han recorrido una amplia gama comunicacional que oscilan desde la autocensura, o la censura real hasta el bochorno. Y han aflorado más papistas que el Papa. Las jaladeras de bolas, y los excesos babosos han sustituido a los análisis ponderados; y la exaltación constante a la reflexión serena; y las lisonjas reverenciales a las opiniones no equilibradas. Hay quienes han doblado tanto el espinazo que se confunden con un felpudo.

Politiquería y adulación han ido de la mano casi siempre a la largo de la historia. En estos álgidos momentos que se vive en la República conviene leer a los clásicos: « ¡Pero si va desnudo!», exclamaba un niño ante todo un pueblo, viendo pasar al rey, en el famoso cuento de Hans Christian Andersen. Una fábula que se ha mantenido viva a lo largo de los años por su carga simbólica, las metáforas que presenta y las reflexiones asociadas. Una obviedad negada hoy por la obscena politiquería; una exclamación sincera, expresada desde la verdad e inocencia atribuidas a la infancia. Pues el gobernante tiene que barruntar, porque el pueblo siempre tiene la razón.

La adulación corrompe al adulador porque su motivación es una compensación interesada. Se compra su lealtad, a cambio de su mentira o engaño. Y corrompe al adulado porque le confunde o le conviene para mantener una posición insostenible desde la razón y la crítica. La adulación, además, no tiene garantizado el éxito porque no se fundamenta en la realidad, sino en su sublimación. Y porque nada solvente, serio y riguroso se logra con espuma de jabón.

Los gobernantes deben protegerse de sus aduladores. «Un gobernante está perdido si no rechaza la adulación y si no prefiere a los que dicen audazmente la verdad». François Fénelon dixit.

Confundir pleitesía con cortesía, o lealtad con sinceridad, es grave en cualquier aspecto de la vida. Entre la complacencia cortesana y la crítica ciudadana. Esperemos que los gobernantes prefieran la verdad a la impostura.

Percasita11@yahoo.es



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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