Cuando Enrique regresó de Colombia, su madre Josefina manifestó que a pesar de tenerlo lejos prefería que se hubiera quedado por allá. "Estaba tranquilo. Trabajaba mucho y estaba concentrado en hacer cosas. Estaba planeando comprar un torno me dijo él, porque me dijo que eso aquí tenía buen campo y que ganaría dinero. Pero quería quitarle los hijos a la mamá porque me dijo que era una loca y que andaba en malos pasos, con tipos que eran malos y que él creía que estaba consumiendo drogas. Me dijo que estaba reuniendo para traerse lo más que pudiera que le permitiera el tiempo, que por eso casi no gastaba. Me dijo que si yo le permitía iba a acomodar mi casa para quitarle los niños a la mamá y que yo y su hermana se los ayudara a criar. Que iba a hablar con su hermana. Imagínate, cómo le voy a decir que no. Ni su hermana tampoco, porque Gisela lo quiere mucho. Siempre hablan por lo menos dos veces al mes. Manda plata para que hagamos mercado. Siempre me decía lo mismo, no se preocupe mamá que vamos a salir adelante".
Josefina me cuenta que regresó de Colombia en enero del 2022. Traía un vestido y una cartera para su mamá; pantaletas, sostenes y una franela para su hermana, shores y franelas para los dos sobrinos que tenían edades iguales a los de él, entre 6 y 7 años, y ropa para sus hijos. Trajo además cuatro mil dólares que los usaría para invertir en el proyecto que tenía. Pero un amigo de la hermana que la estaba enamorando, le dijo que estaban vendiendo un camión 350 Ford en 1.800 dólares, con el que podían traer mercancía de Lara y ponerla aquí en los mercados, que eso le permitiría hacer el dinero que necesitaba para montar su proyecto. A Enrique le pareció buena idea. Así que fueron a ver el camión que estaba en una venta de vehículos en Tinaquillo. "Estaba en buenas condiciones -me cuenta Gisela su hermana- a él le gustó y hasta le pareció muy barato, por lo que hizo el negocio. Reinaldo me estaba echando los perros, así que llevó a Enrique con un tío por allá por Duaca, donde consiguieron queso a muy bueno precio. Creo que se trajeron 1.500 kilos y tuvieron la suerte de que no los matraquearon, así que les dio una buena ganancia. Además de que el tío le prometió que iba a hablar con un compadre que estaba en Cabudare y que tenía muy buenos contactos para queso de cabra".
Enrique y Reinaldo se dieron un segundo viaje a Duaca para ir con el tío a Cabudare. Efectivamente el tío de Guillermo ya había hecho contacto con el compadre, por lo que les consiguió dos mil kilos de queso de cabra. Saliendo de Lara tuvieron el primer contratiempo. Aunque estaban todos los papeles en regla, la GNB les quería quitar la mercancía, lo que no ocurrió después de 200 dólares y 50 kilos de queso. Aun así, cuando llegaron a Valencia "se lo ofrecieron a unos árabes mafiosos que tienen bodegones de cosas importadas en Valencia, que de paso lo venden como queso de cabra que viene de Argentina, y se lo compraron muy bien, por lo que ganaron mucho dinero".
En el tercer viaje donde fueron por más queso, Gisela cuenta que, de regreso, los amigos se encontraron -según relatan ellos- una alcabala del CICPC, "que tenían ametralladoras, fusiles y cascos, como si fueran a la guerra, ellos dicen que eran como 20 entre hombres y mujeres. Cuando ellos radiaron el camión por el serial de la carrocería, resulta que era robado y se lo habían quitado a punta de pistola a un ganadero en Anzoátegui. Ya te puedes imaginar, se los llevaron presos con todo y mercancía. Primero cotejaron si habían sido ellos quienes atracaron al ganadero, hasta le enviaron fotos a CICPC de allá para que el ganadero los reconociera. Y cuando fueron a la venta de carros en Tinaquillo, era un elefante blanco, no existía. La policía les permitió que el tío de Guillermo viniera a llevarse lo poco de queso que había dejado los policías. Ya sabes, todo el que pasaba por allí, arrancaba un kilo, y los que cenaron, y los que se quedaron de guardia. Queso de cabra que nadie paga. Total, que se comieron y se robaron como mil kilos, y lograron recuperar como 800 kilos que el tío de Guillermo vendió. Ese dinero se lo tuvieron que dar a los CICPC para que nos los metieran en la cárcel junto con los vándalos. Finalmente, con un abogado del tío de Guillermo y llamadas van y llamadas vienen, al mes los soltaron, pero no pudieron recuperar el camión, y la policía dijo que no tenían ni idea de dónde estaban los estafadores, pero que los estaban buscando".
Gisela cuenta que Enrique se vino de Lara con una carga depresiva que le quitó el hambre, la ganas de reír "y hasta las ganas de bañarse. Estaba todo el tiempo echado en una hamaca en la parte de atrás de la casa. Dígame, ya hasta había planeado que, con esa plata, iba a comenzar a acomodar la casa de mi mamá, porque vivimos los cinco, pero si se traía a los hijos, quería que tuvieran su habitación propia. Iba a hacer primero dos habitaciones junto a la de él y después iba a echar la placa".
Gisela cuenta que así estuvo más de tres meses, cuando finalmente salió de la hamaca. "Cuando llegó de Colombia hizo un mercado gigante, por bulto, que mi mamá le dijo, pero hijo para dónde va a meter ese montón de comida. Él le dijo que quería tener la cabeza fresca para pensar. Yo creo que era como por agosto cuando se compró un carrito que estaba bastante bueno. Así que se levanta a 5:30 de la mañana y comienza a taxear hasta las cinco de la tarde. A veces le va muy bien, a veces no. No se ha podido traer a los hijos. Mi mamá le dice que se los traiga y que poco a poco va construyendo, pero está como desesperado. Siempre los va a visitar. Regresa triste. Se le ve. Mi mamá todas las noches le pide a Dios que lo ayude y que no lo desampare. Nosotras dos siempre estamos pendientes de él, porque se lo merece, es un buen hombre, pero tuvo una mala mujer. Ojalá y le cambie el rumbo las cosas".