Binoculo Nº 506

El desastre de los CLAP

El mayor sistema estatal de distribución de alimentos del mundo, repito, del mundo, lo inventó Hugo Chávez. En su momento fue alabado por propios y extraños. MERCAL, que nació en el 2003, hace exactamente 20 años, se creó con el propósito de distribuir alimentos, a precios fuertemente subsidiados por el Estado para facilitar la adquisición de esos bienes por parte de la población, en especial la de escasos recursos económicos. Fue concebido dentro de la estructura de las Misiones. Por alguna razón nunca se le dio rango de ley, sino que fue contenida dentro de La Ley Orgánica de Seguridad y Soberanía Agroalimentaria, que tiene por objeto garantizar la seguridad y soberanía agroalimentaria en concordancia con los lineamientos, principios y fines constitucionales y legales en materia de seguridad y defensa integral de la nación, sin perjuicio de las disposiciones. Algo que se convirtió en un vulgar derroche de retórica, porque en honor a la verdad, hay gente que se acuesta sin comer.

Pero como fue el bebé querido de Hugo, le dieron mucha importancia y la red Mercal fue una maravilla, porque se incluían dos fases más: los mercalitos y los Pdvales. El arañero lo explicó muchas veces, cómo funcionaría y la garantía inexcusable de que cubriría las necesidades de todos los venezolanos, sobretodo de aquellos cuya deuda social estaba pendiente. Fue entonces la época en la que se hacían aquellos gigantescos operativos, por el que no solo se vendían alimentos, sino que había servicios médicos, odontológicos, de peluquería, sacaban licencia de conducir, cédulas de identidad y una larga cadena de servicios. Cientos de miles de kilos, sino millones, se distribuían en todo el país, a través de esas maravillas, que solventaban sin duda los duros problemas alimentarios por los que atravesaba el venezolano. Chávez sentía una responsabilidad moral de pagar esa deuda social, y amorosamente lo hizo. Estaba convencido de que era una forma de ayudar al pueblo. Esos operativos fueron la primera fase del proceso político venezolano que algunos insisten en llamar revolución. En realidad, la primera fase fue el Plan Bolívar 2000, pero, aunque se repartían alimentos en las comunidades más necesitadas, estaba más destinado a la asistencia médico-social, en donde por cierto se hizo una gran tarea por primera vez en el país.

Hay quienes están convencidos de que la corrupción es inherente al ser humano. Más bien está insertado en la epigenética de las personas, diría yo, por lo que, en lo que la persona vea la oportunidad de cogerse unos reales, hacer un negocio, etc, lo hará. La única forma de que se contenga es con una sólida formación política, sustentado en los estudios y la práxis permanente. Es decir, llenarse las patas de barro. No obstante, la corrupción ganó. Los administradores de los operativos hacían negocios por su propia cuenta, dejaron de pagarles a los proveedores y éstos dejaron de traer mercancía, hasta que llegó un momento en que nadie quería darle nada al gobierno si no pagaba antes. Fue el inicio de la muerte de los operativos, mismo que ocurrió con los establecimientos, mercalitos y todo lo demás, porque era el Estado el que debía proveerlos de mercancía a condición de que los precios de los alimentos fueran solidarios. La obra de Chávez había muerto antes de que se desarrollara en todo su esplendor.

Por otra parte, fue Chávez el que instituyó los tres meses de reservas alimentarias, cosa que existe en cualquier país moderno del mundo, pero que al morir el líder, de una vez se comieron las reservas (recuerdan a aquel oscuro ministro de la alimentación que se comió hasta el queso que había en la mesa) y que obligó a Nicolás a volar rápido para Argentina y pedirle a Cristina, que afortunadamente todavía era presidente, enviara dos barcos cargados de alimentos. Y, por cierto, también con una parte de esos alimentos, se hizo negocio.

Y los Pdvales, que fue una alternativa para eso que se llamó la clase media en positivo, fue un antro mayor de corrupción, que engendró a los bachaqueros que esperaban comprar a precios irrisorios, para ir a especular en las comunidades. Pero todo el mundo estaba metido en ese negocio: funcionarios, policías, guardias nacionales, militares, dirigentes del Psuv y pare de contar. A nadie le importó el pueblo. Todos estaban en el ñemeo. Nacido en el 2008, ya venía con los vicios de Mercal, solo que los exponenció. Ya en sus últimos años de funcionamiento, era vergonzoso la cantidad de denuncias en todo el país, de cientos de miles de toneladas de alimentos en estado de descomposición, que a escondidas eran enterrados por gigantescas palas mecánicas. Varios videos lograron colarse en las redes sociales.

Muerto Hugo ya no había a quien responderle ni escuchar los regaños. A ello se sumó el sabotaje de las empresas de alimentos dentro del país y el bloqueo económico que comenzaba a producir estragos. Parecía que no había tanto que robar, pero la población, en crisis, comenzando a sentir hambre, añoraba regresar a los operativos de Mercal.

Por ello, a principios del 2016 se comenzó a aplicar los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), un nombre rimbombante que teóricamente debían formar parte del sistema público de distribución de alimentos venezolano. En su nacimiento, los CLAP estaban conformados por integrantes de organizaciones comunitarias y políticas vinculadas al gobierno que se coordinaban para realizar la venta y distribución de alimentos adjudicados directamente por éste a hogares dentro de una comunidad. El Estado se encarga de importar los productos y regular la participación de los miembros de los comités, en los cuales se apoya para sustituir la labor de venta de los supermercados. Insistentemente Maduro ha dicho que esas bolsas deben ser entregadas cada quince días; pero, además, es una necesidad que tenga un combo proteico. Este año mi comunidad ha recibido la bolsa dos veces: el 9 de febrero y el 12 de julio; y si tomamos en cuenta la última entrega, no habrá más bolsa hasta el año entrante, porque en cuatro meses se acaba el año.

Sobran las denuncias según las cuales, los clap se convirtieron en antros del negocio. Tampoco hay que ser adivino. La buhonería de todo Carabobo al menos, y no tiene porqué ser distinto en todo el país, está llena de vendedores de productos clap, que, hasta los policías, consumidores al fin, los compran. Tuve centenares de denuncias sustentadas -ya las boté todas porque no servían para nada, a nadie le importó- que acusaban directamente a los responsables de recibir las bolsas de alimentos, de quedarse con una importante cantidad. Luego las gobernaciones crearon una institución que se encargara de recibir y distribuir los alimentos. Entonces la corrupción se concentró en dirigentes del partido, que hacían negocios con la leche y el aceite, principalmente. Lo último que supe es que ahora esa distribución se les entregó a las alcaldías que tienen el control sobre ello. Me dicen que en un apartamento de Fuerte Tiuna decomisaron 250 bolsas de comida, ya contaminadas por las alimañas.

Al final, a eso se han resumido los Clap, 9 kilos de carbohidratos, la última bolsa ni siquiera trajo granos, no leche, no proteínas de ningún tipo. Porque de paso creen que la gente es estúpida para que se coman el cuento de que medio kilo de mortadela, que es una de las cosas más dañinas porque está hecha de desperdicios con químicos, es proteína. Y tampoco hay duda de que los clap ha hecho multimillonarios a más de uno, que por cierto se autodenominan revolucionarios, pero que, por su conducta, son los propios enemigos del pueblo.

Nicolás acaba de anunciar con bombos y platillos que el país crecerá 5% de su PIB. Es un crecimiento brutal tomando en cuenta que un país como Japón crece al 2.5%. Por ellos suponemos que esa parte de la gigantesca masa económica que entrará al país, sirva para formar y darle coherencia definitiva a los CLAP, para que finalmente se cumpla la orden de entregar la bolsa cada 15 días y que traiga alguna proteína, no una basura llamada mortadela. Es una imperiosa necesidad. Ahora que muchos niños se acuestan sin comer y que la desnutrición está comenzando a aparecer nuevamente.

Caminito de hormigas…

El camarada, líder vecinal, quien ha batallado por 40 años a favor de las comunidades, Pablo Chirinos, atraviesa una delicada situación de salud. Debe hacerse una operación de corazón abierto. Como todos se llenan la boca diciendo que son revolucionarios, alguien debería condolerse de su situación, y solidariamente, como un revolucionario, encontrar una forma de ayudarlo. La Autoridad Única de Salud, Johana Acero Martínez, fue encomendada para asumir el problema. Lo llamó una vez hace como un año y m{as nunca lo volvió a llamar

Rafael Rodríguez Olmos

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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

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