Testimonio de Marcela y Gloria, las hijas de Margarita (ama de casa, Barquisimeto)
La Herencia
Desde la madrugada del 12 de abril, Margarita entró en crisis.
Empezó a hablar sola de su angustia y los demás no decían nada, aquello parecía un velorio. "Qué voy a hacer yo en esta vida, se llevaron al único hombre que nos había querido". Las hijas estaban preocupadas; Margarita tenía más de 60 y se veía muy mal. Le daban guarapos de tilo, de manzanilla, gotas de valeriana, para tranquilizarla. Ella seguía discurseando: "Lo mío con Chávez no es por plata, yo siempre he trabajado y nunca he necesitado nada de los gobiernos. Tampoco es político, porque a mí no me gusta la política. Es una cosa del corazón, yo lo quiero y él me quiere".
Así estuvo todo el día.
La mañana del 13 se levantó, se bañó y llamó a las hijas:
"Aquí están los documentos de la casa, y esta carta autorizando el retiro de los ahorros, que es lo único que tengo. Usted -le dijo a la mayor-, cuide a su hermana y pórtese bien Yo voy a ajuntarme con la gente, para donde digan que vamos, yo voy. Hasta que no aparezca el hombre no vuelvo, y si me meten presa o me matan, no importa".
Jesús Paiva (Comerciante, Acarigua)
País decente o muerte
Cuando Jesús se enteró de que el Presidente no había renunciado, sino que lo habían secuestrado, saltó del chinchorro, se metió en el cuarto, se puso la camisa y los zapatos, se medio peinó y cuando iba para la calle la mujer le preguntó para dónde iba.
- Pa´l cuartel, respondió.
- ¿Tú estás loco? ¿Estás buscando que te maten?
- No importa
- Ajá. ¿Y vas a dejar a esos muchachos abandonados, sin nada?
- Por eso es que me voy. Si Chávez no regresa, ¿en qué país van a vivir los muchachos? ¿En el mismo de nuestras miserias?
Ambos textos están publicados en el ejemplar Nº 6, de mayo del 2007 de la extraordinaria revista Chimborazo, iniciativa del entonces ministro de comunicación, William Lara, cuya dirección estaba a cargo de la poetisa Stefanía Mosca, tristemente fallecida demasiado joven, y el gran periodista William García Insáusti, el periodista más votado de Carabobo para la Asamblea Nacional y abandonado a la nada, ciego y en la miseria absoluta en un barrio de Catia, a los 83 años. La revista es de la época cuando todavía se hacía buen periodismo, cuando no podías ser pirata, sino investigar, cuando no tener una biblioteca hemerográfica y un cúmulo de libros, era como un sacrilegio.
Por eso es imposible no recordar al Chávez lector, al curioso y preocupado presidente que entendió la necesidad de rodearse de los mejores pensadores y escribidores, al hombre que comprendió que una conversación con Fidel, era mejor que cinco años de bachillerato. El Chávez que oía y oía y oía, porque siempre supo que era mejor escuchar que hablar. Al Chávez que sabía que conocer la historia de Venezuela y del mundo, era la clave para comprender todo, la vida, el hombre, los seres humanos, la ambición, la miseria humana, la razón de la riqueza; al Chávez que era ciudadano de Venezuela, pero más del mundo, y del mundo libre. Creo que siempre tuvo claro que no había suficiente tiempo, cuando aprender, era la mayor de las ansias.
Ese fue el Chávez que despertó una pasión en propios y extraños, el Chávez que conocimos, cuyo crecimiento vivimos, el Chávez que de proponer un capitalismo con rostro humano, saltó a hablar de Lenin y sus reflexiones sobre el Estado. El Chávez que entendió que no había salida y que la burguesía era absolutamente intransigente. Debió hacer suya la frase del Che "no se puede confiar en el imperialismo ni tantito así". El Chávez nuestro, el arañero que el pueblo amaba, no porque fuera el mejor, que lo era, sino porque se fue fusionando con el pueblo, más bien crizalidando para volar junto al pueblo como millones de mariposas. El Chávez soberbio y terco que no oía las recomendaciones, porque todos sabíamos que estaban buscando la forma de matarlo. "Yo sé que ese guebón no oye consejos, pero tenemos que salvarlo, por eso acabo de notariar un documento por el que le entrego todos mis órganos para que se mantenga vivo y construya la revolución. Mi vida es menos valiosa y no me importa entregársela para que vaya con el pueblo a construir la felicidad. La utopía hermano, que los lleve allá", fue la más honesta, emotiva y desprendida afirmación de mi gran camarada, tan desilusionado hoy día del proceso. Hace poco me dijo: "Hay que seguir Olmos, porque no se puede perder lo poquito que el pueblo tiene, pero estos tipos están haciendo un gobierno neoliberal y están entregando todo. Ya no quedan revolucionarios en el alto gobierno, sino comerciantes, mercenarios dedicados a acaparar los mejores negocios, con un presidente sin solidez ideológica que acaba de poner al hijo como Jefe del Estado. Es un país sin norte, sometido a la desidia de un gobierno que no sabe para dónde va. Sacaron a todos los revolucionarios del Estado y del Gobierno; y se quedaron con esa mierda que están más pendientes de los bacanales, las orgias, la droga y la homosexualidad, que de construir un gobierno para el pueblo. Olmos, cómo se equivocó mi comandante con Maduro. Cómo no se dio cuenta de que no servía para construir un gobierno, mucho menos hacer la revolución. Mira lo caro que estamos pagando. Ahora, solo, en mi casa, pongo los videos de sus valiosas enseñanzas y no hago más que llorar como un pendejo. Que vaina tan arrecha", reflexionó mi camarada.
Este viernes, Hugo estaría cumpliendo 69 años, cantando Lucerito aquella canción que tanto le gustaba. O declamando alguna poesía a Bolívar. Ambas cosas lo hacía horrible, no sabía cantar y mucho menos recitar, pero lo hacía con el alma, con la profundidad de quien ama lo que está diciendo… y por eso se oía bonito. Es un dolor que no puede quitarse a quienes lo amamos, a quienes creímos firmemente que era la salida para Venezuela y para el continente, el padre de la CELAC que no fue nombrado por nadie en el reciente encuentro en Europa. El Chávez nuestro de cada día, cuya capacidad de aprendizaje y visión estratégica, nos daría, sin duda, la salida para construir el hombre nuevo, una nueva sociedad, sin colegios privados, sin haciendas y sin patrón. Cómo no voy a llorarlo.
Caminito de hormigas…
Tremendo negocio están haciendo en los CATs con las placas que van a hacerse los pacientes. Todo en verdes.