Crónicas cotidianas

Como el primer día

Finalmente, Ricardo perdió la batalla contra sus riñones y murió el 11 de marzo, un día de después de su cumpleaños, en una noche de aguacero, truenos y relámpagos, una de las pocas que no compartió con su mujer, en aquel frío y deshumanizado hospital, quien no pudo regresar al hospital por culpa del fuerte aguacero. Se había quedado con los hijos. Tras recibir la noticia en la mañana, me confesó que había sido una mezcla de tristeza y de paz al mismo tiempo. "De los dos años que estuvo con esa tragedia, este último fue una mezcla de suplició y terror, de no saber qué hacer y de dónde sacar más dinero. Solo nos quedaba la casa en Lomas de Funval que acomodamos con tanto sacrificio. Yo había vendido el carro, un televisor, el equipo de sonido, incluso una parcelita que Ricardo había comprado hacía tiempo por allá por Tocuyito. Creo que tú fuiste allá una vez. Mi papá había vendido una camioneta para ayudarnos. Al final, mi pobre marido era un cadáver, la niña preguntaba porqué estaba tan flaco. Creo que se me acabaron las lágrimas, Olmos. Son lágrimas por perder al hombre que siempre amé, son lágrimas por la incertidumbre, tengo tres hijos y soy maestra, no ganó ni para alimentarlos. Papá y mamá me están ayudando y mi hermano, a veces me da cualquier cosa. El otro día se llevó a la mayor a dormir con sus primas y le compró ropa y zapatos. Pero esta sensación de vació y de soledad, me hace sentir tan triste".

Siete meses después, Felicia aún trata de entender qué pasó. Hace tres días, cumplió 39, con un hijo de 15, una hembra de 13 y otra de 9. "El último regalo de Ricardo", dice ella. Asegura que la empresa donde trabajaba se portó muy bien con ellos. "El gerente lo quería mucho, dependía mucho de él y a veces lo venía a buscar los sábados para que fuera a trabajar. Desde que lo hospitalizaron, la empresa enviaba una caja de comida todos los meses, venía con dos pollos, dos mortadelas y un pedazo de queso. Ese mercado me ayudaba mucho. Y me trajeron la caja hasta mayo. Parece mentira que en la cuenta de Ricardo había como 500 dólares ahorrados, más lo que yo tenía, la mamá de él y un hermano, me dieron dinero, mis padres que tenían un efectivo, más una camioneta; y hasta el gerente, de forma personal, un día me hizo una transferencia por un buen dinero. Todo se lo llevó mi Ricardo y no pudo curarse".

Dos meses después de la muerte de Ricardo, Felicia consiguió un trabajo en un restaurant de Valencia, con un horario complicado de 5 de la tarde a 12 de la noche. "Aunque era ayudante de cocina, prácticamente era el chef, porque el cocinero se la pasaba fumando marihuana por la parte de atrás. A veces me ganaba hasta 150 dólares en un mes, hasta que el hijo de puta del dueño, una noche que estaba paloteado, me empezó a manosear, y como no me dejé, me dio un empujón. Lo mandé a la mierda y regresé con mis hijos. No volví más. Pero tenía como 500 dólares guardados y me compré un carrito de perros calientes. Allí en el estacionamiento de la casa, lo acomodo los jueves, viernes, sábado y domingo. Trabajo con la vecina que tiene dos hijos y está pelando. Abrimos a las 6 y cerramos a las 11 o 12. A veces los sábados llegamos hasta la una de la mañana. Pero son puros vecinos de ahí de Las Lomas. Nos va bien. En agosto me gané 500 dólares y Doris mi vecina 300. Pero en verdad te digo que sigo como una veleta. Aún no puedo sacar a Ricardo de mi mente. Yo estaba enamorada de ese hombre como el primer día. Era respetuoso, considerado, cariñoso. Nunca nos separamos. Cuando vendo esos perros, me recuerdo tanto de los viernes que nos llevaba a comer perros a la calle del hambre de la avenida Bolívar. Regresábamos a la casa, los niños se iban a dormir y él y yo nos tomábamos seis cervezas y conversábamos. No es fácil quitarse esos recuerdos de la mente, Olmos".

Pues amiga, solo el tiempo cura ese dolor

Supongo que es así. Solo sé decirte que fue hace siete meses y el otro día me levante a las 4 de la mañana para alistarme e ir al hospital, como si el pobre hombre estuviera vivo. Imagínate



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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