Binóculo Nº 448

Las trasnacionales serán las nuevas naciones

Hace muchos años me leí a dos futurólogos cuyos escritos terminaron por generarme más preguntas que respuestas. Preguntas que ahora comienzo a entender; incluso afirmaciones que en aquel momento deseché por completo, pero que ahora me dan vueltas en la cabeza. Uno era Peter Druker, quien escribió libros tan geniales como "El hombre que pensaba en círculos" o "Las nuevas realidades" que citaba mucho cuando impartía clases en la universidad. En realidad, escribió como 30 libros que no leí, al contrario de García Márquez, de quien sí me leí con avidez su obra completa. El otro escritor fue Lester Thurow, estadounidense, quien también murió. De él también me leí dos libros: "La sociedad de suma cero" y "La guerra del siglo XXI".

Druker acuñó un término que ha caminado mi cabeza desde entonces: Aldeización de la sociedad. Explicaba -groso modo- que llegaría un momento en que los Estados se harían incapaces de asistir a los ciudadanos y que las comunidades terminarían generando su propia respuesta a los problemas. Miremos una comunidad como San Diego en Carabobo, por ejemplo, plagada de gobernantes inservibles, incompetentes, indolentes e incapaces, y creo que entenderíamos claramente. A estas alturas San Diego no tiene agua, se va la luz, la telefonía no sirve, la basura la recogen a veces si y a veces no, etc. Esa comunidad en algún momento se planteará hacer sus propios pozos de agua, buscar tierras para cultivar parte de sus alimentos, y proponer formas alternativas al problema eléctrico. También creará sus medios de transporte y organizará mecanismos de control de la sociedad. Será una aldea en un estado donde no sirven las autoridades. A eso llamó este futurólogo Aldeización.

Thurow por su parte, echa un cuento mucho mejor. Vaticina que en el futuro las naciones como concepto desaparecerán. Desaparecerán las banderas, los sentidos patrios, los ejércitos, y todas esas cosas que le dan concepto a una nación. Cuando lo leí, me cerré a ese planteamiento. Siempre dije que habría hombres y mujeres que estuviéramos empujando hacia la construcción de una nación y enaltecer los valores patrios. A ver, si lo analizáramos desde lo que han hecho los Estados Unidos desde la guerra de Irak, y que soy un convencido de que es una política del Big Brother, es cierto lo que dice Thurow. Hoy en día sabemos que Irak ya no es más un país, solo de nombre, profundamente descompuesto y dividido, involucionado por la fuerza y sin capacidad para organizar a su población, mucho menos resolverle sus problemas. No es distinto en Libia, luego de organizar el asesinato de Kadafi. Y si miramos por estos lares, México lleva años en proceso de desintegración, un proceso que López Obrador no pudo detener en un país atomizado, gobernado por bandas delictivas, incluyendo las oficiales: policías, fuerzas armadas, etc. Mismo que está ocurriendo en Colombia, cuyo presidente tiene 70% de rechazo, pero a nadie le importa. Su migración es casi un tercio de la población y es la región donde existe la mayor depredación ecológica del mundo. Quién podría imaginar que secarían un río como el Magdalena, cuyo caudal fue motivo de comercialización ancestral y origen de miles de leyendas, incluyendo los monstruos marinos. También Colombia apuesta a su desintegración. Más bien camina hacia allá. Detrás de todo eso están las grandes trasnacionales, principales instigadoras de la desintegración. Lo que decía Thurow, que esas serán las nuevas naciones.

Pero más allá de ese plan maquiavélico de Estados Unidos, vengo observando una generación de ciudadanos, de 30 años hacia abajo, para quienes la migración y el camino a diversas partes del mundo, son como una especie de deambular por la vida en la búsqueda de experiencias, sin pensar si quiera en establecerse, en formar familia, y mucho más importante aún, en aspirar cargos en la burocracia de sus respectivos países. Creo que incluso no se autodefinen, pero si lo hicieran, dirían que son ciudadanos del mundo. Tienen otras visiones, otros planteamientos, otras perspectivas. Si les preguntas, a todos, sin excepción, les importa un carajo el país, o los gobiernos, o qué hacen los Estados. Cada vez se hunden más en la propuesta de su construcción propia o de grupo. Sus planes no van más allá de sus necesidades. Cuando los escuchas hablar, te sorprendes: "vamos a escribir un libro", "Estamos haciendo unos comics" "soy traductor de una empresa que está en Alemania, pero contrata a empresas en Perú, que es una nueva forma de explotación" "Estamos formando una pequeña compañía para diseñar software escolares", "tengo un primo en Inglaterra y dos en Suecia, y estamos vendiendo proyectos de construcción en física cuántica", "Creamos una pequeña fábrica de galletas para distribuir en todo Europa". Impresionante. Estoy hablando de mucha gente con la que hablo regularmente, incluyendo mis sobrinos y mis dos hijos menores. Todos apuntan a otra cosa, muy diferente a un Estado o un gobierno, hablan poco o casi nada de política. Están todos imbuidos en cómo insertarse en los retos que se avecinan y que tienen que ver con tecnología y "enriquecimiento". Y si esos son estos jóvenes que ya tienen 30 años, imaginen qué queda para la generación que viene atrás, y qué tipo de interés tendrá por las cosas, por la vida o por su propio futuro, criados en el cerebro límbico de Google y armados con un celular. Y, además, qué tipo de gobernantes serían, qué nivel de formación tendrían. Eso me recuerda a una chica de 25 años graduada en Historia en una universidad de Caracas, quien dijo que Venezuela tenía 25 municipios. Así como lo están leyendo "Venezuela tiene 25 municipios". Por eso no me extrañó el video donde le preguntan a una tal Gladys cuánto es 1x1 y dijo dos. Eso indica que efectivamente, incluso no muy lejos, las nuevas naciones serán las trasnacionales. Afortunadamente no estaré vivo para verlo.

Caminito de hormigas…


Finalmente, después de siete meses y medio, Cantv envió una cuadrilla para reparar mi avería, y no me cobraron nada. ¿Pueden creerlo? Ya tengo internet y puedo trabajar hasta la madrugada. Agradecimiento especial a Nora Barrera, quien fue determinante en mi ayuda, y a los panas de la cuadrilla, en especial Alcides Medina. Al parecer, Cati comienza a funcionar… 1.500 perniles fueron a parar a los depósitos de Pdval en Flor Amarillo. Está prohibido tocarlos, so pena de castigo, porque pertenecen al personal directivo de Pequiven. No sabía que había 1.500 directivos en Pequiven.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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