No hay que ser analista para percibir la crisis de la izquierda a nivel mundial. Una izquierda que solo ha dejado preteridos, una izquierda cuyo mayor auge fue a mediados de los 80, pero no supo reciclarse, no supo entender los momentos ni la dinámica mundial, ni la función esencial de capitalismo. Una izquierda tan miope que no pudo ver lo que iría más allá del neoliberalismo: la nanotecnología, los nuevos materiales, el control de la información y la carrera por la conquista de algún planeta en donde poner los primeros colonos. La izquierda y su mezquindad no podían ver semejante realidad, que ya estamos viviendo.
Pero ciertamente las teorías no mueren. Mucho menos las teorías económicas y sociales. Aun el capitalismo de hoy día, que más bien es neoliberalismo, sigue basando sus preceptos fundamentales en las teorías del filósofo y economista escocés Adam Smith y su monumental obra "La riqueza de las naciones", de hace más de 200 años.
Ergo, si Marx y Engels basaron sus investigaciones en el desarrollo de la economía con el hombre como sujeto histórico, a partir de lo cual surgió toda la teoría marxista y sus posteriores acepciones, que yo llamo continuaciones en otras teorías como las investigaciones de Lenin, Mao, Althuser, Mariategui, Focault y Marcuse, para nombrar en mi opinión lo más resaltantes; y si estas teorías fueron los puntos de partida para el desarrollo de las luchas sociales, políticas y militares que se regaron por el mundo a principios del siglo pasado y hasta bien entrados los 80, que pasó con las estructuras organizativas que se crearon, a dónde fueron a parar. Por ejemplo, cuando cayó el Muro de Berlín, en noviembre de 1989, el Partido Comunista de la moribunda Unión Soviética, tenía 22 millones de militantes. Cinco años después, el enclenque esperpento creado con Boris Yeltsin a la cabeza, le daba una paliza en las primeras elecciones presidenciales de Rusia. Un año después no quedaba nada del poderoso PCUS.
Por ejemplo, el Partido Comunista, nacido al calor de las luchas sindicales y guiado por el manifiesto escrito por Marx y Engels en 1848, se convirtió en la referencia más importante de las luchas sindicales, sociales y políticas de los pueblos del mundo hasta bien entrada la segunda mitad del siglo pasado. Es increíble que de eso no queda nada. Ni organización, ni dirigencia, ni vanguardia, ni claridad, ni brújula.
Por eso Chávez fue una respuesta, una consecuencia de una crisis estructural, no solo de la sociedad, sino de una izquierda perdida y moribunda. Misma respuesta que apareció en casi toda América Latina ha mediado de los 80 y los 90. Crisis social terrible, agresión neoliberal en su máxima expresión, y una masa de ciudadanos desesperados por las medidas de sus gobiernos en su contra, con un liderazgo de oposición (revolucionario) lleno de buenas intenciones, con los mayores deseos de sacar a sus pueblos adelante, pero con el mayor hándicap que liderazgo alguno haya tenido: la ausencia de norte por la carencia de orientación política. Deseos no empreñan, reza el refrán. Y lo primero que deberíamos preguntarnos, es porqué aparecieron los movimientos emergentes, para encontrar una respuesta casi automática, porque la vanguardia de izquierda no existía. Pero es una realidad que a pesar de esa magia vivida por Latinoamérica en los 90, sobre todo con dos hechos concretos: La Alba y el Sucre como instrumentos de la nueva economía de la región, fueron duramente saboteados, incluso implosionados por quintas columnas groseramente bien pagados que trabajaban para esos proyectos comunes
Y también es un hecho que ese liderazgo fracasó. Porqué, porque a pesar de su gran capacidad de convocatoria, su carisma y voluntad de trabajo, en mi opinión carecieron de formación teórica clave para entender los procesos, al sujeto histórico y al materialismo dialéctico. Vale decir, no tenían -ninguno de ellos-, formación marxista. Y los que alguna vez olieron marxismo en los pasos de sus vidas, sintieron que ya era una teoría atrasada, superado por la nueva realidad mundial. En lugar de plantear la necesidad de reconceptualizar a Marx, de redimensionar a Lenin y de reinterpretar a Mao.
Incluso, nuestras más estudiosas y acuciosas plumas latinoamericanas, se ocuparon de enterrar las teorías revolucionarias, bajo argumentos, en mi opinión terriblemente simplones, en el sentido de que el marxismo correspondía a un momento histórico y que ese momento ya había pasado.
Soy un convencido de que, sin duda, reflexivo, filósofo y revolucionario como era, Marx nos hubiera indicado un camino nuevo para interpretar a la sociedad moderna, pero partiendo de las premisas básicas que nos permitían entender e interpretar a la sociedad: ¿cuál es la contradicción fundamental?
Y nunca como ahora, ha quedado tan clara esa contradicción fundamental. Nunca como ahora, se ha expresado con tal precisión la batalla entre explotadores y explotados, entre ricos y pobres. Nunca como ahora, la justicia social fue más injusta.
Es esa la crisis de nuestro liderazgo. Ese que se llama de izquierda, que no tiene idea de hacia dónde va, porque no es marxista, porque no es dialéctica, y porque no entiende que no es posible hacer una revolución conciliando con el enemigo, creyendo en cosas tan absurdas con esa de la existencia de una burguesía revolucionaria. Habrase visto mayor contradicción. Los fracasos están todos a la vista: Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia, Ecuador y Venezuela. Todos procesos carcomidos por la nada. Sin norte, sembrando falsas esperanzas, pero que lejos de avanzar, no han hecho más que permitir el hundimiento cada vez mayor de los pueblos. Y eso no es otra cosa que falta de claridad política. Razón tuvo Mao cuando dijo "quien no estudia, no habla". Estaba vaticinando los acontecimientos por venir.
Caminito de hormigas…
A ver, que alguien me explique: Una bombona de oxígeno cuesta 200 dólares, y la recarga 25 dólares. Qué pobre diablo que se enferme puede hacer un gasto semejante, partiendo de que mucha gente apenas gana 10 dólares al mes… El negocio de la gasolina en la bomba Hipódromo de Flor Amarillo, en manos de la policía municipal de Valencia, cambió su modalidad. Ahora surten de madrugada, a cualquiera que se acerque y quiera llenar su tanque. Hay un solo pero: debe tener diez dólares, nada de bolívares.