Auditórium

Ideología estalinista del miedo

"Es fascismo la utilización política del terror, y de la ignorancia, para someter a la población".

Anónimo. Fin de la cita.

El temor ha sido siempre uno de los aliados más fieles del totalitarismo en el poder, cuando somete a la población que viva inmersa en él. La creación de atmósferas de miedo obliga a los ciudadanos a blindarse frente a los controles sociales. El miedo diario que produce el alto costo de la vida, se anida en el cerebro, quebrantando la resistencia, cuando genera pánico y paraliza la disidencia; hoy el poder en Venezuela lo que ha estado aplicando con los presuntos enfrentamientos de antisociales con el FAES, es sin cortapisas el terror. Tras cada masacre, por delincuencia común, política, o económica, el miedo como se ejecutan estos procedimientos, que nunca llevan periodistas de sucesos, o fiscales del MP, durante esos operativos, para que narren con veracidad el desarrollo de esos enfrentamientos, lo cual deja paso a la ansiedad; la gente le teme más a los operativos de ese cuerpo policial, por lo que imponen, y pretenden que la opinión publica se los acepten. Todos los esfuerzos de los montajes chimbos, por liberar al ciudadano temeroso de estos matarifes, han sido en realidad impulsos por liberarlos del miedo que siembran, para crear las condiciones en que no sientan las matanzas como una amenaza; cuanto más asesino, y más totalitario es el poder más se priva al ciudadano de su libertad porque lo que engendran es terror. Surge así lo que algunos han denominado la ideología del miedo como una: "perturbación tenebrosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario". El miedo como arma de dominación política, y de control social; el miedo como herramienta de destrucción masiva en la lucha de clases. A lo largo de la historia ha existido todo tipo de movimientos sociales, y paramilitares fundamentados en esa sensación, habitualmente desagradable, provocada por la percepción de ese peligro real o supuesto, presente, futuro o pasado. El terror no solo como dominación social sino también ideológica. Como es omnipresente, y está arraigado, produce desconfianza, y conflicto en el "contra", al que se le atribuye la culpa de lo que ocurre, o de lo que puede acontecer, generando, por lo tanto, la necesidad de protegerse de él esbirro. Esa es la ideología del miedo, que llega a través de sus comunicadores, los "fabricantes de miedo", muy vinculados en la contemporaneidad a los medios de comunicación de masas, y a las redes sociales, comunicación, y propaganda que se transmite instantáneamente a través del Internet.

El psicoterror se manifiesta cuando las medidas del poder son muy represivas [...]: se esfuman las esperanzas, las garantías constitucionales, el statu quo, y emergen la precariedad, y el desasosiego paralizante. Cuando esto ocurría en tiempos de la ex URSS, y los países de la cortina de hierro, con las represiones políticas, o cuando los inquisidores llegaban a las ciudades medievales, y entraban en vigor las leyes raciales contra los judíos, cuando los negros veían arder delante de sus casas las cruces de madera instaladas por el Ku Klux Klan; en la Italia fascista, la Alemania nacionalsocialista, la España de Franco, la China de la revolución cultural; en la Camboya de los jemeres rojos, en la Argentina o el Chile de los militares, en la Libia de Gadafi o en la Siria de El Asad, etcétera, pero ahora el temor se expande por toda Venezuela con los puntos de atraco militar en calles, y carreteras de esta nación, y se añade otra naturaleza macabra a la tradicional. Cuando el terror adopta rostros inéditos.

Hoy la población le teme a este poder fáctico que llaman "la dictadura de los militares, en calles, carreteras, bombas de gasolina, cuidadores de los negocios de árabes y chinos, y de grandes almacenes como Traky, y El Castillo", que tiende a reducir las libertades de los ciudadanos rebajándolos a esclavos.

Hoy no se trata solo de los temores tradicionales a la muerte, al infierno hiperinflacionario, las enfermedades, la vejez, la indefensión, el terrorismo paramilitar, la guerra de los bachaqueros de alimentos y gasolina, el hambre, sino también —y no hay que banalizar las diferencias— del miedo a un nuevo poder fáctico que denominan "la dictadura de los bodegones, y de los concesionarios de vehículos de lujo, como la Ferrari de las Mercedes en Caracas", que tiende a pulverizar mas los salarios, y las carencias económicas de la ciudadanía del siglo XXI; miedo a quedarnos sin ese bien cada vez más escaso de subsistencia que se llama trabajo, al reducir el poder adquisitivo, arrastrando al subempleo, a la marginación económica, y social. Esos son los terrores revolucionarios. Y a estas estructuras de poder (con árabes y chinos) no tienen rostro ni identidad. Son invulnerables a los golpes, y las palabras. Su poder es ostentoso, abiertamente declarado, omnipresente, y no cesan de crecer.

Este nuevo terror que se expande a la velocidad de la luz entre la ciudadanía, como la concesionaria de los carros Ferraris lo dicen todo, y que lo anteponen por delante de cualquier otro problema cotidiano paralizando las reacciones, incluso la del miedo, al miedo mismo. En esta situación de crisis los actores están cansados y las dificultades para sobrevivir provocan situaciones difíciles que rebajan la moral.

La violencia y la conflictividad serán ahora más frecuentes cuando hay menos dinero, y recursos para las necesidades de las familias venezolanas más vulnerables. Pero ahora que aprieta la crisis la gente entiende bien lo que pasa, y está a la espera. El conflicto surgirá inevitablemente porque es visible que hay dominadores, y dominados, pero en el caso de esta perversa crisis, deja al descubierto que es este sistema político lo que no funciona, se siembra desánimo, y por eso habrá más conflictos.

El miedo es una emoción que inmoviliza, que neutraliza, que no permite actuar ni tomar decisiones con naturalidad. Este miedo contemporáneo hace a todos los ciudadanos susceptibles de ser dominados, subyugados por los que poseen la capacidad de generarlo: por los que ejercen dictatoríalmente el poder, que someten a los miedosos, y les inyectan ‘gûevociclina’ y privatizan de sus vidas cotidianas (el 7+7 de quédate en casa), los satanizan y, después los castigan bajándolos de la escala social en beneficio de los dueños de los trakys, y los castillos custodiados por guardias y policías. Tras este torbellino político del siglo XXI venezolano, los ciudadanos los repliegan a cuestiones meramente informales. Sin esperanzas de mejorar su calidad de vida en ninguna de las formas que verdaderamente importan, la gente debe saber que lo importante es la mejoría psíquica personal: de tener buenos sentimientos, ingerir alimentos saludables, tomar recreaciones, aprender a relacionarse, superar el miedo al placer. Ser inofensivos consigo mismos, estas búsquedas, cuando son elevadas a la categoría de prosperidad, y la apertura de las conciencias, implican un alejamiento del totalitarismo, y un rechazo del pasado reciente. Es una especie de autogenesia social. Con la irrupción de esta profunda crisis venezolana de esta época, conceptos como los del miedo y la inseguridad, que pertenecen con más propiedad a otros controles sociales que a la economía. Si uno es poseedor habitual de cualquier tipo de medio de comunicación, cómo abundan las alusiones al temor sembrado en los ciudadanos, debido a las secuelas de la larga recesión que padece Venezuela.

Un analista político serio refleja lo que ve en la calle, y posiblemente lo que siente uno mismo, y lo debe resumir como lo hace el suscrito, en un artículo en el que hable del: "miedo a morirse de mengua con 2$ al mes". A que los jóvenes no encuentren trabajo bien remunerado por mucho que estudien. A poder comprarse un Ferrari a crédito, de llegar a ser gerente de pdvsa, por si acaso o como medico en el ejercicio privado. Hoy cada día encontramos un negocio cerrado. Nos empobrecemos aceleradamente. Al cobrar una pensión miserable cuando nos jubilemos. A comprar, y vender chucherías para sobrevivir. Miedo a gastar lo que tenemos porque a lo mejor nos hace falta para un acetominofen". Tenemos que alertar a la población para tranquilizar a los jóvenes que no huyan del país".

"Desgraciadamente esto cada día se parece más a la Cuba miserable de los Castro"; "la herencia de esta crisis, no puede ser que nuestros hijos y nietos vivan peor que sus padres"; "¿es esto la revolución que nos prometieron?"; "detrás de la destrucción económica, que promete Iris Varela, viene la humana". Estas son algunas de las opiniones entresacadas de los medios, dadas por los nuevos diputados de la Asamblea Nacional 2021. Un alto % de los venezolanos alberga el temor a perder sus propiedades adquiridas con sus ahorros, y el esfuerzo de su trabajo, mientras que otro % de los trabajadores ve difícil encontrar una ocupación laboral para tener carro, y vivienda digna; con el sudor de su trabajo, las irresponsables declaraciones de Iris Varela, en esencia, hace que la población venezolana trabajadora "esté asustada"; cuando sus declaraciones siembran el "miedo al futuro", que puede convertirse en una auténtica paralización del país, ya que "del pavor puede pasarse a la desesperanza, y de ahí a la arrechera social, que hará que el problema sea infinitamente peor".



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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