Dr José Gregorio Hernández y Dr José Vicente Rangel como unívocos de Diablo

Si yo no me equivoco creo que el Dr José Vicente Rangel pisa el mismo terreno que pisó el Dr José Gregorio Hernández – a buen entendedor poco hablador –; uno y otro es y ha sido venezolano pero he de suponer que además del gentilicio algo bueno en común, y que desconozco, tienen o han debido tener José Gregorio Hernández y José Vicente Rangel para que el alto sacerdocio venezolano, es decir, la Conferencia Episcopal, haya intentado estigmatizarlos como unívocos de Diablo. A las pruebas me remito a continuación pero no sin antes aclarar algo pensado, que el sacramento del alto clero venezolano no parece ser con el altar sino con la billetera; no por nada, no por una bagatela, presuntamente pudo ser expulsado del Vaticano Monseñor Castillo Lara de quien la bien fundada cotilla de allende y aquende de esta catacumba desde la que reflexiono, afirmaba que dicho prelado ostentaba el más alto cargo como administrador de las finanzas del Vaticano y para la fecha de su defenestración, oh, extraña coincidencia, se investigaba el presunto asesinato de tres guardias suizos quienes investigaban un desfalco del Banco Vaticano.

De Monseñor Castillo es la mar sabido que en ocasión en la que se conmemoraba un evento de la Divina Pastora él transformó una de sus homilías en un discurso político contra el Comandante Chávez, razón por la que la feligresía presente empezó a retirarse del templo esmachetá, en cambote, así como gallina que mira sal, motivo por el que dicho prelado retrucó arengando a voz en cuello: "¡qué se vayan, no me importa, no hacen falta!", entre otras groserías.

Respecto al tema aclaro que yo no sé nadar, por lo que, en consecuencia no me baño en aguas profundas; la hermenéutica me es ajena; pienso que Dios no creó al hombre sino que el hombre creó a Dios y, por supuesto, al Diablo también. Como es de suponer, tampoco creo en milagros.

Dicho en cristiano –valga la paradoja– soy hombre sin religión pero antirreligioso no; y aunque es otro tema, por cierto, aprovecho para sugerir que el nombre de Dios sea eliminado del preámbulo de nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Pero, hablando como los locos, estimo que si la idea de Dios contribuye para que significativos grupos humanos vivan fuera de un caos, es decir, que dicha idea sirva para unirlos en torno del bien social, entonces, en ese caso, la peregrina idea que de Dios pueda abrigar fulano o mingano o zutano o peringano o minganejo a mí me parece muy útil y no más de ahí; la cosa peluda está en quienes hacen de ese Dios una mercancía, una "Iglesia Tal CA" (compañía anónima); no pocos sujetos son así y hasta los hay que se postulan a diputados y hasta de candidatos presidenciales.

A propósito del hoy Santo o casi Santo Dr José Gregorio Hernández con la anuencia de Su Santidad Francisco, a quien por cierto envío gratitudes por él agarrar el toro por los cachos en el caso que ocupa, considero que en especial fue el pueblo pobre venezolano, antes que el Vaticano, quien hizo bienaventurado al Dr José Gregorio Hernández dado que la Conferencia Episcopal Venezolana siempre lo detestó y tanto es así que la demora en los trámites para que los pobres tuviesen su santo no era inocente, era orquestada por la jerarquía eclesiástica venezolana y de más allá todavía.

Para el pueblo pobre José Gregorio Hernández es una figura gigantesca, eso me consta; la imaginería popular me es ajena, obviamente; la imaginería popular es inmanente a un modo de vivir y de pensar que no comparto pero no dejo de observar con riguroso respeto ese fenómeno tan cotidiano en el contexto popular; de modo que estas afirmaciones no son ligerezas de mi parte y una prueba de que la alta jerarquía católica venezolana trató de demonizar al Dr José Gregorio Hernández sucedió cuando durante los años setenta, si no estoy pelado, el Dr José Vicente Rangel fue candidato presidencial venezolano respaldado por los sectores revolucionarios, hecho que molestó a la oligarquía, y a la sazón la Conferencia Episcopal, bastión de la emperifollada IV República, no tuvo otra "mejor" iniciativa que, en conchupancia con la guanábana - ¡uno pa´ mí, uno pa´ ti -, inundar a toda Venezuela con un afiche grotesco en el que aparecía la figura del Dr José Gregorio Hernández pero con la cara del Dr José Vicente Rangel y una ametralladora terciada a la espalda.

Ello tuvo su efecto pernicioso contra el pueblo trabajador, indudablemente; entonces no hubo una sola voz episcopal que denunciara ese atropello en contra del sentimiento popular de ese momento, en contra de ese pueblo que si bien no se volcó a votar masivamente por una opción revolucionaria al menos se mantuvo apegado a la fe en su creencia, digamos que apegado a una fe de carne y hueso, el Dr José Gregorio Hernández.

Fascismo es el odio de clases, o mejor decir, fascismo son todos los odios de clases aderezados con violencia, ingrediente éste que configura un explosivo cóctel y que la oligarquía venezolana, por supuesto inclusive la Conferencia Episcopal ha usado, dejo de vieja data, la práctica medieval de quemar vivas a decenas de hombres, mujeres y niños venezolanos y vituperar al bienaventurado del pueblo, de paso, tratando de escupir a un hombre de pie a cabeza, tal José Vicente Rangel; pero el que escupe pa´ arriba…

Fresca está todavía en los ojos del estupefacto pueblo venezolano, la crónica gráfica en la que un prelado -del mismo pelaje episcopal aquí entre líneas descrito, bien no recuerdo si eso sucedió en Maturín o en Barquisimeto pero sucedió "por estas calles" -- oficiaba bendiciones a los guarimberos de la MUD y es bueno que Su Santidad Francisco se entere de tan bochornoso desempeño episcopal. De modo que si la iglesia católica pudiese sufrir un nuevo cisma mundial, nada extraño sería que el epicentro fuese en Venezuela; ya la cuestión apunta por este lado cuando hace muy poco la citada jerarquía católica fraguó una carta dirigida al Papa Francisco y en la que presumiblemente – a la sibilina – se trató de cuestionar el desempeño de Su Santidad el Papa.

José Gregorio Hernández es asumido inclusive por los no creyentes en fe religiosa alguna, como un hombre de bien, eso me consta, contimás por el pueblo, en sentido lato, y que lo acoge con fervor; si el PSUV (el partido de Chávez, el partido de la revolución, el Partido Socialista Unido de Venezuela) junto con el GPP (Gran Pueblo Patriótico) escogiese al Papa Francisco, o acaso al Dios, si eso fuese posible, para lanzarlo de candidato presidencial para el año 2025, estoy seguro de que la oligarcoeclesiastía plutocrática citada le haría igual que al Dr José Gregorio Hernández y al Dr José Vicente Rangel pero quizá ahora con tremenda sotana blanca y la cara de Chávez o acaso en traje verde oliva con la cara de Su santidad, desde luego con tremendo fusil terciado a la espalda.

En cuanto al Dr José Vicente Rangel, de su desempeño in illo tempore uno puede escarbar sin tener que recurrir luego a operación pilatos alguna; su tesonera trayectoria y su coraje revolucionario destacan excepcionales; él nunca se dejó amedrentar, él sabía y sabe que así como el capitalismo nos puso una meta a los niños campesinos y pescadores de Venezuela, no pasar del sexto grado de primaria, cuando máximo, así mismo su vasalla guanábana tampoco le permitía a cualquier candidatura presidencial progresista llegar más allá del 4 % de la votación; no obstante el Dr Rangel, a sabiendas, se fajó como sólo un hombre de acendrada convicción revolucionaria y prospectiva puede hacerlo.

Pero, qué buscaba él entonces; estoy seguro de que él buscaba, si no terminar al menos aplacar la guerra de fracciones en que una izquierda vuelta mierda se había convertido; eso en primer término, y en segundo lugar no dejar apagar la llama de la revolución, se afanaba en forjar una unidad que no se pudo pero él lo intentó y, si se me permite una consideración, os digo que lo intentó al estilo Allende, que ya es decir poner la proa hacia el rumbo correcto.

De manera que al uno tratar de penetrar en el conocimiento del desarrollo histórico de la revolución bolivariana tiene que admitir que el desempeño del Dr José Vicente Rangel --un hombre entonces sin partido porque ya URD, donde él había militado previamente, era un papagallo sin cola – es un referente muy importante del proceso revolucionario actual.

José Vicente Rangel es, a mi modo de ver, un hombre de encuentro.



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Guillermo Guzmán


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