Con mis lentejas no te metas, acerca de la teoría de que Maduro puede ser agente de Trump

Qué decir en estos tiempos en Venezuela en los que desde hace mucho perdimos, parece que para siempre, la capacidad de asombro.

La fatalidad parece condenar a nuestro pueblo a seguir siendo víctima de la feroz arremetida imperial ahora amenazando con bloquearnos las lentejas que con los días pasarán a ser el plato típico de nuestros país; pero esa misma fatalidad, terca como ella sola, parece indispuesta contra el mismísimo imperio que después de tantas embestidas parece condenado también a fracasar en su empeño de derrotar ilegítimamente a un gobierno que parece fortalecerse después de cada intento fallido de Trump y su pandilla.

No hace falta hablar de las deficiencias del gobierno y de los desvíos revolucionarios, que no poco han tenido que ver en la terrible crisis en la que está sumido el país, porque la bestialidad de Trump y su patota, gracias a su prepotencia y arrogancia se han encargado, ellos solitos, de convencer a quienes hemos podio abrigar dudas contra los promotores de una "burguesía revolucionaria", de que estamos fatalmente condenados a apoyar a Maduro, porque lo otro sería, entregar irremisiblemente al país.

Por mucho que sepamos que buena parte de las cosas que nos dice Maduro no son ciertas, estamos condenados a continuar apoyando a un gobierno que muchas veces nos pone a dudar de su apoyo al pueblo. Si no veamos como los dirigentes de la revolución se muestran incapaces de decir al pueblo "verdades" por dolorosas y difíciles que sean pero verdades que podrían ayudarnos a fortalecer la moral para resistir las embestidas imperiales. Esa es una diferencia, entre muchas otras, con experiencias revolucionarias en las que los pueblos han tenido dirigentes a los que no les tembló el pulso en su enfrentamiento con el imperio, pero eso sí, siempre diciendo verdades, duras verdades que nadie duda hoy en día que dieron fortaleza a las masas para aguantar. Nos referimos específicamente a la experiencia de la revolución cubana, a sus dirigentes y a su pueblo.

Pero que no vengo a hablar de comunistas, ni de comunismos en estos tiempos donde el reino del mercado parece omnipresente y omnipotente, vengo a hablar de un país que hoy se mantiene en lucha por su derecho a seguir decidiendo, puertas adentro, qué hacer con su presente y con su futuro. Sin importar que por la vía de los hechos le hayan "dolarizado" la economía, pero que aún persiste en su empeño de proclamarse "soberano e independiente".

No es cosa fácil que un país, por mucho apoyo que tenga de poderosos como distantes "amigos", resista como lo ha hecho Venezuela. Es que la componenda contra el país es tal que no parece descabellado suponer que hasta los más mínimos equívocos que comete el gobierno, parecen urdidos desde la misma Casa Blanca, con el propósito inequívoco de acabar con la revolución chavista.

Y como la verdad es que los del gobierno, que es más que Maduro, cometen más que mínimos equívocos, a veces uno ha llegado a sospechar si estos "dirigentes" no serán también agentes imperiales. Para quienes me pretenda acusar de "paranoico" o de "conspiranoico" sólo les menciono el ejemplo del tal Lenin Moreno en Ecuador.

Pero no pretendo, con estos comentarios marginales, salir del tema central expuesto, la fatalidad que nos embarga en estos duros tiempos de embargo.

Volviendo al caso de Cuba y su experiencia, nadie olvide cuántos años ha durado el embargo a una de las Antillas mayores. Tampoco puede soslayar nadie que la política de los EE UU va más allá de quien ocupe temporalmente la presidencia, hoy es la bestia que todos sabemos que es, y no utilizo este sustantivo en "sentido religioso", sino en un sentido más impío. Nadie olvide quien firmó el Decreto que calificó a Venezuela como amenaza inusual y extraordinaria a los Estados Unidos, por si alguno lo olvidó fue un señor de piel oscura que recibió el premio nobel de la paz, aunque sostuvo políticas guerreristas en el mundo, en correspondencia con las necesidades e intereses de su país.

Cerramos con fatalidades, quien puede olvidar aquellas celebres palabras del Libertador, meses antes de su cuerpo, consumido por la guerra, se despidiera de este mundo cuando alertó acerca del papel de los Estados Unidos en América y lo que hacía en nombre de la libertad. Ese hombre sí que supo predecir el futuro, quien lo dudaría hoy. Con razón Chávez se apoyó siempre en Bolívar, por eso llegó lejos, a pesar de ese imperio que no le dio respiro.



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Juan González


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