Triste el panorama para millones de venezolanos en medio de la ineficiencia gubernamental, la corrupción, la gigantesca deuda externa, la megadependencia, la limitada productividad agropecuaria e industrial, la hiperinflación, la cada vez menos disponibilidad de divisas, las sanciones y bloqueos comerciales y financieros internacionales., las apetencias del gran capital foráneo y las amenazas de intervención militar directa y/o indirecta por parte de potencias mundiales, particularmente de Estados Unidos y algunos de sus socios. Día a día la complicada situación interna y el papel que están jugando los grandes poderes globales en Venezuela, repercute especialmente en que el alto costo de la vida produce más y más pobres y en que la inversión social se limita notablemente, reduciéndose la oferta de alimentos subsidiados y perjudicando sobremanera la calidad de los servicios públicos y sanitarios estatales (por ejemplo, la deficiencia en el servicio de electricidad y en la atención hospitalaria).
Incluso el envío de toneladas y alimentos, medicinas y otros rubros desde países como Rusia y China a Venezuela, tras los bloqueos y sanciones por parte de Estados Unidos, no ha servido de mucho para solventar la terrible crisis socioeconómica en la nación caribeña. No ha sido suficiente debido en parte a que esas potencias también han sido amenazadas con sanciones por el Estado norteamericano, a factores geopolíticos y estratégicos, y a la misma crisis venezolana (obviamente impide la adquisición de cantidades mucho mayores de distintos rubros). Ahora bien, aunque Rusia y China son socios de gran importancia para la nación suramericana, no es que estén ayudando como tal, simplemente están cuidando sus intereses al apoyar a un país superrico en recursos energéticos, combustibles y minerales, e importante en los ámbitos geoestratégico y geopolítico a nivel de América Latina y del resto del mundo. Y además intentan posicionarse firmemente en el continente americano, aumentar su influencia, disputar la hegemonía a Estados Unidos, y ejercer presión contra el águila imperial respecto a sus pretensiones de posicionarse con fuerza cerca de las fronteras rusas y chinas y de sus áreas de influencia naturales en Europa y Asia.
En buena medida Venezuela se ha convertido en un territorio en el que están en juego los intereses y la hegemonía global de Estados Unidos, Rusia, China y sus aliados. Por desgracia el enfrentamiento entre las potencias, por ahora comercial, diplomático, financiero, geopolítico y bélico indirecto, no beneficia ni beneficiará a millones de venezolanos. Las potencias ciertamente pueden ser socias de muchas naciones, pero jamás serán amigas de nadie; todo se mueve alrededor de altos intereses económicos, geopolíticos, geoestratégicos, militares y diplomáticos. La historia evidencia claramente que las potencias jamás estuvieron interesadas en ayudar a la mayoría de los territorios sometidos o controlados; más aún nisiquiera ayudaron a sus propios pueblos, salvo a las élites, obviamente líderes de las potencias. Al contrario, los intereses en disputa de los poderes globales han generado más pobreza, miseria y sufrimiento en general, en especial tras los malditos procesos bélicos.
A estas alturas simplemente estamos jodidos millones de venezolanos, con las potencias disputándose a muerte la hegemonía en Venezuela, América Latina y el resto del mundo, y la élite venezolana apropiándose de buena parte de los cada vez menos recursos económicos disponibles, y beneficiándose con una hiperinflación quizá sin precedentes. Y aunque no se crea la corrupción sigue a la orden del día, con escorias que a pesar de la crisis económica que vive Venezuela, se siguen enriqueciendo a costa de los fondos públicos y hacen uso indebido de los limitados recursos materiales necesarios para el relativo buen funcionamiento de distintos organismos e instituciones.