En estos dos años he visto varios amigos morir por falta de medicamentos. Curiosamente la mayoría por el mismo mal que aqueja a toda persona que pasa de los 45 años y que debe comenzar a cuidar su cuerpo, aunque en honor a la verdad eso debe hacerse siempre. Y es a partir de esa edad cuando comienza el uso de los medicamentos, en momentos cuando el cuerpo humano comienza a desgastarse y los músculos pierden su flexibilidad. Aunque si se llevara una vida sana desde el principio, de seguro el uso de medicinas sería al mínimo y la necesidad de ellas no sería significativa. Los amigos que tuvieron su partida, les ocurrió por lo que yo llamo los males comunes o inherentes a esa edad: hipertensión, hipotensión, diabetes, problemas prostáticos, problemas tiroideos y gástricos. Sumado a uno de los más importantes, y que en lo personal lo considero el más grave de todos: la tensión emocional de enfrentarse a la vejez y descubrir que en el caso de los países latinoamericanos como este, ésta es una mierda. Más allá de hacerse vieja, la gente no tiene un coño que hacer, ni hay alguna inducción para que haga algo. Y, además, la industria cultural nos ha hecho individuales, egocéntricos, incapaces de vivir en comunidad o de crear su propia comunidad.
Allí juega un papel clave la medicina. Por alguna razón los viejos creen que deben usarlas y todo aquél que pisa los 50 se prepara para tomar cuatro o cinco pastillas, cápsulas, gotas, jarabes o la mierda que sea, para compensar su supuesta debilidad orgánica. Razón siempre ha tenido Bolívar cuando aseguró que nos sometieron para lo ignorantes que somos. El imperio siempre tuvo conciencia de eso, y no de gratis ha sido el bombardeo sistemático sobre el consumo de alimentos, que es todo chatarra, para ir luego al consumo de medicinas, que es también una trampa. No olvidemos que el más alto componente de las enfermedades es el emocional. Por ejemplo, hay científicos que aseguran que el cáncer es una severa autoagresión inconsciente. Todavía la gente se niega a aceptar que las lágrimas, la depresión, la envidia, el egoísmo, la avaricia y todo ese tipo de sentimientos negativos, conducen necesariamente a generar males dentro del organismo que apuradito busca los anticuerpos para defenderse. Hace poco un amigo me dio todo un razonamiento de porqué tomaba agua mientras comía y de lo supuestamente sano que era. Primero lo mandé a la mierda; y después le expliqué que es una costumbre importada del imperio. Una campaña publicitaria de la Coca-Cola de finales de los 60 y 70, decía que la mejor compañía para un buen almuerzo, era una buena Coca-Cola. Esa campaña fue seguida de otra que decía que una familia era más feliz con una Coca-Cola familiar. El poder de los medios. Ahora media humanidad toma algún refresco o agua porque supone que la necesita ingerir mientras almuerza. Ignoran que el cuerpo humano es tan perfecto que nomás comenzar a comer, el cerebro envía una señal a la boca para que produzca la saliva suficiente que permita masticar los alimentos, que es el bolo que recibirá el estómago. Es decir, que, para comer, quizás necesite tomar un vaso con agua antes de comenzar, y quizás luego, tomar agua. Aunque si el organismo está funcionando bien, no necesita de ningún líquido para la digestión. Ya el cuerpo lo produjo.
Es increíble cuando se entiende que en todo están metidas las cochinas manos del imperio y que gran parte de nuestro comportamiento es culpa de esas inducciones. Las empresas propietarias de alimentos en el mundo, son socias de las productoras de medicamentos. Acompañé a una amiga a llevar a su padre al médico porque no podía orinar. Le dije que antes le diera agua de perejil concentrada, que al otro día debía orinar. Caso contrario lo llevara al médico. No me hizo caso. De entrada, el médico le dijo que podía tener un endurecimiento prostático y le mandó unas pastillas. Además, le advirtió que le podía quitar el sueño por lo que le recetó unas pastillas para dormir y un protector gástrico porque le iba a pegar en el estómago. En un año mi amiga se había gastado cien millones en su papa y el deterioro fue en ascenso hasta perder unos 20 kilos. Resultó que el protector gástrico, denunciado por los brasileros hace más diez años como causante de cáncer, le generó uno a él, tan agresivo que acaba de morir, con apenas 64 años.
A ver, el cuerpo humano es perfecto. Las lesiones o enfermedades que aparezcan, todas vienen de afuera, es decir, son causadas por agentes externos. ¿Qué se necesita para que esos agentes externos no hagan daño? La alimentación es la clave. La prevención es fundamental. Fue Hipócrates quien dijo "que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento". Y lo primero que debe eliminarse de la dieta es lo que se llaman los cinco venenos blancos: arroz, leche, harina de trigo, sal refinada y azúcar refinada. Ninguno de ellos tiene absolutamente nada que ayude al organismo y sí que lo enferme. Por ejemplo, el arroz y el azúcar –que no son blancos- para blanquearlos le echan alumbre, mismo producto que se usa para lavar las piscinas. Imagine lo que ese químico hace a nuestros pobres estómagos.
Es decir, que ante una agresiva industria alimenticia que no alimenta, ante una agresiva industria de medicamentos que no cura; y ante un médico que hace tiempo perdió la deontología y se convirtió en mercenario, uno debe vivir con el síndrome de "Cúrese usted mismo". Es incluso la cosa más sencilla del mundo. Con disciplina y voluntad, verá que en poco tiempo no sólo se cura de los males, sino que cambia su humor y que bota para la mierda todas las medicinas que le receta el médico choro.
Por ejemplo, el mejor limpiador del organismo es la sábila. Pele una hoja, deje que el cristal bote la baba, píquelos en cánulas y métalos al congelador. En el caso de las mujeres, meta una cánula de esas por delante y por detrás. Se deshace solo, no tiene olor y acaba con todo agente externo, hongos, virus o bacterias que pueda tener. Los hombres también deben usarlo por detrás. Si lo hace cada cuatro meses, no necesitará –en el caso de las mujeres- de ningún lavado vaginal o alguna pomada antimicótica. Y como dijo Hipócrates, esa misma sábila picada en juliana y aliñada, es un relleno exquisito para las empanadas.
Tome dos tallos de jengibre, rállelos y hiérvalos en un litro de agua hasta reducir a un cuarto, agréguele el zumo de cinco limones, sin azúcar. Mezcle bien y tome una copita en ayunas y otra antes de dormir. Hágalo una vez cada tres meses, con disciplina y como el medicamento que le curará todos, dije todos, los males que pueda tener su organismo. Si toma agua de hoja de guanábana, complementará su salud. Si toma agua de linaza, tendrá elementos fundamentales como Omega 3, 6 y 9. Y si en su dieta alimenticia, incluye la auyama para todo –las semillas las asa aparte y se las come como merienda-, la espinaca, la moringa, pira, cúrcuma, sumado a todas las frutas, dije todas, no necesitará medicamentos ni siquiera para el dolor de cabeza. Son importantes las ensaladas, con casabe, no pan. Cualquiera ensalada, invéntelas. Nada después de las cinco de la tarde. Té verde, negro, manzanilla, orégano orejón, malojillo, toronjil, hoja de guayaba, hoja de mango, albahaca, moringa (semilla, flor u hoja) Si no le queda más remedio que comer arroz, entonces agréguele zanahoria, papa, vainitas, moringa, cúrcuma, auyama, nunca blanco.
La naturaleza nos ha dado todo para vivir y mantenernos sanos y alimentados. El imperialismo cultural nos impuso, a base de mentiras, toda una sarta de alimentos que no alimentan y que sí enferman. Es la razón por la cual ahora, los que tienen más de 50, anden como locos buscando una medicina que no lo va a curar, pero que teóricamente lo mantiene vivo. Yo no conozco una cosa más sin sentido que esa. El problema está en cómo la gente se deslastra de todas esas maldiciones y aprenden definitivamente a cambiar su hábito y su forma de ver la vida. Eso acabaría con las redes sociales y esa búsqueda incesante de medicamentos, cuando es más fácil con el síndrome de "Cúrese usted mismo", que es casi gratis. Allí debe comenzar la revolución