Es sorprendente ver las condiciones a las que son sometidos los venezolanos de la tercera edad para que logren cobrar su pensión. Chávez tenía una deferencia especial para con ellos y no permitía que fueron objeto de maltratos o burlas. Pero ya desde hace años, el vía crucis por el que atraviesan, es, sin duda, imperdonable. Con el agravante de que pareciera que no existe nadie en el gobierno que tenga la intención de darle un parao a ese problema. La última parte de esa trágica película, es que pernoctan, incluso más de un día en los alrededores del banco para poder cobrar los insignificantes 30 mil bolívares que le dan el banco en efectivo. Gente de más de 60 años de edad, algunos en sillas de rueda, algunos incluso con andaderas y algunos con bolsa de heces pegadas a la barriga, para lograr no solo ser los primeros al otro día, sino que no se acabe el efectivo después de dos o tres horas de cola. Por ello se exponen a ser atracados o abusados por vándalos, drogadictos y personas de baja calaña que han proliferado de manera alarmante en los últimos seis meses. Ya no es extraña la presencia de familias completas: padre, madre y cinco niños, recogiendo basura en las urbanizaciones y durmiendo por entre escombros en los edificios, arropados con cartones y en silencio absoluto para evitar no ser descubiertos por ese lumpen que comienza a pulular en las ciudades venezolanas.
Ha de ser que los altos personeros del gobierno no lo ven, porque simplemente les ocurre lo mismo que a todos los venezolanos: hicieron una permuta, se encierran en sus hogares "seguros" a las seis de la tarde hasta que salga el sol al día siguiente. Es decir, ya andar por ciudades como Caracas, Valencia, Puerto la Cruz, Barquisimeto, Ciudad Bolívar y etcétera, después de las siete de la noche, es mucho más que una temeridad. Comenzando porque ya no hay ningún tipo de comercio abierto, y terminando porque es imposible, repito imposible, conseguir un transporte. A ello debemos sumarle que se eliminó el patrullaje policial porque las patrullas quedaron si cauchos, sin aceite, sin baterías y sin repuestos de ningún tipo. Es hasta contradictorio ir a una estación policial a esa hora porque los policías de guardia no abren la puerta, lo atienden a uno por una ventanita. Hace tres días un amigo llamó a las once de la mañana a la policía y el que respondió le dijo simplemente que lo fuera a buscar porque no tenía ni motos ni patrullas. Quiere decir que los venezolanos le entregamos el país a la delincuencia, que en horas del día actúan no solo con impunidad, sino en complicidad con policías y guardias nacionales y en horas de la noche, con absoluta impunidad, por su cuenta. Un terrorífico submundo se apoderó del país después de las seis de la tarde. A esa tragedia se enfrentan los venezolanos de la tercera edad. Personas que le entregaron toda su vida al país, y que ahora, en las postrimerías de sus vidas, atraviesan el karma de soportar horas eternas de colas, con los mayores niveles de desconsideración, para cobrar, si acaso, 30 mil bolívares de la pensión en efectivo, que es exactamente, el monto de un café pequeño en una panadería. Mientras escribo esta columna, recuerdo el episodio aquel en la Grecia de la tragedia, por allá en el 2010, cuando un profesor universitario de 75 años, se asomó al balcón de su apartamento, lanzó a la madre de 92 que estaba en silla de ruedas y luego se lanzó él. Qué nivel de desesperación hay que tener para tomar una decisión de ese calibre.
Chávez era el hombre más respetuoso, más decente y más amoroso que yo he visto a lo largo de mi vida. Conozco la anécdota de un oficial que trató mal a una anciana y fue objeto no solo de una dura reprimenda, sino incluso de un arresto que duró varios días. Siempre entendió que la única forma de construir el socialismo, era poniendo al ser humano de primero, porque sin humanos nada es importante.
Pero contradictoriamente, es el gobierno iniciado por Chávez, el que más ha dignificado a los adultos mayores, muy despectivamente tratados como viejitos. De hecho, siendo yo reportero que cubría el Congreso de la República, viví escenas terribles de la represión policial durante la Cuarta República. Vi policías de entonces darle planazos a hombres y mujeres que a diario iban al parlamento a protestar por el monto miserable de sus pensiones. Para entonces, escasos 150 mil adultos mayores estaban pensionados. Chávez creo la Misión en Amor Mayor con el fin de entregarle pensión a todo aquel que pasará de 60 años en caso de los hombres y de 55 en caso de las mujeres.
Hoy en día, casi tres millones de venezolanos gozan de su pensión, lastimeramente tratados como basura. Lo que no he podido entender es cómo no han resuelto el terrible problema de cobrarla. No saben los genios del gobierno que este es un venezolano con características especiales y que todo funcionario necesita una inducción para atenderlo. No saben que la mayoría son personas con problemas ya de salud, fundamentalmente circulatorios, de hipertensión o hipotensión, cardíacos, hepáticos, renales, motrices, incluso sicológicos. Ignoran los funcionarios del gobierno que esas personas requieren de un trato especial y en consecuencia ameritan de una política dirigida específicamente a tratar con ellos. Cómo puede ser posible ver ese panorama de un montón de personas de más de 60 años, acostados en la acera de un banco para amanecer al otro día y ser el primero en recibir 30 mil bolívares en efectivo. Cómo puede ser posible que un gobernador o un alcalde, o un dirigente del Psuv, no se haga eco de esa tragedia y llame a buscar mecanismos que eliminen de una vez una situación de ese tipo. A quién le importa entonces la situación de tres millones de pensionados. Quién se ocupa de solventar esa tragedia.
Estoy absolutamente seguro de que el Arañero hubiera enfrentado ese problema; y además, ya más de uno hubiera pagado esa barbaridad. Y a cinco años de su muerte, en lugar de estar escribiendo imbecilidades, de estar llenando las redes sociales con discursos hipócritas de amor, de supuestos sueños y de recordatorios, lo reivindicarían más alzando una sola voz para hacer que el gobierno, el sistema bancario, la misión en amor mayor, Batman, la Liga de la Justicia, a quien carajo le competa, se avoque definitivamente a resolver el problema del pago de las pensiones de tres millones de venezolanos, quienes merecen más que un discurso pendejo, o un lagrimeo estúpido, que al fin y al cabo no sirven para nada porque al darles los 30 mil en efectivo, irán corriendo a tomarse un café… para hacer la cola de nuevo.
Caminito de hormigas…
Como sabemos los candidatos a la Asamblea Nacional Constituyente fueron escogidos a dedo. Y como sabemos, esa asamblea no ha servido para un coño, yo diría que para menos que un coño. Pues quienes pusieron a algunos de esos diputados, deberían explicar porqué sus postulados decidieron irse del país en plena crisis. Si, como lo lee, agarraron a su familia y chao. Justos cuando más se necesitan. Tremendos revolucionarios