Me niego a creer que el gobierno esté esperando por un golpe de suerte para enfrentar la grave crisis por la que atraviesa el país y por lo que viene.
Es una crisis complejísima que necesita de mucha estrategia para resolverla. De hecho, en términos simples la primera conclusión es que, en tiempos de la Cuarta República, el país estaba inundado de mercancía y de producción, las empresas trabajaban a capacidad plena y existía una dinámica económica que se hacía evidente en la dinámica financiera y en los viajes al exterior. De hecho, salir del país, era como algún día dijo Aquiles Nazoa, "el arte de viajar por kilos", casi un picnic. "Voy a Miami a limpiarme los mocos". Por cierto, el 97% de las personas que viajan a Miami, no salen de los centros comerciales, ni de las playas que con toda seguridad no son mejores que las de Venezuela. No conocen un museo, la historia de Miami, quienes fueron los aborígenes que visitaron esas tierras, y etcétera.
Pero no me quiero desviar. A pesar de los supermercados llenos, los mercados abarrotados y el comercio hasta los cogotes, no había dinero. Y no había duda que solo un sector privilegiado de la sociedad disfrutaba de todos esos beneficios. El tema del aumento salarial por decreto, que es una aberración de la economía, fue precisamente porque la voracidad del que tenía, era de tal magnitud que era incapaz de aumentar los salarios motus propio. Por ello, Carlos Andrés Pérez, como una medida populista, se tira un decreto de aumento de salario, que se hizo una cultura. Todos lo siguen desde entonces. A pesar de esa bonanza, la gran mayoría de los venezolanos estaba en la inopia. 36 de cada 100 venezolanos vivían en pobreza crítica, la desnutrición se estableció en 26%, uno de cada cien niños que entraba a la escuela primaria se graduaba en la universidad, había 500 mil bachilleres sin cupo, la sarna era un mal casi endémico, piojos y liendras iban a la escuela junto con los niños, el déficit de vivienda superaba largo el 60%. Es decir, la injusticia social era una brecha que cada día se hacía mayor. Eso explicó "El Caracazo" de 1989 y la brutal represión que desató el gobierno para represar la protesta de los sectores populares. Había mucho en los mercados, pero solo para un privilegiado sector social. El pobre no tenía con qué comprar.
Hoy día, el problema es inverso: el pobre tiene con que comprar, pero no hay qué comprar. Chávez no solo le dio un vuelco a la forma de gobernar, sino que incluyó a los sectores más empobrecidos dentro del festín del petróleo. Se abrieron universidades, escuelas como arroz, misiones de alfabetización para la tercera edad y todo aquel que no pudo estudiar cuando joven. Pero además generó una agresivísima política sanitaria plasmada en Barrio Adentro, CDI, CAT y el suministro de medicamentos, incluyendo las masivas operaciones de vista hechas en Cuba, las cirugías complicadas que no se hacían en Venezuela y que eran financiadas por el Estado, y paremos de contar. No contento con ello, el Arañero diseñó un vasto plan de construcción de viviendas por el que se está a punto de construir los dos millones de viviendas en todo el país. Y además, en reconocimiento a la enorme deuda social con su pueblo, se aplicó una enconada política de equipamiento doméstico en todas las comunidades del país. Lavadoras, neveras, aires acondicionados, televisores, congeladores, etc. "Cuándo imaginé que yo tendría un aire acondicionado para estos calorones mijo" me dijo Nicasia un día, una vieja de 86 años, allá en su casita de Las Palmitas. "solo mi Chávez, Dios me lo bendiga, lo podía hacer por nosotros", me dijo. La vi 15 días después de la muerte de Hugo y lloramos juntos como una hora. Dos meses después moría, creo que Hugo se la llevó.
Y además de todo eso, hubo el diseño de una estructura de distribución de alimentos, por cierto, la más grande del mundo, para que éstos llegaran a todos los hogares del país.
La guerra económica, que sin duda existe, acabó con todo eso. La empresa privada llevó la producción a pique e importó solo lo que le interesaba porque no tenía control de ningún tipo. Y la incompetencia del gobierno, contribuyó con ello. Quizás soportado en una supuesta capacidad de importación y de control estricto de la distribución de alimentos. Por ello acabaron con Mercal, los Pdvales y los Bicentenarios. El gobierno no se ocupó de filtrar primero al montón de ladrones que harían las importaciones y la distribución de alimentos. Y se inventaron las bolsas Clap como una forma de compensar la necesidad de la gente. Y además como una supuesta política económica. Pero cuando vieron que eso era insuficiente, el presidente dio los tickets del bono navideño, que ha sido el mayor acto de vandalismo del funcionariado del país, de los que quizás solo el 40% llegó al pueblo, el resto se los cogieron los responsables, funcionarios del gobierno, camaradas del Psuv y etcétera y etcétera, para comprar caña, juguetes, venderlos por menos del valor, como que si eso no le costara dinero al Estado. Y todavía aparecen ignorantes de siete suelas que aseguran que después que se los dan, pueden hacer lo que les da la gana con ellos. Es decir, este es otro tipo de delincuente y además peor, porque también dice que es revolucionario, o cree que lo es.
Ese bono lo dio Nicolás, precisamente para mitigar de alguna manera la grave crisis y el problema inflacionario, y no para que fuera un hijo de puta a comprar una caja de cerveza por 400 mil bolívares para seguir engrosando las arcas de Lorenzo Mendoza y le regalara 100 mil bolívares al licorero porque le aceptó la tickera.
Y por otra parte, y por añadidura, el bloqueo económico es real. Aunque el gobierno tuviera los dólares -que no los tiene- la banca internacional no los acepta, o lo baipasea, o le da largas para aceptarlos. Es uno de los problemas con las colas por gasolina. Los sesudos en inteligentes estrategas del gobierno se olvidaron que la estrategia del enemigo el global y que golpea por todos lados. No hay nada nuevo aquí. Es la misma receta -con sus variantes- que aplicaron en el Chile de Allende, en el Perú de Velasco Alvarado, en Brasil, en Croacia, Bosnia, Ruanda, El Congo y paremos de contar. La receta siempre es la misma, un fuerte bloqueo económico, acompañado de una agresiva campaña mediática. ¿Cuál es la sorpresa? No me vengan a decir como Lusinchi "El FMI me engañó". Hasta un ignorante como yo sabía que eso iba a ocurrir. De hecho, lo vengo escribiendo desde hace tres años.
Y los inventarios que hay en el país, difícilmente lleguen a marzo del año entrante. Es decir, todo apunta a que el primer trimestre del año entrante, será de graves pronósticos.
Como suele ocurrir, el gobierno no dice cómo enfrentará lo que se avecina. Pero no tengo dudas de que, dentro de las medidas que tome, dos son fundamentales, y además con carácter de urgencia: uno) un combate decidido, enconado y altamente represivo contra la corrupción. Y dos) convocar al poder popular organizado. Las comunas, las cooperativas, empresas de producción social, allí, en esos miles de mujeres, hombres y jóvenes que día a día trabajan sin descanso, está sin duda, el gen de la construcción de una nueva sociedad. Allí está la semilla para crear al hombre del futuro.