Maduro y el Magnate

Masburro es el que quiere tumbar a Maburro y no puede; cuesta pensar que aquí en la Patria de Bolívar y de Chávez exista un significativo grupo de gente llena de odios y de racismo al estilo KKK, tal la dirigencia de la MUD y algunos de sus acólitos.

Masburros es lo que son puesto que habiendo obtenido, aunque con trampas, la mayoría circunstancial de la Asamblea Nacional, fueron incapaces de administrar su logro que aunque chimbo logro fue, y ni con ello pudieron tumbar a quien ellos denominan despectivamente Maburro pero el Maburro les resultó Masastuto, inteligente y valiente, un Taco, pues.

Disculpadme -dilecto lector- por omitir usar comillas, tan indispensable para lograr una mejor comprensión de la lectura, pero es que la bochornosa prosa de los inteligentes Masburros de la MUD y, por añadidura, la de algunos mencheviques saltimbanquis, demanda irles a la zaga y sin refinamientos, tal como dice Carlos Ortega, que vamo a poneno bruto pa´ ve si nos entendemo (sic).

Pero lo cierto es que el Maburro -a mi modo de ver- se ha desempeñado como un gran maestro y se ha aferrado a la paz de Venezuela y tal vez a la del continente, exitosa y admirablemente, en medio de enormes dificultades, por lo que ha ido recuperando el más sólido apoyo popular.

Por otra parte, no piense usted -señor o señorita compatrioto o compatriota- que lo de Magnate es referido a Trump, eso sería salirme del tema; ya os he relatado el pote antes en alguna ocasión pero voy a hacerlo de nuevo a riesgo de que penséis de mí que soy calichoso;

A resulta que allá en la tan bonita ciudad Rio Caribe -cerca de Carúpano, donde Rosita Díaz preparaba los incomparables chorizos carupaneros que eso daba gusto, y todavía esa tradición culinaria perdura con más ahínco- había un imponente Burro al que por algo bautizaron como El Magnate.

Dicho Magnate se paseaba orondo, altivo, por las hermosas calles de Rio Caribe blandiendo su sable y las burras, desde sus bucólicos corrales le reviraban los ojos, como queriendo decirle ¡bah!

Pero el Magnate quizás pensaba para sí que ya vendría el turno de disciplinar a cada una de ellas en su momento oportuno porque siempre lo buscaban para cogerle crías. Dejó una prole que para qué te cuento.

Así que no es una afrenta ser considerado burro.



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Guillermo Guzmán


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