Chávez y la rebelión de los pardos

Homenaje a los 63 años de su nacimiento

El próximo 28 cumpliría Hugo Chávez 63 años de edad, lamentablemente no está con nosotros, se fue físicamente demasiado temprano, cuando apenas tenía 59 años de edad y estaba integralmente fuerte y lúcido y con un inmenso futuro por delante. Fue una lamentable pérdida tanto para los venezolanos como para el mundo, pero al fin y al cabo es una fatalidad, y, como tal, una real desgracia que debemos aceptar. Nos resta fijarnos detenidamente en su vida y en lo que ella significa, analizando sus aciertos y errores, análisis, que por cierto, no se puede pretender sean ni definitivos ni objetivos, primero porque la objetividad no existe y luego porque es muy pronto para intentar un juicio histórico. El proyecto político personal, el sentimiento y la emoción determinan en buena medida la forma de percibirlo. Al menos es mi caso y no lo oculto.

Comencemos por decir que Chávez es un pardo. Nació en el seno de una familia humilde de origen campesino que hizo vida en Sabaneta de Barinas, una pequeña ciudad periférica en el «Sistema Regional Urbano» que nos legó la historia de más de quinientos años de coloniaje: primero europeo y luego estadounidense, pero siempre eurocéntrico. En verdad Chávez es una cultura, cultura parda que se inscribe en lo más profundo de su personalidad, conformando el sustrato de su carácter. Fue la rama rebelde de esa cultura, pues, parodiando a José Saramago, quién se definía como un comunista genético, Chávez es un rebelde y un socialista también genético.

Hugo Chávez vivió en el marco del compromiso y el trabajo, con mucha alegría y energía vital. Siempre tuvo plena consciencia de vivir en un mundo lleno de injusticias y desequilibrios, males que debían y podían eliminarse construyendo un mundo nuevo guiado por la solidaridad, la benevolencia y el respeto hacia el otro. Durante los años que trabajé cerca de él, pude constatar en muchísimas situaciones esa condición; por eso siempre dije y así lo sostengo, que fue en todos y cada uno de sus actos un hombre autentico, con ganas de hacer la revolución y confianza en lograrlo. Recuerdo que estando encargado del Ministerio de Infraestructura en diciembre del 99, al final de una cuenta conversábamos y le comenté que «desgraciadamente para mí y después de casi 53 años de lucha revolucionaria, dado que ya tenía 65 años, estaba muy feliz de participar en el inicio del cumplimiento del sueño, pero que difícilmente lo vería hecho realidad»… me comentó sonriente «no estés tan seguro, trabajemos duro y tal vez lo veamos», lamentablemente no pudo verlo, pero luchó a brazo partido por lograrlo.

La especie humana, como todo lo vivo, es un sistema complejo, dinámico y eternamente cambiante que se organiza en «Espacios/tiempo/culturales», conducido por pulsos culturales. Su lucha ascentral por la justicia se remonta a los tiempos en que surgió la civilización con sus ciudades separadas del campo, su cultura patriarcal y la propiedad privada, constituyendo diversos tipos de estado, desde los diversos imperios hasta la ciudades/estado y los recientes estados/nación que nacieron con el capitalismo, y que hoy constituyen unos de los elementos principales del Sistema Capitalista Mundial. Desde hace unos diez mil años –con la aparición de la civilización antes descrita– lo que es común a la humanidad y por ende propiedad de todos (la tierra, el agua, el aire, las riquezas producidas, y la misma especie) ha sido expropiado por una minoría, despojando a las inmensas mayorías –la multitud, en términos de Negri– de su tenencia, y sometiéndolas, al mismo tiempo, a una explotación continua mediante la imposición de una cultura que domina sus mentes, pero que cuando ella no basta, cosa que sucede con inusitada frecuencia, recurren a la fuerza de las armas, llegando muchas veces al genocidio y a los más abyectos asesinatos, caso, por ejemplo y en nuestros días, de los crímenes de odio.

Hugo Chávez comprendió, desde muy temprano, que la emancipación nacional completa e incluso el pleno ejercicio de la soberanía, no podía darse en el seno y con la sola fuerza de un único país. Lo internalizó buscando sus raíces, que también son las nuestras, en la historia real vivida en las sierras y los llanos de Venezuela, en cabeza de Pedro Pérez Delgado (su abuelo), de Ezequiel Zamora y de tantos otros. Pero sobre todo en Simón Bolívar y su lucha por construir la Patria Grande. Al internalizar desde una perspectiva actual el pensamiento bolivariano y la lucha de tantos hombres (de la humanidad toda y por siempre) por defender lo que es común y por ende nuestro, comprendió que solo uniendo en un proyecto común a nuestros pequeños países contra el capitalismo/colonial, podríamos abrir las compuertas para practicar verdaderamente la soberanía y desarrollar a nuestros pueblos fuera de la férula capitalista, eliminando así las desigualdades y las exclusiones. Estos dos elementos –mantenimiento de la soberanía y construcción del socialismo bolivariano– que forman parte del «Plan de la Patria hecho por él» es el sustrato del proceso bolivariano y siempre estuvieron presentes en sus sueños y proyectos, y por eso forman parte de su legado.

Solo es dable alcanzar lo real/posible. Chávez comprendió que solo distribuyendo a fondo la renta podría sentar las bases para convertir a Venezuela en una potencia mediana, y a «Nuestra América», de seguir nuestro ejemplo, en un Polo de Poder en el Mundo pluripolar, ese mundo que al emerger de la crisis terminal de la hegemonía estadounidense, alumbra con fuerza la crisis terminal de la civilización patriarcal que la contiene.

En el fondo quiso romper con el estigma de pueblo rentista que nos han endilgado los ideólogos eurocéntricos de derecha o de izquierda, quienes, al utilizar la palabra con carácter peyorativo y como un dispositivo para desmoralizar a nuestro pueblo, se olvidan que todos los países generan renta y que sus elites dominantes la distribuyen para quedarse con la parte del León. Así fue tanto en Venezuela como en todos los países periféricos/colonias del Sistema Capitalista Mundial: no hubo un solo país colonizado primero y dependiente después cuyos productos agrícolas o mineros no produjeran una renta mayor para los países centrales/coloniales y menor para los periféricos/colonias. Venezuela no es una excepción, no constituye una singularidad, es, en todo caso, una particularidad en el Sistema Mundo Capitalista propia de su condición de país periférico/colonial/petrolero.

Al ponerle un límite a las divisas que van al Banco Central y de allí al Presupuesto que alimenta la institucionalidad «prosistema/capitalista», parasitaria y conservadora, pudo crear instituciones paralelas que impactan la pobreza y alimentan los planes de desarrollo soberano con carácter parcialmente «antisistema/capitalista», como fábricas, ferrocarriles, metros, represas, plantas eléctricas, hospitales y misiones como barrio adentro, mercal, etc. En estos proyectos nuestro pueblo no muestra la ineficacia, ineficiencia y flojera que los ideólogos del «país rentista» le atribuyen, mientras que las instituciones «prosistema» que ellos manejan (públicas y privadas) y que son mayoría, sí presentan estos males y de manera grosera. Como un comentario que ilustra, y refiriéndonos al negocio del petróleo que dicen nos hace rentista, este es el producto de una mina cuyo precio proviene de una relación comercial internacional ajena a nuestro trabajo, y es bueno enfatizar que del precio pagado por un inglés o un estadounidense por llenar un tanque de gasolina de su vehículo, el setenta o más por ciento pasa como impuesto/renta a su gobierno. Entonces: los países centrales ¿son o no rentistas? Creo que al igual que todos los países del sistema mundo capitalista lo son y es por la renta imperialista que tienen más cosas que nosotros y que el mundo está como está.

Con su empeño en invertir endógenamente buena parte de la renta petrolera que antes nos robaban las clases imperiales, para erradicar la pobreza y equilibrar en algo las enormes diferencias sociales, impulsando un plan agrícola/industrioso que nos proporcione la soberanía alimentaria e incremente el desarrollo ecosocialista, dábamos un ejemplo a todos los países periféricos del Sistema Mundo que el imperialismo resentía. De allí proviene en buena medida el odio que le tenían y le tienen, tanto el imperio colectivo como las clases dominantes socio/culturales/imperiales. Esta condición necesaria para alcanzar la soberanía la debemos, en buena medida a la visión de la cultura parda que sostenía al presidente Chávez, y ello, lamentable pero inevitablemente, incrementó el odio racial.

Esta prédica general no fue, por supuesto, suficiente, faltó un Plan Territorial Integral que no fue propuesto por los ministros y los asesores presidenciales que tenían los conocimientos y los equipos con competencia en esa área. Esta es una de las fallas estratégicas que han generado derivas equivocadas en el hacer y que son causa de muchos de los problemas que nos agobian, es el caso, por ejemplo, del abandono de la política de desconcentración territorial que estaba en el programa de gobierno de Chávez; más bien exacerbamos la tendencia histórica/capitalista de concentrar la población en el área metropolitana (la nefasta directiva de «otra Caracas dentro de Caracas»); acentuamos el modo económico industrial, que privilegia el valor de cambio por sobre el industrioso, que lo hace con el valor de uso. Pero el mayor error fue mantener el mito de que somos un país rico porque tenemos ricas minas, quitándole el acento al compromiso, la educación y al dar/recibir, fórmula cardinal para formar hombres y países, que pueden estar en pobreza relativa, pero que no son pobres.

Mucho se ha escrito sobre el papel de la personalidad en la historia y mucho se ha vivido, desde que Plejánov en 1898 escribiera su célebre estudio que lleva ese nombre y donde, entre otras cosas, dijo que «Los individuos pueden influir en los destinos de la sociedad. A veces, su influencia llega a ser muy considerable, pero tanto la posibilidad misma de esta influencia como sus proporciones son determinadas por la organización de la sociedad, por la correlación de las fuerzas que en ella actúan… El carácter del individuo constituye un ‘factor' del desarrollo social sólo allí, sólo entonces y exclusivamente en el grado en que lo permiten las relaciones sociales. Determinados individuos también reflejan el carácter de su época y de su clase»

Hugo Chávez representó el carácter de la nueva época que está viviendo nuestra América del Sur y Caribeña, pues supo montarse sobre la implosión de la IV republica, darle esperanzas a las masas preteridas de nuestra América y revivir el sueño redentor en los viejos revolucionarios de manera creativa. Quiso actualizar y concretar el sueño de Bolívar que no es otro que un gran estado pluricultural que arrope en una confederación a republicas soberanas y americanistas. Para concretar este sueño se necesita una nueva percepción de la historia y de la vida, que nuestro mundo intelectual no quiso o no pudo proporcionarle, aparte de que fue tanta su lucha por mantenerse en el poder y, al mismo tiempo caminar un poco hacia sus objetivos, que la riña y sus enemigos lo consumieron y probablemente lo asesinaron. Desde antes de asumir el gobierno Chávez fue combatido con toda la fuerza obsesiva que da el racismo y la probable pérdida del control material de los negocios que proporciona el rentismo. Por esos caminos: negocios del rentismo y odio racial, lo combatieron hasta el día de hoy y lograron liquidarlo físicamente en su momento.

El mayor homenaje que se le puede hacer a un hombre como Chávez, es llevar adelante la ANC que se instalará el próximo 30 de julio, justo 2 días después de su onomástico, pensándola con los ojos puestos en la proposición de reforma del 2008; creo que en este momento son muy importante cuatro cosas: Una, diseñar e instalar una nueva institucionalidad que modifique la geografía del poder, incluyendo una nueva legalidad, pues no podemos continuar hablando de revolución si no modificamos sustancialmente la estructura socio/institucional vigente y corrupta, para establecer una relación biunívoca entre elector y elegidos con mecanismo para la rendición de cuentas directa, y si no instituimos la democracia participativa en todos los organismos, tanto los del Estado como los privados. Dos, no podemos hacer ese camino si no estamos apoyados en un sistema de planificación estratégica transversal a toda la estructura socio/cultura, basado en el recibir/dando y en el compromiso público y privado con la revolución, así como en el respeto al Proyecto Nacional Territorial que la ANC tiene el compromiso histórico de implantar. Tres, no olvidar el apotegma que tanto gustaba a Chávez «no poner la carreta delante de los caballos, no pensar que la economía determina la política»; creo que el principal problema es cultural, es cómo percibimos el mundo: si lo hacemos con mente descolonizada antisistema o si seguimos pensando y actuando sumisos a la ideología de los economistas (sacerdotes de la religión capitalista) o si procedemos como revolucionarios que ven en la cultura, en el diseño planificante y en la mente racional/emocional, el orden político a seguir. Y cuatro, profundizar la alianza cívico/militar, pues mucho de la nuevo y lo particular de nuestra revolución está en esa modalidad política, sin esa alianza no estaríamos en el poder; como dice Humberto Maturana, debemos traer con nuestras manos la vida a nuestra mente y a la política y, en este sentido, debatir con los militares la nueva institucionalidad y su papel dentro de ella, ni su excesivo pragmatismo diletante ni nuestro abstraccionismo paralizante.

Si lo hacemos Hugo Chávez podrá descansar tranquilo y nosotros estaremos satisfechos de haber cumplido su legado. Paz a sus restos y compromiso y honor a su memoria.

joseluispachecos@yahoo.com



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José Luís Pacheco Simanca

Ingeniero Civil (ULA). Fue fundador del (MIR) en Mérida en 1959 y secretario de organización y de formación ideológica en el Dto. Federal y el Edo. Miranda. Coordinaba el apoyo logístico al frente guerrillero El Bachiller y dirigió revistas Rojo y Negro, órgano del MIR y Vanguardia, del Movimiento Marxista Leninista de Venezuela– MMLV– en 1965. Estuvo preso por revolucionario. En 1997 participó en el Plan de Gobierno de Hugo Chávez. En 1999 fue Viceministro y Director General del Ministerio de Transporte y Comunicaciones, luego Viceministro de Planificación. En 2000 fue Viceministro de Energía en el Ministerio de Energía y Minas con la misión de coordinar la elaboración del Plan Nacional de Energía. En 2001 fue director principal de la Junta Directiva del Banco Nacional de Desarrollo (Bandes). Posteriormente fue director principal de la Junta Directiva de Bandes Uruguay, hasta 2010. Fue Presidente de la Fundación Teatro Teresa Carreño. Es autor de varias publicaciones.


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