Uso de armas químicas

¡Qué bella Jhonelly, pero sin alma!

¡Wao! Venezuela (el pueblo venezolano) se quedó boquiabierta, estupefacta, al regarse por las redes sociales los comentarios de la bella enfermera Jhonelly Narváez, del hospital Merideño Sor Juana Inés en relación a la forma como se debía acabar o ejecutar a "cualquier franelirojo" con pinta de tierrúo Chavista" que llegara a cualquier centro asistencial con alguna enfermedad. Ella los llama "malditos tupamaros", pero en realidad ya en su "alma" lo que está alojado es el veneno asesino en contra de todos quienes apoyamos este proceso de cambios iniciado por el Comandante eterno y continuado por el Presidente Nicolás Maduro. Esta enfermera me recuerda aquella vieja canción del señor Ricardo Cocciante quien en 1974 hiciera popular la melodía Bella Senzánima o Bella Sin Alma. ¡Qué bella Jhonelly, pero sin alma!

Esta forma macabra de asesinar selectivamente a grupos de personas ya ha sido utilizada por famosos exterminadores. Creíamos que ese tipo de personas solo podía existir en países alejados, en pueblecitos encumbrados llenos de bosques y con muy baja temperatura, por allá lejos en Asia o en la Vieja Europa, y asociábamos estos personajes a seres maltratados en la niñez, con existencias llenas de maldades y bajo pobrezas insuperables, en muchos casos violados por sus padres. Pero Jamás imaginábamos que una guerra mediática y psicológica, con una lluvia incesante de "mensajes de odio y terror", con la deliberada tergiversación de la verdad, con la prefabricación de la noticia maliciosa con el fin de "quebrar" la racionalidad y poner a funcionar "lo reptil" que todos tenemos, iba a producir ese efecto paranoico tan terrible y difícil de erradicar en años, y menos en una población a todas luces estudiada, preparada, de buena presencia.

A todas luces Jhonelly Jhosellyn no es el tipo de persona (quiero decir que no tiene el fenotipo) que se degrada hasta lo más profundo de ese abismo existencial. Ella luce bien, bonita, de buena familia.

Habíamos oído la posibilidad de que la CIA estuviese considerando el uso de sustancias químicas (más exactamente la versión radiactiva del metal Talio) como armas mortíferas para liquidar o quitarle la vida al mítico Fidel Castro Ruz, cosa que no pudieron concretar.

Nos escandalizamos cuando leímos que Hitler, Mengele, Heydrich, et al. decidieron utilizar Zyklon B para producir un gas tóxico que eliminara al mayor número de Judíos en el menor tiempo posible. Y sabemos que los efectos de este gas aceleró exponencialmente la muerte de tantos inocentes, ancianos, mujeres, niños, jóvenes.

Siempre nos ha alarmado el uso de sustancias tóxicas de forma masiva. Hasta ahora, sólo se han producido tres casos de uso de este tipo de armas de forma indiscriminada contra civiles.

  • Ha sido dicho que en octubre de 2002, las fuerzas especiales rusas introdujeron un gas paralizante en el teatro Dubrovka, de Moscú, donde 42 terroristas chechenos retenían a unos 800 rehenes. Los secuestradores fueron liquidados, y al menos 129 rehenes fallecieron, la mayoría intoxicados. Se ha especulado que las fuerzas Rusas utilizaron un derivado del fentanilo, un anestésico.

  • La secta mística-apocalíptica japonesa de la Verdad Suprema, en marzo de 1995 mató a 12 personas con gas sarín -20 veces más letal que el cianuro- en el metro de Tokio, y causó el pánico. La secta no se limitó a este gas nervioso. Utilizó el gas VX, un agente neurotóxico de guerra, contra cuatro enemigos (sólo murió uno), y trató de conseguir carbunco (conocido como ántrax), toxina botulímica y el virus del ébola.

  • El otro caso de ataque contra civiles fue el de los sobres con esporas de la bacteria del ántrax, enviado en el otoño de 2001, tras el 11-S, en EE UU. Siete cartas causaron 22 afectados. Cinco de ellos murieron. Tras 8.000 interrogatorios, aún no se ha identificado al atacante.

Hay otros casos famosísimos pero individuales, que dan cuenta del uso de armas químicas como forma de eliminar seres humanos.

La muerte del ex espía ruso Alexandr Litvinenko con el uso de Polonio 210 amplió el catálogo de las armas químicas mortíferas. El propio Litvinenko había dicho, tal vez premonitoriamente: "En nuestra agencia (es decir el KGB y en su sucesor ruso, el Servicio Federal de Seguridad, FSB) el veneno (...) se veía simplemente como una herramienta normal".

El disidente búlgaro Georgi Markov, muerto en Londres, aunque en plena guerra fría (1978), por un veneno administrado con el célebre paraguas asesino. Markov, que emitía a través de la BBC programas críticos con el régimen comunista búlgaro, sintió un pinchazo en el muslo derecho mientras esperaba el autobús en el puente de Waterloo. Era un balín con ricina, una toxina que se extrae de las semillas del ricino, lanzado con un paraguas diseñado por el KGB. Murió a los tres días.

Y algunos otros casos terribles de asesinato o ejecución utilizando armas químicas.

Lo que propone la bella enfermera Jhonelly Jhosellyn Narváez es emular a Hitler, a las Fuerzas Rusas, a la secta Japonesa Verdad Suprema. Es sencillamente terrible y es una prueba de la macabra labor que los medios y las redes sociales han hecho en la psiquis del venezolano común: han despertado los más bajos instintos reptilianos. Es sencillo entender lo que le ha pasado a Jhonelly, pero decimos que debe ser castigado ejemplarmente.

Finalmente les confieso que me da miedo pensar que de sufrir un accidente jugando football, tenga que ser llevado al Sor Juana Ines, y como la franela del equipo es roja, se envalentonen y cumplan la idea de la bella Jhonelly, aplicándome Cloruro de Potasio y acaben con este humilde profesor chavista.

Les pregunto, amigos, ¿Solo van a despedirla o se le abrirá un juicio?






 



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Oswaldo Abarca

Profesor de la Universidad Politécnica Territorial de Mérida

 oswaldoabarcam@gmail.com

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