Asamblea Nacional debe pronunciarse sobre la Guerra Civil Española

En momentos en que se cumplen 70 años del inicio de uno de los capítulos más terribles de la historia contemporánea como fue la Guerra Civil Española, la Asamblea Nacional no puede dejar de pronunciarse por la importancia que tiene para el proceso bolivariano este acontecimiento.

Los destinos de Venezuela y España coincidieron en 1936 acaso como nunca antes había ocurrido. España venía de una gran victoria popular: el triunfo de la izquierda en las elecciones municipales de abril de 1931 que fue interpretado como un referéndum y el rey Alfonso XIII tuvo que abdicar y salir del país.

España era uno de los países europeos más débiles y atrasados política y económicamente. La mayoría de las tierras de labranza estaban en manos de la Iglesia Católica desde la Edad Media, que imponía a los campesinos condiciones feudales de producción agrícola. La dura vida en el campo motivó las migraciones internas hacia las ciudades en busca de trabajo en las nuevas industrias.

Éstas se habían desarrollado especialmente en Cataluña y el norte (Asturias y el País Vasco), lo cual a la vez había estimulado el surgimiento de un proletariado urbano que para la época de la Guerra estaba bien organizado (la Confederación Nacional del Trabajo, de inspiración anarquista, contaba con dos millones de afiliados mientras que la Unión General de Trabajadores, socialista, con alrededor de un millón 300 mil).

Durante cinco años, desde 1931, se sucedieron gobiernos demócratas burgueses hasta que en enero de 1936 triunfó el Frente Popular, coalición de partidos de centro, izquierda y comunistas, que aspiraba profundizar las reformas sociales tímidamente emprendidas por los gobiernos anteriores.

En España, como había vaticinado Marx, la revolución parecía a la vuelta de la esquina. Sin embargo, el alzamiento de un puñado de militares de alta graduación, casi todos veteranos de las guerras coloniales en África, abortó violentamente el experimento democrático. A ellos se sumaron los sectores fascistas, monárquicos, católicos y contrarrevolucionarios de toda calaña. Franco logró coordinar todos estos variopintos reaccionarios en un solo objetivo: aplastar al gobierno legítimo así fuera a costa de una terrible guerra, como efectivamente sucedió.

Para ello Franco contó con el apoyo de Hitler y Mussolini, mientras que la República fue defendida por las milicias populares, las Brigadas Internacionales, la solidaridad irrestricta de los artistas e intelectuales más lúcidos de España y el mundo así como el apoyo efectivo de los dos gobiernos amigos de la Unión Soviética y México.

Venezuela, mientras tanto, tras la muerte del dictador Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935, se abrió un importante proceso de emergencia social, de sindicalización de obreros y campesinos de organización de los estudiantes y surgimiento de partidos políticos. Ya en 1936, en plena huelga de trabajadores petroleros que exigían mejores condiciones laborales, la dirigente comunista zuliana Olga Luzardo señaló en un mitin las similares condiciones de los traajadores tanto en España como en Venezuela, y llamó a la solidaridad con la República Española amenazada por el fascismo.

El pueblo venezolano siguió con mucha atención los sucesos españoles, se alegró cuando el avance franquista fue detenido a las puertas de Madrid, se entristeció cuando supo del asesinato del gran poeta Federico García Lorca, mandado a matar por el general fascista Quiepo de Llano, se enfureció cuando se enteró del bombardeo de la aviación nazi a los pueblos vascos, entre ellos Guernica y Bolívar, esta última cuna de los antepasados de El Libertador.

Hubo también venezolanos que se fueron a España a luchar por sus ideales. El caso más célebre fue el de Oscar Pantoja Velásquez, joven estudiante y militante comunista de El Valle, cuando éste aún era un pueblo conectado a Caracas por tranvía. Apasionado, idealista, Oscar se presentó en la embajada de España a ofrecerse como voluntario a las Brigadas Internacionales pero no lo admitieron por ser demasiado joven. Entonces, engañando a sus padres, se embarcó a Francia y de allí pasó a España. Murió con el fusil en la mano, luchando en el sector Pozuelos de Madrid. El retorno de sus restos a Venezuela se convirtió en un acto antifascista. Por supuesto no faltó quien desde la prensa burguesa usara la muerte heroica de Oscar para hacer propaganda anticomunista, diciendo que había sido un joven confundido por “el veneno izquierdista”.

Nosotros en abril de 2002, vivimos un intento de golpe fascista muy similar al que llevó a cabo Franco en España. Si Carmona Estanga hubiera triunfado en su criminal aspiración de emular a Franco, habríamos tenido una terrible represión como la que padeció España durante la postguerra, cuando fueron asesinados miles de luchadores antifascistas que no pudieron escapar del país.

Afortunadamente el pueblo en la calle impidió que la intentona fascista de Carmona y su combo se convirtiera en un guerra civil con saldo de miles de muertos. Por eso, para recordar lo que pasó en España y para evitar que se pueda repetir aquí en Venezuela, es necesario que la Asamblea Nacional se pronuncie. De esta manera se estará rindiendo un merecido homenaje a los hermanos españoles que lucharon contra el fascismo y a los miles que hoy luchan por derrocar la monarquía y retomar el hilo constitucional republicano que fue cortado en España por la sanguinaria aventura del asesino Franco y sus compinches nazifacistas.

*Escritor y periodista



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