Aunque no soy historiador, amo la historia. La aprendí a amar con mi profesor de Historia de Venezuela de tercer año, Simón Sáez Mérida, dirigente mirista muerto de la manera más absurda: atravesado en el cuello por una cabilla lanzada por un malandro desde el puente de Coche. Me encantaban sus clases y toda la dinámica que él generaba.
Suelo decir que los periodistas escribimos la historia hacia adelante. Es decir, la historia que será. Por ejemplo, este reportero escribió todo el proceso de la cotidianidad de la Asamblea Nacional Constituyente, que era publicado día a día en el diario El Mundo, vespertino entonces, en forma de crónicas. Era una columna que se llamaba "Crónicas parlamentarias". Es el único testimonio que existe escrito en crónica. Lastimosamente no he encontrado la forma de publicarlo en un texto completo.
Pero Sáez Mérida me enseñó una historia que no estaba en ningún libro, mucho antes de Chávez y de alguna manera también me enseñó a usar la dialéctica aunque todavía no conociera yo el marxismo. Esa es sin duda la herramienta más extraordinaria como instrumento de análisis y de interpretación de los hechos que se haya creado. Cuando se aprende a utilizar, me atrevo a decir que es imposible la equivocación. Es un método científico que todo estudioso e investigador debe emplear. De ser así, sin duda el mundo fuera otro, y la historia sería antes y después de Marx.
Por ello cuando comencé a leer historia, rápidamente deseché escritores e intérpretes que no me decían nada. No me fue difícil llegar hasta los grandes investigadores e historiadores marxistas o al menos pensadores marxistas. Mario Sanoja, Juan Bautista Fuenmayor, Iraida Vargas, Miguel Acosta Saignes, Vladimir Acosta, Jacinto Pérez Arcay, y tantos otros que escapan a mi memoria. Y la historia es una de las razones por las que amo a Chávez porque nos habló de una historia cotidiana, del papel de las mujeres, del valor del pueblo y no simplemente de los héroes. Siempre admiré la pasión de Chávez por la historia y sus hechos y además lo claro que la entendía a pesar de no ser marxista de formación.
Pero cuando escuché a Henry Ramos hablar de Zamora, me llegó de inmediato a la mente tres textos que leí en su momento y me impresionaron mucho. Me encantaron además. Uno de Federico Brito Figueroa, cuyas obras me apasionaban no solo por su erudición, sino porque escribía pedagógicamente, con puntos y comas, como un abc para que hasta un ignorante como yo lo entendiera. Yo amaba sus conferencias allá en la UCV, porque efectivamente explicaba la historia como si estuviera contando un cuento. Por eso cuando Chávez habló por primera vez de Zamora, recordé ese texto: "Tiempos de Ezequiel Zamora". Fue allí donde descubrí que además me habían enseñado una historia de mentira. Fue en ese libro donde entendí que la historia la escriben los vencedores. Brito Figueroa me hacía recordar, yo, con una sonrisa en el rostro, a Sáez Mérida, el gran revolucionario que me enseñara la historia por primera vez. En ese texto descubrí que no era cierto lo del civilismo de José María Vargas, y que simplemente la historia representa a un sector o a otro de la sociedad. Vargas no era más que un oligarca, o un representante de ellos. Y estoy seguro que Henry leyó ese libro, pero él, que no es un oligarca, simplemente representa los intereses de la oligarquía. Zamora debe ser un bandido, desflorador de niñas, como lo describe Henry porque es la descalificación contra alguien cuyas ideas atemorizan. Apenas era 15 meses mayor que Marx. Y decir en esos tiempos "tierras y hombres libres" era precisamente enarbolar un concepto sobre el que se sustentó Marx para desarrollar toda su teoría. ¿O es que la propiedad privada no es la contradicción fundamental entre explotadores y explotados? ¿O es que la libertad no es precisamente el gen de la construcción de una nueva sociedad? Faltaban 53 años para que se produjera la Comuna de París. Es decir, que Zamora hablaba de cosas que aún no ocurrían en Europa. Henry simplemente expresa el temor de los sectores dominantes sobre la posibilidad cierta de que aparezca en la conciencia colectiva un héroe del calibre de Zamora. Cuando Zamora declara "tierra y hombres libres", se enfrentaba a un sistema de dominación que ya tenía varios siglos: las encomiendas, tétrica figura jurídica que le daba al encomendero tantas tierras como podía explotar a costa de los esclavos a cambio de un quinto para el Rey. Ese es el gen de la propiedad privada en Latinoamericana y de la oligarquía. El más ruin de todos. Zamora se enfrentó a ello en la figura de la oligarquía con una sublevación armada, por lo que podría decirse que Zamora es el precursor de la guerrilla en Venezuela.
En cuanto al tema de la desfloración. No lo sé. Y honestamente no lo dudo. Era una figura casi cultural que los vencedores tomaran todo, incluyendo mujeres y niñas. Henry lo sabe, ha ocurrido en todas las guerras del mundo, y de manera salvaje. No dudo que tropas patriotas lo hicieran también después de ganar una batalla y de meses de no ver a una mujer. Pero también la oligarquía se prestó para eso. Porque con toda seguridad que Henry conoce bien el caso de la Casa Bella, aquella donde la godarria valenciana le dio una fiesta de bienvenida a las huestes de Boves organizada por la vieja Malpica. Querían congraciarse con el canario asesino, que efectivamente hizo una carnicería esa noche, al matar a todos los godos presentes, incluyendo a la vieja Malpica quien fue atravesada en la boca del estómago por una lanza y clavada en la puerta principal donde duro dos días viva para finalmente morir. Cerquita de la casa donde vivían los padres de Henry ocurrió eso, en Valencia, si mal no recuerdo en 1822.
Hay una novela, extraordinaria por la crudeza de su narrador, La Piel, escrita por el ex capitán del ejército italiano Curzio Malaparte, quien fue traductor de los aliados en Italia al final de la Segunda Guerra Mundial. Además de desfloración de niñas, había violación de niños por parte de las triunfantes tropas aliadas. Hay libros que narran la barbarie nazi contra mujeres, niñas y niños rusos. Y testimonios de la barbarie cometida por soldados ingleses y yanquis contra mujeres y niñas alemanas a la caída del régimen. Y hasta videos de las barbaries cometidas por soldados soviéticos cometidos contra mujeres y niños alemanes.
Más acá, la guerra de Vietnam está llena de episodios de aldeas completas donde entraron patrullas gringas y mataron a mujeres, niños y ancianos, luego de violarlos. Algunos casos incluso fueron tan despreciables que los soldados fueron juzgados por sus propios tribunales militares y condenados.
Durante la guerra de Irak, hay algunas crónicas de periodistas donde hablan de violaciones en aldeas por donde pasaban los vencedores, no solo de niñas, sino de mujeres y niños que se sospechara eran partidarios de Sadam Hussein.
Y qué decir de la barbarie que se desató en la segunda parte de la Guerra de los Balcanes, cuando el imperio impulsó el desmembramiento de Yugoslavia a la muerte de Tito. Serbia, Bosnia, Macedonia, Montenegro. Hoy en día existen organizaciones de mujeres que andan por el mundo pidiendo justicia y juicio contra los autores de la barbarie que allí se cometió contra mujeres y niños.
No hace mucho, un tribunal de las Naciones Unidas encontró culpable a tres soldados uruguayos que violaron a unas niñas en Haití durante la crisis de ese país después del terremoto. Qué decir de La India. Y ya comienzan a aparecer testimonios del animalismo que se cometió en Siria.
De manera que me parece un recurso bien pobre ese de Henry de hablar de desfloración, que es simplemente una burda manipulación, seguida por un montón de imbéciles que le aplauden su "sabiduría".
El segundo libro que recordé cuando escuché a Henry decir sus sandeces, fue el de José León Tapia, un médico prestado a la historia. Tuve la dicha de conocerlo, entrevistarlo, ser su amigo. Me contó muchas cosas sobre Chávez que jamás publicaré. Todas buenas por cierto, porque ese médico barinés amaba al Arañero. "Por aquí pasó Zamora" es un libro incluso sabroso de leer. León Tapia me contó que se basó en las narraciones de algunos viejos que eran niños cuando conocieron al general.
Y el tercer libro que me llegó a la mente, es un libro que curiosamente se conoce poco, aunque a su autor no. ¿Quién no sabe en Venezuela –y en el mundo- quién es Domingo Alberto Rangel? Pues este merideño escribió un libro que se llama "La batalla casi perfecta", digamos que a cuatro manos con su hermano Luis Enrique Rangel Burgoin, Ministro de la Defensa de Luis Herrera Campins. Pues resulta que la "Batalla de Santa Inés" está considerada como una de las épicas más geniales de la historia militar del mundo. Aún hoy se estudia en las academias militares de Francia. Los profesores la explican como uno de los diseños de la estrategia y uso de la táctica militar más complejos y eficientes pensados por militar alguno.
¿Zamora un héroe? Pero sin ninguna duda. Y sin duda que les debe meter mucho miedo no solo a la burguesía y a sus representantes de la oposición, sino a mucho chavista disfrazado que pulula en el gobierno. Por ello, ya es hora de descubrir al héroe en su plenitud.
Tal vez algún día se descubra también que la Batalla de Ayacucho se considera una de las más grandes batallas diseñadas por estratega alguno. Y que Antonio José de Sucre fue el Mariscal de Campo más joven que ha tenido la historia militar del mundo, mucho antes que se hablará de los grandes oficiales nazis y del genio de Rommel.
Solo falta una cosa, y es mi gran preocupación desde siempre, necesitamos que los niños sepan esto. Necesitamos que el 75% de la población venezolana que tiene de 30 años para abajo, conozca a sus héroes. Para los niños en la escuela, la comiquita, para los adolescente, la novela, incluso protagonizada por ellos mismos. Para los más adultos, la película. Nada de eso existe. Es lamentable y es urgente.
Caminito de hormigas…
La banca está obligando a la gente a transferir el dinero de su cuenta de ahorro para la cuenta corriente, bajo amenaza de cerrarles la cuenta. ¿La razón? Que en la cuenta de ahorro deben pagar 12% de intereses. Pregunta: ¿esto es legal?