¿Acatar la ignominia?

La decisión del Tribunal Supremo de Justicia (¿?) pasará a la historia de la ajusticia más asombrosa que se haya cometido en el mundo. La humanidad, la pobre maltrecha, a fuerza de sobredosis de alineación y de injusticia, escucha y no sale de su estupor.

En menos de 4 meses, el fascismo neoliberal, ha pretendido imponerle al pueblo venezolano, un retroceso histórico inadmisible: de la Edad Media, a la Edad de Piedra.

La Edad Media nos fue impuesta el 11-A por los medios de desinformación, por el poder económico, por el poder sindicalero, por las mafias internacionales (Opus Dei, sionismo, imperialismo norteamericano, CIA, Departamento de Estado, transnacionales, FMI, los perros de la guerra, y todas las plagas que saquean la vida de los seres humanos y de la tierra), al ejecutar en Venezuela, un golpe de estado cívico-militar, mediático y sangriento, que proclamó la auto designación de un reyezuelo: Pedro Carmona Estanga, como presidente de una república paralela y virtual, avalada por una reunión, que el Country Club realizó el día 12-A, en el Salón Ayacucho de Miraflores.

La imposición de esta novedosa Edad Media, fue enfrentada por la movilización revolucionaria del pueblo y los militares patriotas de la FAN. Todos los sectores dignos, decentes, éticos y humanistas de este pueblo, evitamos que se consolidara una dictadura fascista con la complicidad de la oscuridad que gobierna al mundo.

Pero las bestias no cesan en su empeño. Los millones de dólares de los que dispone la conspiración nacional e internacional, para derrocar nuestra revolución, compró la conciencia de los 11 magistrados, golpistas también, del TSJ. La intención: crear una crisis institucional que les permita abalanzarse, con toda su saña clasista y racista, sobre el Presidente Chávez, quien es realmente su presa de caza. Porque mayúsculo fue el ridículo que puso el gobierno norteamericano reconociendo al gobierno fascista de Carmona. Porque fueron mayúsculas también, las evidencias que demuestran la participación, tanto de ese gobierno como del gobierno español y colombiano, en el golpe contra el pueblo venezolano y su presidente.

Ahora quieren lograr el “golpe por la vía institucional”, del enmascaramiento, como si los pueblos fuésemos imbéciles y la manipulación de la ley, una camisa de fuerza para la conciencia histórica. ¡Nuevamente, la desesperación los lleva a equivocarse!

Les desespera, la presencia de un gobierno soberano, democrático, popular, bolivariano y revolucionario, que difunde a los cuatro vientos que… “alerta, alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina”. Les angustia no controlar con tanta facilidad nuestro petróleo, al que pretenden convertir en arma de guerra en contra del sufrido y bloqueado pueblo de Irak. Como siempre, deben inventar un enemigo que alimente con su sangre, la mayor industria norteamericana: la guerra.

Así que la ansiedad del imperio, afinca sus garras sobre nuestra nación y sobre América Latina, porque el triunfo de Lula en Brasil y el avance de Evo Morales en Bolivia, le quita el sueño al amo norteamericano. De prisa -ordena el embajador Shapiro- hay que descabezar a Chávez, sobre todo después de la raya internacional de su gobierno. El tejido del golpe debe hilvanarse a punta de dólares, de componendas. Hay que buscar al especialista en eso: Luis Miquilena. Viejo zorro de la cultura adeca, anciano cara de “yo no fui” como la de Carmona.

La tesis de la actitud masoquista de los 11 magistrados del TSJ, no tiene validez. En política, esto no es posible. Porque cuando Carmona ordenó la disolución de todos los poderes públicos, se refería al desplazamiento de los representantes honestos que en ellos pudieran estar, y a los hombres y mujeres del proceso bolivariano. No se refería a los infiltrados contrarrevolucionarios que están en las instituciones del estado o que están en el TSJ. Con ellos no iba el golpe y la masacre.

De hecho, los gobernadores y alcaldes fascistas, continuaron en sus funciones. Es más, asumieron otra: la represión brutal en contra de funcionarios del gobierno, el asalto a la embajada de Cuba, la detención y tortura de dirigentes populares, a través de una manada de Rambos y de cuerpos policiales, que configuraron grupos de agresión al colectivo indefenso.

La mafia judicial quedaría intacta… como lamentablemente continúa. Parece una momia egipcia a la que muchos le tienen miedo.

Pero hay algo que llama la atención. ¿Por qué después de la decisión, la contrarrevolución se ha quedado tan silenciosa? Me refiero al antichavismo enfermizo, ese que por cualquier cosa toca cacerolas y pitos, ese que se la pasa pegado a Globovisión. ¿Por qué no celebran públicamente la muerte de la justicia? ¿Por qué no han hecho su festín, los canales comerciales de TV, en el Parque del Este o en Chuao, o en Altamira? ¿Les avergüenza la miseria humana de ese triunfo? ¿Les asusta el espejo de la cobardía? ¿O es que les asaltaron la vida, después que alguien pasó, cualquiera, y les declaró un vacío existencial?

Quien tenga dos dedos de frente, sabe que las consecuencias de esta decisión, son impredecibles. Vendrá cual boomerang, sobre la oposición venezolana, fascista, cobarde y ahistórica. ¡Que caven su propia fosa! ¡Que se hundan en su propio estiércol!

No celebran, porque le temen a la reacción popular, a la justa razón que nos asiste, a la rabia del corazón herido que contenemos. Saben que con esa decisión, se ha legalizado la impunidad y con ella, la Edad de Piedra que los arrasará también a ellos-tontos útiles del odio-.

La oposición, dirigida por el ciego resentimiento de venganza de Miquilena, perdió la brújula y los pequeños espacios que alguna vez tuvo a punta de hipnosis mediática. Se acelera el proceso, se decanta el camino, se agudizan las contradicciones. Y no tienen ni fuerza ni preparación para ese combate.

Hasta los más fanáticos antichavistas reconocen que ese fallo es una felonía. Un fallo desintegrador de la nación y de la nacionalidad. Nos convierte a todos, sin excepción, en una nación cuyo máximo tribunal de “justicia”, incita a delinquir y propicia la impunidad. Todos los vacíos habidos y por haber, de ahora en adelante, explicarán y justificarán, las acciones criminales que cualquiera cometa.

Y va de retruque: la decisión del golpismo en el TSJ, agiganta nuevamente, ante la comunidad internacional y la historia, al Presidente Hugo Chávez. Lo reafirma en su condición de líder coherente, humanista y revolucionario. Por eso, crecerá la solidaridad unitaria de los oprimidos del mundo para con el pueblo venezolano y su lucha.

Además, olvidan que después del 13A, somos fuerza popular en movimiento y es nuestra la última palabra. Esa masa de seres humanos que la oposición desprecia e irrespeta, activará inteligentemente los mecanismos constitucionales e internacionales, las acciones de calle a las que hubiere lugar, porque nadie pondrá en riesgo la existencia histórica y política de Venezuela.

Nosotros contamos con la fuerza del amor y de la verdad. No nos reconocemos en la cobardía, en la tracalería, en la miseria humana, en la desvergüenza. Somos el pueblo de El Libertador Simón Bolívar, cuya memoria de resistencia y combate, cruzó los Andes en la Campaña Admirable, casi desnudos, muertos de hambre, sin pertrechos, pero armados de la fuerza espiritual de la libertad. Somos la dignidad bolivariana que el 13-A, conmovió al mundo en una acción sin precedentes en la humanidad: la movilización popular y militar, que restituyó la vigencia de nuestra constitución, la reeinstalación en sus cargos de nuestros líderes y la liberación del secuestro de nuestro Presidente Hugo Chávez Frías.

No aceptamos que 11 magistrados, sin conciencia, enmascarados de “máximo tribunal”, pretendan burlarnos y ponernos una camisa de fuerza. Nos declaramos en rebeldía histórica frente a la ignominia. Nos declaramos en Poder Popular Constituyente, dispuesto a responder ante las amenazas de desintegración de nuestra nación y de nuestra nacionalidad. Si Bolívar es el gran dolor de cabeza para el fascismo neoliberal, pues, ¡que se manden a mudar de planeta!, porque en Venezuela no tienen cabida.


La inocencia no mata al pueblo
pero tampoco lo salva
Lo salvará su conciencia
Y en eso me apuesto el alma.


(Alí Primera)


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