¿Y si Rondón no aparece? O, lo que debemos aprender de la experiencia chilena (II)

No puede haber democracia con hambre.

El desabastecimiento

¿Cómo le explicas a un pueblo que 2 comidas por día son suficientes? ¿Cómo manejas a una población acostumbrada al café, al azúcar, al pan, a la harina precocida, que no puede acceder a esos productos momentáneamente? ¿Qué tanto puedes como estado achacarle la culpa del desabastecimiento al empresariado? ¿Cómo vences la propaganda cuando el grueso de la población acusa al estado de lo que ocurre?

Ya pronto se cumplirá un año de la puesta en marcha de la guerra económica emprendida contra el estado venezolano. Al igual que ocurrió en Chile, el empresariado nacional, en conjunto con los factores políticos contrarios al régimen han caotizado el sistema de producción y distribución de alimentos básicos así como el de otros rubros del mercado necesario.

Cuando empezaba todo esto, en un programa de radio que producía, un usuario comentó "Nos están dando donde más duele. Hay que ponerle un para’o a esto o vamos a perder la revolución". Durante un tiempo creí que esto era una exageración, que el pueblo revolucionario, aun lleno de amor incondicional a Hugo Chávez, no rompería la barrera de lucha para huir de la trinchera y refugiarse en la indiferencia.

Cuando se perdió la asamblea nacional –algo fundamental para mantener el esquema de democracia burguesa y bipartidismo-, entendí por fin, que quiso decir Rafael Caldera con aquella cita celebre, o el usuario cuyo nombre no recuerdo en aquel programa radial. Los pueblos actúan en base a sus beneficios, y pese a que algunos beneficios, sean irremediablemente más grandes, positivos u extraordinarios que otros, parece ser que la mayoría de las personas prefieren comer una arepa llena de químicos e ideología que tener una casa, que prefieren lavar la ropa con un detergente determinado, que poder ir gratuitamente a un medico, que prefieren comprar una pastilla para el dolor de cabeza, que ir a la universidad en la esquina.

La revolución bolivariana, como en Chile, se equivocó profundamente al confiar plenamente en la masa. Se equivocó al pensar, que la masa resistiría estoicamente –como en Cuba- la salvaje embestida de los dueños de la economía. Se equivocó pues, al no prever, que la gente, no come, viste, o se sana con ideas.

En chile, durante su guerra económica, el gobierno de unidad popular intentó salvaguardar la alimentación del pueblo chileno, sin embargo, mientras la burguesía seguía comiendo de forma adecuada, y los comerciantes acaparaban a la par que vendían existencias completas en un día –muy similar a Venezuela-, la situación del pueblo común tuvo que llegar a comer perros y gatos.

Venezuela no ha llegado a tal extremo, y muy probablemente no llegará. Empero, es necesario analizar las analogías que existen entre ambos estados en momentos tan similares.

Es muy curioso escuchar a algunos líderes del chavismo, especialmente los regionales, pedirle al pueblo que resista la guerra económica. Eso se le puede pedir a un cuadro –no exigirle- ¿Pero al pueblo? ¿Al que sostiene la democracia que la revolución bolivariana se ha negado a eliminar?

Ciertamente el estado venezolano ha hecho –creo yo- milagros para seguir poder abasteciendo de productos –especialmente alimentos- a la población venezolana. El control de algunos centros de abastecimiento por parte de las fuerzas armadas, los encarcelamientos de algunos bachaqueros –siempre los últimos de la fila-, la puesta en marcha de los comités locales de abastecimiento y producción que, debieron haber existido mucho tiempo atrás. Lo lamentable de todo esto, es que se tuvo que esperar a que la burguesía pusiera de rodillas la economía nacional, y más importante aun, la moral del pueblo venezolano.

Igualmente no podemos negar que dentro de las "soluciones" planteadas por la revolución para este problema, sigue negándose la raíz del problema, la negatividad de la producción interna y la industrialización del campo, la propiedad privada, la muerte del campesinado, los pactos que existen entre la burguesía, el estado y la casta militar, y el peor mal de todos, la corrupción.

La economía venezolana fue exterminada, si la oposición toma el poder, la situación será mucho peor aunque aparentará ser mejor, si se mantiene el chavismo, será gracias al ejercito al que tendrán que entregarle definitivamente el estado, lo cual solo originaria nuevos ricos y algo de orden en la distribución. Sin embargo, salir de este atolladero en el que nos metió la ambición desmedida de dos factores en pugna por el control del estado.

Hace unos meses, cierto director general de cierta alcaldía en los llanos venezolanos, en medio de su corrupción desmedida, me comentó que él, recibía semanalmente un par de bolsas llenas de comida de parte de la gerente del PDVAL de esa ciudad. No voy a usar juicios morales para condenar esa acción que debe ser más común de lo que pensamos, ni siquiera voy a criticar el "yo tengo poder político por lo que no puedo hacer colas", contra lo que si me levanto, es contra que ese mismo líder, haya exigido fuerza a la población en esta situación.

Cada vez que escuche a un líder –de oposición o del chavismo- hablar de la crisis venezolana, vea su pantalón y recuente los agujeros que le ha hecho a su correa y pregúntese cuantos ha hecho el que está hablando.



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Fex López Álvarez


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