Binóculo Nº 226

Una conciencia y una voluntad

En términos reales, la oposición acaba de recibir varias derrotas al mismo tiempo, sin haber podido descargar la arrechera y sin haber tumbado a Maduro, que fue el verdadero objetivo por el que organizaron esa marcha a Caracas, que por cierto no tuvo ningún plan B, sino decirle a la gente que a las 8 había un cacerolazo. Es decir, la batalla final no fue más que la madre de las habladeras de paja de un montón de soberbios mitómanos.

Es cierta la frase de "arar en el mar". Eso ocurre con los líderes de la oposición. La soberbia se los traga. Son incapaces de detenerse un momento a reflexionar sobre si lo que están haciendo es adecuado o no, es la medida correcta o no, dará resultado o no. Y además, lo correcto en política es estudiar las variables, ver desde todas las perspectivas, preguntarse si una acción no da resultado, cuál entonces es la adecuada. Es una ratificación más, además la involución de esa dirigencia, de que iban por un solo objetivo, prender un desastre y generar graves actos de violencia que condujeran a una insurrección que no llevaría a ningún lado porque para eso se necesita pueblo. Suelen decir en mi pueblo "con que uña, gavilán" cuando alguien pretende algo que le está muy lejos de lograr.

Pero no hay duda de que era la misma receta del 11 de abril, sin comas y sin puntos. Concentrarían a la gente en Plaza Venezuela y de allí la jalaban a Miraflores, donde seguramente hubieran generado un desastre, o hubieran provocado buscando muertos, muchos muertos que le dieran la excusa para pedir la salida de inmediata de Nicolás.

Afortunadamente el chavismo entendió la jugada y recordó la que le hicieron a Chávez, por ello tomó de primero los espacios. De esa manera no le quedó a Chuo otra salida que desviar la marcha a Sabana Grande, una avenida pequeña en donde diez mil personas parecen un millón.

Es muy alegre hablar de números. Siempre lo digo. Un millón de personas en la calle tumba cualquier gobierno en cualquier parte del mundo. Y además, no hay vanguardia que pueda controlar un millón de personas. Estamos hablando de la población total del estado Barinas. No puedes hablar de llevar un millón de personas a alguna parte si antes no calculas en qué espacio la meterás. Tengo amigos numerólogos que saben mucho de eso y me aseguran que en la concentración en la última campaña de Chávez cinco meses antes de morir, no hubo 600 mil personas. Y estaban hasta los tapones las 6 principales avenidas de capital: Bolívar, Urdaneta, Universidad, Lecuna, Baralt y Fuerzas Armadas. Fue la concentración más grande que jamás hayan visto los venezolanos. Había gente hasta para hacer dulce. Nadie en este país, ni en los mejores tiempos adecos, un líder había convocado una multitud de ese calibre. Y ni por lejos se acercaba al millón de personas.

Claro que deberían darse por servido. Digamos que allí había diez mil personas. ¿En verdad tienen idea de cuánta gente son diez mil personas? No hay que burlarse de los números ni hablar irresponsablemente de ellos. Las matemáticas son básicamente el gen de la vida. Hasta la poesía es matemática. Pero la ignorancia no puede llegar a esos niveles.

Y por otro lado, estoy diciendo desde hace mucho tiempo que el pueblo chavista necesitaba con urgencia volver a las multitudinarias y esperanzadoras concentraciones de otrora, cuando el Arañero nos hacía delirar y oírlo con paciencia sin importar el sol, la lluvia y el hambre. Por ello, esas giras de Diosdado a algunas partes del país, removió no solo el ánimo, sino el orgullo chavista más allá de sus tragedias y de la barbarie a la que lo tienen sometido. Siempre es indispensable contar con esa brújula. Saber que hay alguien pendiente de ellos. Es evidencia de que Chávez dejó sembrada una conciencia y una voluntad.

¿Qué ocurrirá ahora? El ala violenta de la oposición seguirá buscando por dónde horadar en las debilidades del gobierno. Y al mismo tiempo la MUD debe dar muchas explicaciones, entre otras para qué convocaron ese montón de gente, si no iban a tumbar al gobierno. Y deberán explicarle a los empresarios que pusieron mucho dinero, dónde están sus reales, porque es obvio que no se lo gastaron todo. Esa MUD es sin duda una organización desorganizada. Hasta los maestros disfrazados de aborígenes de Liborio Guarulla, debieron regresar por sus propios medios.

¿Por qué ocurre eso? Simple: todos están movidos por sus propios intereses. Les preocupa que vaya mucha gente pero a ninguno les importa cómo se movilizarán, los transportes en los que irán, cuál será la logística, cuántos adultos mayores estarán, sin habrán médicos que los asistan. Si habrá brigadas de ayuda. Todos esos elementos con claves en una concentración. No lo hicieron para diez mil personas, imaginen cómo hubiera sido para un millón. Porque a ninguno les importa el destino ni lo que les ocurra. Si mueren es mejor porque cumplen sus objetivos.

Es decir, le dijeron a sus seguidores una mentira más de todas las que le han dicho; y esos seguidores fueron convencidos del derrocamiento de Maduro. He dicho un millón de veces que un Estado tiene muchos recursos para mantener un presidente en el poder. Y que no se saca a un mandatario por un capricho de indoctos, soportados en su soberbia.

Las redes sociales están llenas de la sarta de insultos que les envían todos los días sectores la oposición a sus líderes. No quieren saber de ellos. Están convencidos de que los negociaron, y que negociaron el poder, como si el gobierno tuviera algún interés en alguna negociación con un montón de líderes que no lideran a nadie. Por cierto, ya comienzan a ser públicos los estigmas personales y los epítetos. Ya es pública la disputa entre Leopoldo López y Freddy Guevara, quien considera que debe asumir el liderazgo de Voluntad Popular porque se lo merece más que el propio Leopoldo y para ello ha trabajado a una serie de dirigentes de las regiones en amenas conversaciones con un marihuanita de por medio. Es claro el enfrentamiento entre Julio Borges y Henrique Capriles y de éstos contra Henry Ramos, que sin tener nada que lo soporte ni músculo propio, se los metió a todos en un bolsillo. María Corina aún busca un palo para ahorcarse y Henry Falcón no tiene claro qué hacer porque sencillamente en la oposición no lo quieren.

Ya es un hecho que el revocatorio no va este año. Si lo hubieran entendido, no hubieran desperdiciado ese esfuerzo y se hubiera concentrado en las elecciones de gobernadores, donde sin duda hubieran tenido éxito. Pero la soberbia no es política. La historia está llena de ella, lo que llevó a esos hombres a la debacle. Los casos de Eduardo Fernández y Henry Ramos son los más emblemáticos, por la soberbia se fueron al fracaso.

Si el gobierno logra enderezar los entuertos de aquí a diciembre, el año entrante será de empuje y la cuesta arriba para la oposición será más alta.

Ojalá y el sector ecuánime de ellos se logre imponer. Sería un paso determinante para los tiempos por venir, en donde no deben incluir, bajo ningún concepto, a gente como Henry Ramos Allup, Freddy Guevara, Chuo Torrealba, Julio Borges y otros más. Sería la evidencia de la inexistencia de un liderazgo que realmente entienda lo que ocurre en el país.

Caminito de hormigas…

Un grupo de empresarios les reclama a los líderes de la oposición que los embarcaron en una acción que no iban a tener éxito y que ellos se confiaron. "Ustedes son una mierda. Con nosotros no cuentan para nada más"… Otra que está desatada de arrechera es María Corina. Califica de ineptos e insiste en que le entreguen la cabeza de Chuo… A los policías jubilados de Carabobo les deben hasta el modo de caminar… Insólito que la jefe de Podemos le den una responsabilidad para el cuidado de los alimentos. Insólito… Pregunta: ¿se puede ser tan estúpido para creer que Nicolás golpeo a una viejita en Villa Rosa?



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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