Transculturización, negocio redondo del que domina

En un recorrido habitual por los pasillos de aquel plantel, se dispara la perplejidad y el asombro al ver a lo largo de aquel recorrido a estudiantes con aquella moda extravagante: pelos largos, zarcillos grandes en los varones, pantalón apretado ceñido al cuerpo, tatuajes llamativos en el cuerpo y un sinfín de expresiones que se alejan de aquel vocabulario claro y sencillo del venezolano de a pie. En segundos cualquier despistado siente estar en otra realidad. ¿Sera mi país o habré caído en una máquina del tiempo que me llevó a otros lares?

En un respirar profundo y detenidos en los rincón de una vieja cantina continua el escenario: gestos corporales en los jóvenes, palabras agresivas que en metalenguaje equiparadas con demostraciones de afecto, rigidez en el cuerpo y un sentido de enajenación espiritual en la entrega sinfín a la ventana de aquella pequeña Canaima.

La obligada reflexión nos lleva a pensar: ¿qué ha pasado aquí?. Innumerables símbolos e imágenes visuales y auditivas invaden la pequeña psique de aquel adolescente, cargado de aquello que le llaman modernismo y vanguardia. Aquello que acaba con la comunicación directa y sencilla de lo que un día fue el venezolano. Este paisaje nos lleva a lo conocido como transculturización. Cabe aquí una cita del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, para aclarar el concepto: "Recepción por un pueblo o grupo social de formas de cultura procedentes de otro, que sustituyen de un modo más o menos completo a las propias". Así la pregunta obligada sería ¿Quién impone una cultura sobre la otra? ¿Con que método y para cuales fines?

Desde que se impuso la globalización y la hegemonía del poderoso sobre el débil, se utilizó la cultura como mecanismo de control social y manipulación de las masas. Los ingleses tienen mucho que contar con el famoso Instituto Tavistock, creado por los tanques pensantes Europeos para imponer modas, patrones de conducta y dispersión mental en la juventud. Esta escuela se propagó por los Estados Unidos donde se comprobó su eficacia para generar gustos y patrones de consumos, herramienta jugosa para el capitalismo transnacional. De allí la cultura como instrumento del poderoso impone la moda, crea patrones de consumo y legitima el uso de lo inútil convirtiéndolo en una necesidad imperante para "pertenecer" a los que están a la moda.

Cosa atroz representa el gran negocio de la cultura de la guerra, el sexo, el miedo y la violencia para legitimar el abuso, el crimen y la violación de los derechos humanos a nombre de la libertad. Por otro lado está el proceso psicológico de la insensibilización y la banalización de la muerte, que en tiempos remoto constituía un ritual hermoso de elevación espiritual por una acción cruda, burda y carente de sentido humano alguno.

En medio de esta guerra global y principalmente psicológica se encuentran los niños y adolescentes que bombardeados con un sinfín de ideas inconexas, imágenes, links, twitter y facebook, instagram entre otros, sin ningún sentido crítico, reflexivo y axiológico están a merced del control cultural de los grandes conglomerados mediáticos que hacen su negocio mediante el control y la manipulación de las necesidades de los jóvenes, sumado al provecho que hacen los políticos demagogos para colearse en esta danza de desvergüenza y control social.

saldeno@gmail.com

 



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