En La Monumental

Las cinco de la tarde es como la hora del terror en la Monumental, al sur de Valencia. Es la zona más concurrida de todo el estado Carabobo y donde se construye el Distribuidor del Sur. Sin embargo, mucho antes de que comenzaran a construirlo, ya en el comienzo de la oscuridad aparecía el calvario de los transeúntes que en masa se mueve de un lado a otro para tomar transporte a las cientos de comunidades de la populosa parroquia Miguel Peña y de los municipios Libertador, Guacara, Carlos Arvelo y San Diego.

Todas las mañanas ciento de miles de personas caminan a paso veloz, las madres con los muchachos de la mano, las damas, los hombres, policías, bomberos, empleados, por donde se mire no hay un espacio que no tenga gente. La cruz comienza a las seis de la tarde. Como carroñeros, la delincuencia acecha a cualquier desprevenido para arrebatarle el teléfono si es débil o para apuntarlo con un arma, pistola o cuchillo, si es alguien decidido a no dejarse robar. Desde hace meses los niños de la escuela de música cercana se quejan de que han sido objetos del robo, arrebatándoles sus instrumentos, sin respuesta alguna de la policía. A ello se suma la cómplice oscuridad. A pesar de que allí está la primera estación del metro, no hay un solo bombillo. Todo es gris y tenebroso, como si una mácula se pusiera en el cielo y obligara al miedo. Por ello los transeúntes caminan apurados entre la oscuridad, con el miedo de tropezarse con la basura, o los charcos de agua, o los escombros, pero más con el terror de tropezarse con los delincuentes, el malandro que no solo le quitará sus pocas pertenencias, sino las ganas de seguir echándole bolas a la vida, el malandro que los puede apuñalar o matar. La tragedia de todos los días, la zozobra de pensar cuándo le tocará, la producción de adrenalina en exceso, el bajarse rápido del transporte para tomar el otro.

Pero el nivel de impunidad se hizo viral como las redes sociales. Todos quieren atracar con cualquier cosa. Probablemente jamás en la historia del delito se habían decomisado tantos facsímiles de pistolas o armas caseras. Y seguramente el asesinato de los policías para quitarles las armas, sea eso, el alto costo de una pistola.

"Es una pandillita como de 12 chamos. Andan por ahí con cuchillos y te caen en banda. Te quitan todo, y si te paras, llevas coñazos. A un compañero le partieron el brazo la semana pasada y a una chama le cortaron la pierna. Hemos ido a la policía y hasta los profesores fueron, pero la policía lo que hace poner alcabalas en la avenida para matraquear a los choferes y a las busetas", me narró Jossy, un estudiante de tercer año que le corrido más de diez veces a los malandritos.

Un policía amigo me narró que esa pandillita opera desde hace un mes desde la mañana y tiene azotada a la Monumental. "Es complicada la cosa porque el mayor no tendrá 17 y el menor puede que tenga once. Son como 40. Son muy violentos y actúan en colectivo. Ya han cortado a varias personas y tienen aterrorizados a los estudiantes que viene a agarrar el metro. En cualquier momento matarán a alguien. No tienen ningún tipo de miramientos con nadie. Igual atracan a un inválido que a un viejito, que a una mujer embarazada, que a a los chamos del liceo o de las escuelas que están cerca. Son sumamente peligrosos".

Cuando le consulte que si la policía estaba haciendo algo, la respuesta me paralizó: "No Olmos. Ningún policía quiere hacer nada porque si tocas a un muchacho de esos, que ya son delincuentes, te cae la Lopna encima. Hace poco un policía agarró a uno por el brazo para sacarle un puñal de la cintura y el chamo empezó a gritar que lo estaban matando. El policía lo soltó y se tiró en el suelo llorando. Son unos artistas, pero la verdad es que son unas ratas. El problema es que a los policías nos mandan, pero no queremos ver. Lo que hacemos es correrlos, pero no queremos agarrar a ninguno. Nadie quiere meterse en eso".

Mientras tanto, los ciudadanos corren de un lado de otro de La Monumental, esquivando a los pichones de asesinos, para tomar un transporte. Eso hasta que ellos maten a alguien, o hasta que una turba tomen justicia por sus propias manos.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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