Rentismo a todo tren

El 17 de febrero, estuve casi todo el día en las colas de los supermercados y comprando verduras en el Periférico, como cualquier venezolano que se respete. Fue en la tarde cuando pude leer por internet los anuncios de Maduro sobre el nuevo régimen cambiario. Ansioso revisé los sitios web de los principales periódicos nacionales. Me sorprendió que lo más resaltado, lo que merecía siempre una nota especial, era el tema del dólar viajero. Ya lo señaló José Vicente León.

Es parte de nuestro realismo mágico: un país donde faltan medicinas de cualquier tipo y para cualquier dolencia (leve o grave, crónica o aguda), donde hay que ganarse el pan de cada día dos veces: primero, obtener dinero para comprarlo y, segundo (lo más difícil): intentar conseguir la papa en larguísimas colas. Pero la preocupación sobre el anuncio del esquema cambiario es: ¿cómo queda el dólar viajero ahí?

Sí, ya sé: la crisis ha generado nuevas profesiones: la de bachaquero y la de raspacupo. Profesiones que se han masificado. Que fulano vive de las colas y mengano de los viajes. Que lo peor de la política cambiaria del gobierno ha sido que corrompe a sectores populares.

Pero también sé que lo mediático (tradicional o virtual) no refleja al país. A Dios gracias, en este caso. La mayoría de nuestro pueblo ni viaja al exterior ni especula a su vecino. Está en las colas buscando qué comer. Así que no está pendiente del dólar viajero, sino de dónde consigue harina o papel higiénico, o café o azúcar para su familia.

Maduro dejó la inútil insistencia en la "guerra económica". Lo central ahora (¡al fin!) es la "emergencia económica". Como es evidente para todo el mundo, pero no tanto para el gobierno, el diferencial cambiario es uno de los puntos centrales del asunto. Así que mantener la relación 10 a 237 (que alcanzó el dólar Dicom cuando escribo estas líneas) es ya bastante; sin nombrar la relación con el paralelo.

El Dicom se presenta como "flotante". Aunque no nos aclaren cómo flota. Parece que hay "algo" contra las explicaciones claras, y que todos sepamos a qué atenernos, "algo" muy reñido con la democracia participativa. Luego de llamar, durante meses, "subasta" a un mecanismo que anclaba el dólar en menos de 200 Bs., como si ofertantes y demandantes se pusieran de acuerdo telepáticamente, uno tiene el derecho de desconfiar del uso de la palabra "flotación". La intención del gobierno, asumo, es llevar lenta, parsimoniosa, y también desconocidamente, ese dólar "flotante" a un punto en el cual tenga capacidad de competir con el paralelo (lo cual, por supuesto, alejará el "flotante" del preferencial).

Otro punto central, centralísimo, del problema es la producción. Que sin producción no hay juego de palabras, bautismos ni fe que supere la crisis. Y los motores deben pasar de ser meras declaraciones bonitas. Porque, hablando del motor medicinas, por ejemplo, ¿cuándo tendremos medicamentos? ¿Es posible que la industria nacional pueda saciar la demanda si depende tanto de materias primas importadas? ¿Se tienen los dólares para importar esos insumos tan urgentemente necesitados? El motor no funcionará si estos escollos no son resueltos.

Con lo del Arco Minero reforzamos la vocación rentista. Seguiremos viviendo del desigual reparto de riquezas minerales que la naturaleza hizo hace miles de años (reparto que no salió nada mal para los venezolanos). No de lo que producimos. Eso es rentismo: sea petrolero o aurífero o diamantino. Y va en contra del objetivo de "Salvar el Planeta" y de los derechos indígenas.

Habrá que ejecutar medidas de emergencia, el realismo lo impone; eso se entiende. Pero esas medidas no tendrán ni futuro ni sentido, si no se enmarcan dentro de un plan con futuro. Y con justicia social y pueblo. No saldremos de esto ejecutando la política de la Oposición. Sería catastrófico que el gobierno de Maduro, en su lícito afán por conseguir dólares, nos entregue en manos de transnacionales antes de que lo haga la Oposición apátrida.

O que Maduro, al negarse a gobernar la crisis, dejando pasar el tiempo que no tenemos, nos lleve a caer en manos de la Derecha, del FMI y del siniestro negrito Obama.



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Orlando Zabaleta

Editor, escritor, articulista, publicista y diseñador gráfico.

 orlandojpz@yahoo.com

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