El insolente Henry

El término "insolente", creo, que ya no es un adjetivo calificativo; parece ser el nombre propio del que por carambola, funge y finge ser el presidente de la Asamblea Nacional, lugar que debe ser del pueblo, pero la traición, el interés y las agallas de tener cosas, la entregó al enemigo; por supuesto, se arrepentirán del salto regresivo y tendrán que reflexionar y corregir. El insolente, repito, hace referencia a las personas, que sobran y pululan como arroz, que trata a otras de forma descortés, irrespetuosa. Este individuo, reducto de la cuarta república, adeco y adecopeyano, de uña en el rabo, peca desde siempre, de presumido, despectivo, desafiante, que mira a la gente de arriba abajo y de abajo arriba, con la fuerza de la burla, la ironía, el sarcasmo, que se manifiesta abusante de la libertad que le dan, altanero y soberbio, que se cree dueño y señor, con la arrogancia de una mirada sobrada al sacudir la cabeza, poniendo en alto la barbilla, con el descaro de quien mete la mano en lo que no le pertenece, ni está autorizado; descarado, descocado, que presenta el atrevimiento y la desvergüenza en la misma arrogancia, manifestando demasiada libertad y osadía; aquella, que nunca existió cuando él tenía sus oficinas de negociados en el extinto, gracias a dios, congreso nacional de la república adecopeyana, de un oprobio lleno de hostias. Fresco, se llama a la persona que actúa con descaro e impertinencia, siempre pidiendo más para él. Grosero, porque carece de educación; o, algo mínimo: sentido común, propenso a echar a un lado la cortesía, la delicadeza en el trato con los demás, más, si se está ante la primera autoridad de la Nación; digo Nación, porque es decir el Pueblo, así, con mayúscula. El impertinente, molesta a otros, no les tiene consideración, menos respeto. Es jactancioso, petulante, vanidoso, que en todas sus acciones y actitudes, demuestra poca respeto al hombre de tareas, asumiendo, desde siempre, su casaca untada del amargo acíbar, el pecho abombado y el látigo, cual protervo audaz, violento, vehemente, perverso, que le da, el ser hijo de la malhadada cuarta república. ¡Qué asco!

Esto, es solo lo que resulta de una frase, que como respuesta, dio el Secretario de la Asamblea Nacional, ante la orden emanada de la presidencia de la misma: "(…) Ciudadano Secretario; sírvase leer, la orden del día (…)". Palabras más, palabras menos. El Secretario, acucioso, adujo: ÚNICO. Exposición del ciudadano Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, de su Memoria y Cuenta del año 2015. Repito: ¡ÚNICO! Total que se reducía a una acción. La del Presidente Nicolás Maduro Moros. Pero, al primer mandatario, le salió "un moro en la costa"; el propio insolente. Sí. Le respondió, como niño malcriado, al que le gusta competir, para ganar como sea, para usar la solemnidad del Acto, en un: tú no eres mejor que YO; YO, soy de la clase privilegiada; YO mandé más que tú en la cuarta; YO, soy "DOITOR", tú no. (Aunque solo sea abogado; aquí a cualquiera le dicen doctor), terminando con: y, lo hago porque me da la gana; y, te callas, porque apenas te quedan seis meses de vida. Ese es el mensaje: seis meses de vida; no, de mandato. Se los juro: él es así. Perdona vidas. Por mi infeliz recorrido en este mi país, les aseguro, que esto pasó por la mente oxidada del atorrante, ¡ah! Porque además, es eso, es atorrante: ocioso, holgazán vago, producto de los malditos gobiernos vende-patria de Rómulo Betancourt, Leoni, Caldera, Carlos Andrés, Lusinchi y las repeticiones de CAP y Caldera. Dignos de records. Pero, el insolente, chupando, negociando, protegiendo, dentro del congreso, para eso: esquilmar al Estado; el que le "dio todo"; ahora es enemigo del Estado y, fanático de la empresa privada. ¡Qué mantequilla!

Jamás hice bandera de mi paso por la cuarta república, pero, como muchos venezolanos de espíritu sencillo, con la eseniedad de Jesús de Nazareth, alias El Cristo, solo me he solidarizado con los millones de víctimas del adecopeyanaje, grosero, indolente, que le negó al día siguiente de la promulgación de la constitución del 1961, sus garantías constitucionales y sus garantías económicas. Acompañé, solapadamente y con auténtica lealtad, a las víctimas de ese régimen falso, disfrazado de democracia. De todas las violaciones al ser humano, de que fuimos pasto de la imposición de unos gobiernuchos, anti venezolanos, entreguistas. Los derechos humanos, se los pasaban por el forro de las orejas y practicaron en mí, como en miles de venezolanos, algo terrible y el colmo de la violación de los Derechos Humanos, de la cual el insolente Henry, es cómplice, copartícipe de lo que los adecopeyanos llamaron: "Operación Ruleta", que violaba el habeas corpus o, derecho de todo ciudadano, detenido o preso, a comparecer a los ocho días, (según la Carta del 61), de su detención, ante un tribunal, para que oyéndolo, resolviera si su arresto era legal o no, para así dejarle libre o mantenerse la medida. Consistía en dejar libre sin documentos de ciudadanía al detenido, y lo esperaban para pedirle la identificación respectiva; como no la tenía, lo transferían a una prefectura y ocho días después, de nuevo libre, repitiendo la operación, infinidad de veces; de prefectura en prefectura, hasta que a los adecopeyanos, les diera la gana de dejarlo libre, ¿para qué? para tenerlo asediado de por vida y privarlo de su libertad, cuando a ellos les pareciera. ¡Esos insolentes son una belleza! Y, el insolente mayor, que aún queda, el inefable Henry, cree que tiene postura moral, que puede pisotear dignidades revolucionarias, que han sacrificado por amor a la Patria, su vida, para cambiar el "póngame donde haiga", como ejemplos de Carlos Andrés, Gonzalo Barrios, el David de la Tribu, los ladrones y extorsionistas torturadores y tantos adecopeyanos amorales, corruptos, veteranos de la maledicencia. El terrible insolente Henry, pretende levantarse del lodazal y las arenas movedizas que lo rodean, y que a cualquier empujoncito, se hunde sin remedio, pero ahí está. Qué desgracia y, el pueblo no hace nada por zafarse de semejantes piltrafas humanas que lo han engañado y continúan en lo mismo. El pueblo, seriamente, deberá redimirse; y, el encargado de ello, debe ser la verdad y la actuación pura de sus ciudadanos llenos de desinterés y amor patrio.

El Presidente Maduro, demostró hidalguía, paciencia y conocimiento racional de lo burdo de las sobras y de la desfachatez del pitiyanquismo servil, vergonzoso. Maduro, un diplomático maduro; un hombre de Estado, un venezolano que se mimetiza con la tierra el aire y las aguas de esta Venezuela, que sigue siendo mancillada por abscesos de pus repulsivos, que no tienen una pizca de raigambre por la Patria, su Historia y su pueblo preterido.

Presidente Maduro: Ellos destruyeron a Venezuela y no quieren que la Revolución la rescate y continúe elevándola hacia la dignidad.

¡Chávez vive, la Patria sigue!



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