¿Tres millones o via crucis?

Pedro Chacón, Oscar Romero, José González, incluso, Carmen Pérez, sin conocerse ni vivir en la misma ciudad, estaban realizando el mismo ritual, se vestían para irse con sus amigos a la calle. Iban a representar un viacrucis. ¡Pero no era semana santa! Así que nadie escucharía las tristes y conmovedoras notas del Popule Meux de José Ángel Lamas. Sin embargo habría emoción lágrimas miedo rabia impotencia dolor. Es que Humberto García, María González o Javier Andrade eran parte de los 367.007 pensionados que, en 40 años de gobiernos de AD y COPEI, habían logrado acceder al beneficio de una pensión. Acceder es mucho decir, porque significa llegar entrar estar en, y estos miles de viejitos no estaban en nada. Y no es un decir discriminatorio, no. Es que muchos de esos viejitos se vieron forzados a ser creativos para reclamar sus derechos, y los viacrucis no sólo llenaron páginas de periódicos y generaron reportajes y programas especiales de televisión, en algún momento lograron el objetivo. Cuando digo que no estaban en nada es porque nada tenían, la sociedad que les dio el derecho también se los negó.

El asunto quizás venga de la sangre comunista que amamantó a los adecos de los primeros tiempos, recordemos: “Adelante a luchar milicianos! A la voz de la revolución, libre y nuestra la patria en las manos de su pueblo, por fuerza y razón…” Escribió Andrés Eloy Blanco el himno de Ad vibrante de humanismo izquierdoso, quizás por eso, en 1944, 1946, 1951, y 1966 impulsaron la creación de un instituto de profunda convicción social que, entre otras cosas, proclamó el derecho del trabajador a obtener una pensión por el resto de su vida, una vez concluida su relación laboral. Justicia clamaron muchos. Reformismo barato falta de coJ… raje para hacer una revolución de verdad. Bueno, eso vino a significar que un trabajador después de 750 semanas cotizadas, poco más de 15 años de entrega de su fuerza de trabajo, que en la práctica se convirtió en 30 o más años de labores, para el disfrute de un derecho que, desde el 1 de octubre de 1978 abarcó a todos los trabajadores del país, quienes podrían percibir más o menos un 25% del salario mínimo. A todas luces una burla. Un segundo capítulo de la emancipación de esclavos que en 1854 liberó a los hacendados de sus obligaciones con los africanos y su descendencia, convirtiéndolos en obreros que les debían a sus patrones casi hasta el aire que respiraban... Ese poco dinero que no alcanzaba para gran cosa, tampoco lo pagaban puntualmente. Y muchas veces, la partida que cobijaba las esperanzas de esos 367. 007 ancianos y ancianas pensionados iba a parar en una cuenta en Suiza u otro paraíso fiscal, tierra de corruptos testaferros politicones empresarios de maletín y de los otros más pelucones etc. Así las cosas el derecho a una pensión era una ilusión que de vez en vez se tornaba realidad para mujeres a partir de 55 y hombres de 60 años. En más de una oportunidad hubo marchas, protestas, denuncias en los medios de comunicación, y nada. A veces, esos hombres y mujeres que entregaron al progreso de la Patria más de 30 años de esfuerzos, esperaban hasta 4 años para cobrar la pensión por primera vez, incluso unos miles murieron sin cobrar, descubriéndose después que algún vivo los había despojado de sus derechos, mientras que los más afortunados, pues tenían pensiones, pasaban meses sin cobrar. Y cuando les pagaban no les daban retroactivo. Un mes y más nada…. Por eso, los viejitos se organizaron y buscaron una manera ingeniosa de llamar la atención. Así empezaron los viacrucis del pensionado en los años 70… Fue un éxito porque despertaron las conciencias de muchos ante el problema. Y les dieron… Nadie me lo contó. Lo vi, conocí a más de un anciano que fue empujado, golpeado, bañado de agua o gases lacrimógenos y hasta heridos por planazos o perdigones… Así trataban a los pensionados en la Cuarta República… Es muy distinto ahora, porque en 16 años se han alcanzado 3. 000. 000 de pensionados.

Por eso no hay que dejarse engañar, quienes proponen un cambio vienen de un pasado tenebroso. Quieren cambiar lo que existe, es decir, que sólo quien haya trabajado por años y años acceda a una pensión. Adiós al trabajador informal la ama de casa el indígena el profesional en libre función incluso el pequeño propietario que hoy puede disfrutar de una pensión igual al salario mínimo con aguinaldos y todo. Quieren cambiar la inversión social de hoy en día y bajo el disfraz de gasto reducirla. Quieren cambiar los tres millones de pensionados existentes y cobrantes por los 367. 007 de los años del Pacto puntofijista que cobraban una vez no y la otra tampoco. Quieren un cambio pues en lugar de la tranquilidad de esos hombres y mujeres atendidos por excelentes médicos en los CDI, cobrando sus pensiones, estudiando en las Misiones, divirtiéndose y prolongado su salud en los clubes de la Tercera Edad, quieren volverlos artistas, hacerlos de nuevo protagonistas de viacrucis callejeros, y con ello, obligando a la reaparición de sus antagonistas, los chicos cascos blancos de la Policía Metropolitana expertos en patada al anciano, empujón a la viejita, mentada de madre vigorizante con escupitajo justo antes del chorro violento de agua de la ballena o el rinoceronte y viejo como en el tango “cuesta abajo en su rodada”

Cuando se habla de un cambio, se presupone que es para mejorar. Se deja atrás lo que ha sido superado para elevarse a una instancia superior, pero nunca puede dejarse una autopista para transitar una vereda de tierra si se supone que ambos caminos van al mismo lugar.

La República Bolivariana de Venezuela en medio de una crisis terrible, no hay que negarlo, pues hay guerra económica sostenida por empresarios como el Lorenzo, quien dijo muy ufano: “Yo estoy en guerra…” sin despegarse de la teta de madre estado, y por el otro lado por apátridas, ladrones, sinvergüenzas y descerebrados que no ven más allá de un beneficio mezquino. Esa gente, como en la película de Sergio Leone, son capaces de vender a su madre “Por un puñado de dólares” y nos apuñalan a todos buscando hacerle daño al gobierno volviéndolo impopular entre los que piensan con el estómago. Esa es una cara de la moneda y la otra el barril de petróleo a menos de 35 dólares. En esta circunstancia la Revolución mantiene su inversión social. Ahora, imaginando un hipotético arribo al poder de los que hablan del cambio su accionar sería privatizar hasta las calles y avenidas como en Chile, por ejemplo, buscando dinero fresco para superar la crisis –digo la de sus cuentas en dólares en las Islas Caimán- Eso sueñan mientras gritan a voz en cuello, queremos un cambio.

Yo también quiero un cambio. Quiero cambiar a los politiqueros, los inconscientes, los vende patria, los imbéciles que sueñan con invasiones gringas de color rosa, quiero un cambio para que el venezolano despierte y se decida a cambiar de una vez por todas, a profundizar en el sistema de gobierno –El Bolivariano- que más ha hecho por el venezolano en toda su historia. Las pensiones son un derecho. Es verdad, pero antes los aspirantes a pensionados debían protestar, pelear, inventar, llamar la atención del mundo, a ver si lograban que al menos respetasen el hecho que después de haber dedicado una vida al trabajo enriquecedor… de otros… le devolvieran aunque fuese un poquito.

En realidad es sencillo. Saque cuentas. ¿Los 3.000.000 de pensionados de hoy o los 367. 007 artistas del viacrucis de ayer? Usted decide.

borges0903@gmail.com




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