¡Izquierdistas y chavistas votad contra la derecha aunque estéis descontentos¡

Quienes se definen como "izquierdistas" (formados con una ideología jalonada desde Marx pasando por Lenin y el Ché) y como "chavistas" (direccionados por un pensamiento patriótico- bolivariano, también guevarista y fidelista con Chávez a la cabeza) no tenemos alternativa a la hora de votar en las próximas elecciones nacionales este 6 de diciembre en el que se elegirán las futuras y futuros representantes de la Asamblea Nacional. Todos y todas a votar contra los enemigos de la patria y de la humanidad, así manda la moral guevarista. Recordemos su famosa sentencia: "contra el imperialismo donde quiera que esté". O votamos por nuestros candidatos- con todas las críticas que les podamos hacer por sus errores cometidos- o votamos por los de ellos, vendidos al poder de los grupos económicos nacionales transnacionales y de la casa blanca.

Este llamado público obedece a la actitud reticente y claudicante que últimamente han asumido no pocos compatriotas tanto de una como de la otra corriente (izquierdista o chavistas); al igual que un importante sector de la población, muestran cierto descontento por la situación crítica que atraviesa el país desde hace unos dos años.

A las y los simpatizantes de la primera corriente (ala izquierdista) lo hemos visto criticar al gobierno, porque éste supuestamente está empantanado, sin atreverse a profundizar los cambios. Algunas de estas críticas consisten en que el gobierno bolivariano se ha limitado a aplicar medidas sociales inclusivas sin el debido acompañamiento de una formación de conciencia crítica al sistema en el que estamos inmersos, así mismo se cuestiona (aunque sin mucha fundamentación) que se va en retroceso respecto a políticas implementadas por Chávez, como es el caso del poder popular; aducen, por ejemplo que el lema de "comuna o nada" hoy ya no está en el lenguaje de los altos funcionarios del gobierno, dado estos razonamientos muchos han expresado que se abstendrán, a mi juicio una posición sin sentido y en el peor de los casos inconsecuente, desde el punto de vista ideológico.

Y por el otro lado hemos observado a la otra vertiente política-ideológica (ala chavista), unos que otros dirigentes más que desencantados, decepcionados por la brutal especulación y acaparamiento de los artículos de primera necesidad, producto de una ofensiva imperial y complot de grupos económicos nacionales, y debido al descontrol y débil eficacia política por parte de la burocracia gubernamental. Algunos/as de estos compatriotas acostumbrados/as a comprar barato y a obtener cosas fáciles, han llegado al extremo de formarse una conciencia infeliz, al pensar que antes se vivía mejor, y por ello hasta han cambiado la franela roja por la amarilla.

Frente a estos posiciones o "razonamientos" de ambas corrientes políticas-ideológicas (izquierdismo y chavismo), estamos obligados a emitir una crítica constructiva al respecto.

En primer lugar, es bueno hacer ver a los camaradas de izquierda que la orientación política fundamental del gobierno bolivariano venezolano (y también la de otros gobiernos suramericanos como el de los Kirchner y el de Lula, entre otros) se centró prioritariamente a ejecutar políticas de carácter inclusivas, sociales y progresista, las cuales tuvieron una incidencia importante en las clases explotadas, por cuanto las sacó de la miseria social en que se encontraban antes de empezar el presente siglo. Tales medidas sociales eran necesarias por la deuda social gigantesca acumulada en los tiempos en que gobernaba la derecha a cargo del bipartidismo adeco-copeyano. En ese sentido, a partir de 1999- cuando electoralmente Chávez le arrebata el triunfo a la derecha venezolana- gobernar, a mi juicio, era equivalente a saldar cuenta con la miseria en que vivía una gran parte de la población venezolana. No se podía gobernar a espalda de dicha realidad. Ahora bien, -en el supuesto negado- de ganar la derecha, irremediablemente todas las conquistas sociales y laborales (expresadas en las diferentes misiones, pensiones, dignificación del trabajo, etc.) con toda seguridad serán entorpecidas, porque las parlamentarias y los parlamentarios derechistas de estirpe neoliberal consideran tales misiones sociales como gasto social o público, al que habrá que reducir; serán negados los presupuestos y créditos adicionales para darle continuidad a dichas misiones. Desde luego, en el futuro- y aquí si estamos de acuerdo- esta "política social" que se llevó a cabo gracias a la renta petrolera que genera nuestra primera fuente de ingreso fiscal, es un modelo visiblemente agotado en la actualidad, justamente por no romper con el neoliberalismo. Razón que nos obliga a repensar nuevas formas de ingreso con base a la producción de riqueza social más endógena y con nuevas formas de organización y relaciones sociales que no lleve consigo el aumento de gente millonaria a costa de la riqueza que le pertenece a toda la nación.

En segundo lugar, debe aceptarse que si bien lo que se ha llamado poder popular, en la actualidad luce un tanto frenado, dado que algunos voceros de organizaciones comunales se han dejado arrastrar por prácticas corruptas y oportunistas, no menos cierto es que nunca como antes se había arribado a una experiencia de organización y construcción de un movimiento participativo sin precedente en la historia sociopolítica venezolana. Por supuesto, quien va a estar satisfecho con la actitud pasiva y desganada, cuando en un principio de su apogeo tuvieron un papel importante en el desempeño de la política social gubernamental, un caso concreto fue el movimiento social de las y los sin techo y de los CTU (Comité de Tierras Urbanas). Pero yo diría, al igual que el sociólogo Boaventura de Sousa, se durmieron en el tiro. Es decir, perdieron vitalidad, dejaron de presionar, pues creyeron que teniendo amigos en el poder ya no tenían necesidad de seguir luchando. Craso error: tener un amigo en el gobierno no es lo mismo que tener el poder consigo mismo. Las consecuencias de todo esto, es la existencia de un "poder popular" casi dormido y desmovilizado y sobretodo el nuestro que nació bajo la tutela de la burocracia estatal. Ahora, en estos momentos cuando ataca la derecha neoliberal en nuestro continente, no debemos quedarnos en la pura crítica desgarradora, se trata, también, de motivar el relanzamiento con toda potencia este movimiento social contra las fuerzas que lo han frenado: la burocracia estatal por un lado que ha intentado sobornarlo en ciertas oportunidades, y por el otro, la apatía y falta de conciencia revolucionaria que lo han paralizado.

En tercer lugar, ¿qué se gana con abstenerse o quedarse en casa a ver los toros desde la barrera y en el peor de los casos votar por los candidatos opositores? El listado es grande de lo que se pierde y de la amenaza que nos acechará:

En el terreno nacional, tan pronto la derecha se apodere de la Asamblea Nacional probablemente nos acercaríamos al principio del fin del gobierno bolivariano y con ello, la posibilidad de que se entregue nuevamente nuestra industria petrolera en bandeja de plata a las transnacionales gringas, seguramente tendremos de regreso a la policía "antidroga" norteamericana en territorio venezolano y para nada es una desfachatez pensar en una futura base militar yanqui profanando la tierra de Bolívar; y como tampoco es una insensatez imaginar a paramilitares colombianos terminando de colonizar todas nuestras zonas fronterizas y, a ciencia cierta, el fantasma fascista recorrería nuevamente las calles y avenidas de nuestras ciudades y hasta las casas de hombres y mujeres sembrando el odio y el terror contra aquellos/as que no sean afectos a su ideología.

En el terreno geopolítico internacional, asistiremos a una pérdida de espacio de poder en el continente, una vez ganado con la derrota del ALCA y el bajón de la OEA. Es decir, el bloque de hegemonía creado en la región mediante la fundación de organismos de integración regional como UNASUR, el ALBA y el CELAC - con el propósito de hacerle frente a la política imperial y neoliberal promocionada por Estados Unidos- , podría sufrir un retroceso ante el avance de la derecha. Entonces, es tiempo de parar al más frío y temible de los monstruos de este siglo: la extrema derecha neoliberal, que dicho de paso, ya empezó a atacar con la victoria (por un margen muy pequeño) de Macri en Argentina, al chantajear a Venezuela de expulsarlo del MERCOSUR, pretendiendo caprichosamente menoscabar la autoridad política del presidente Maduro.

Frente a todas estas amenazas y riesgos que se nos avecinan contra nuestra soberanía nacional y nuestro proyecto de seguir soñando por una patria digna y una sociedad de iguales, Izquierdistas y chavistas debemos votar por la tarjeta lista del gallo rojo (PCV) o del PSUV, tanto en Barinas, como en todos los rincones del territorio venezolano.



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