Mentiras aprendidas sobre el Esequibo

Todavía hay mucho de atavismo en la sociedad venezolana porque aún tenemos un sistema educativo que reproduce la estupidez aprendida, que va desde la educación primaria que nos enseña que los jóvenes en crecimiento y desarrollo "adolecen" y sufren, por lo que son "adolescentes", pasando por la universidad que reproduce fuerza de trabajo mediocremente profesionalizada al servicio del Estado burgués y de donde se forman contingentes de personas con pena étnica y renegados de su procedencia como clase emancipada, por lo que odian a los suyos, a sus orígenes, a los pobres y, por lo tanto, odian al Comandante Chávez y al obrero hecho presidente, Nicolás Maduro.

Y, entre las los atavismos, aún tenemos que porque alguien se monte un anillo y se haga llamar "doctor" sin serlo o siéndolo, es dueña o dueño de la verdad y lo que pontifique con desdén es palabra sagrada, revestidos de un falso criterio de autoridad, para que aprendamos a ser ignorantes.

Esto sucede a propósito de las tensiones generadas por la incursión abusiva de la transnacional Exxon Mobil, en territorio venezolano, conocido como el Esequibo. Unos se ponen trajes y poses de intelectuales, para esconder la mediocridad e incultura. Otros, se ponen bótox en los labios, biopolímeros con yeso en las nalgas y como remedos de momias, van a sus medios crematistas a pontificar y a defender a una transnacional para complacer a sus amos y a quienes les pagan su dispendiosa forma de vida banal, incluso, justificando las infelices provocaciones de otro tarifado de la transnacional petrolera que le financió no solo su campaña, sino que también le compró de por vida, para que en nombre de su patria y de sus ciudadanos guyaneses provoque impasses y cree una situación bélica, sin medir sus consecuencias, más allá de la garantía de que Gran Bretaña y la Common Wealth, en complicidad, por supuesto, del gobierno estadounidense, el que anda a la caza de cualquier circunstancia que justifique la puesta en práctica de la "Executive Order" de Barak Hussein Obama se constituirán en su escudo para atacar y posesionarse de lo que no pertenece a nadie más que a los venezolanos, como lo es el Esequibo.

En fin, estos pequeños seres de la palangre apátrida, son el producto de esos niños bobos a los que malintencionados les enseñaron, primero, que el Esequibo era simplemente, una "Zona en Reclamación", con rayitas oblicuas rojiblancas, como lo dibujaban en mapas que se encargaron de repartir con la excusa de donación en colegios, escuelas y universidades, hasta que se dejaron de rubor y se lanzaron en la elaboración de mapas en los que ya no era "Zona en Reclamación", para ser un espacio vacío, en el que ya no existía el Esequibo. Y de esto, fueron artífices personeros del gobierno de los Estados Unidos de América y todos los serviles y tarifados de la corona inglesa, acostumbrada a la rapiña, para mantener la parasitaria corona, más que a su pueblo.

Y en entre los más atrevidos aparecen unos señores autodenominados "embajadores", porque alguna vez lo fueron o trabajaron en los gobiernos de la IV República, quienes sintiéndose doctos porque los egresaron en una escuela de estudios internacionales, en donde aprendieron a ser melifluos y amanerados de modales y formas, sin neuronas y sin cultura, ahora se dedicaron, con desparpajo, a defender a la Exxon Mobil y a azuzar impúdicamente al gobierno venezolano para que retara a duelo y pistoletazos a un desquiciado presidente vecino, que ya andaba en la jugada provocadora.

Hasta el más cándido ha de saber que si somos los legítimos dueños del Esequibo, territorio de nuestra geografía venezolana, como legítimos dueños no podíamos salir a reclamar a un tercero, es decir, al gobierno de Guyana, cuando éste no tiene nada que ver en las decisiones soberanas de Venezuela en su territorio nacional.

Pero, esto no quedó ahí. Salió el prenombrado presidente de la República Federativa de Guyana, David Granger, a cumplir su parte de la agenda internacional, que consiste en aplicar la tenaza contra el gobierno que preside Nicolás Maduro, mientras unos disociados psicóticos, desde Colombia se han planteado otro conflicto por el mar territorial y reeditar el conflicto del Caldas, además de la maniobra caótica que las huestes criminales de paramilitares del narcotráfico que dirige Álvaro Uribe Vélez, han pretendido activarse, asesinando policías, escoltas, militares y tomando zonas como aliviaderos o territorios liberados.

Aún con todas las mentiras aprendidas sobre el Esequibo, ni el gobierno venezolano, ni su pueblo, han caído en sus trampas belicistas. Estamos seguros de que los ciudadanos y nuestros hermanos guyaneses sabrán superar la locura desatada del señor Granger y en el marco del respeto y de la justicia, respetarán el Acuerdo de Ginebra y los buenos oficios de la ONU. Sobre todo, sabrán entender que los venezolanos no estamos dispuestos a que nada ni nadie nos arrebate un milímetro de nuestro territorio y ello significa, nuestro "Esequibo", que deriva del río caudaloso que nos separa de Guyana y desemboca en el océano Atlántico. Guyana es la voz en inglés que deriva de la voz indígena originaria "Guayana", que significa "tierra de muchos ríos".

Por tanto, además de las acertadas y asertivas acciones que viene adelantando la Cancillería venezolana, se hace urgente difundir en forma impresa y en videos, el discurso del Presidente Nicolás Maduro ante la Asamblea Nacional, en el que pide el apoyo a todos los venezolanos para enfrentar esta grave provocación y la intención fallida, tanto de la Exxon Mobil, como de Míster Granger, de usurpar lo que es nuestro, es decir, de todos los venezolanos.

No podemos, en las actuales circunstancias, bajar la guardia, ni permitir que la ignorancia aprendida se imponga y se expanda. Ya bastante tenemos conciertos personajes del oposicionismo, que por una parte levantaron las manos a favor de defender nuestro Esequibo y, por la otra, como son fichas viejas, de más de treinta años al servicio imperial, pasan todo tipo de información a sus amos, en una nueva treta de traición a la Patria, cual caballos de Troya.



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Luis Alexander Pino Araque


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