El rentismo petrolero: antígeno de la Revolución Socialista Bolivariana (II)

Lo que vamos a decir en este artículo, como crítica, resultará obvio, simple y sencillo (y, francamente, lejos de toda ortodoxia, pero si dentro de la rigurosidad de la base científica del marxismo, en tanto teoría crítica del capitalismo) ante las extravagancias y desmesuras, ideológicas, que implica el sostenimiento y pretendida cientificidad de la concepción del "capitalismo rentístico", que rebusca su fundamento en las trastiendas del "punto de vista de la economía política" y su mirada ideológica, no reconocida, como tal, por sus acólitos.

Recapitulando, brevemente, recordamos que el Profesor Baptista, en su obra citada, "Teoría económica del capitalismo rentístico", nos habla de una "renta internacional del petróleo" (cap., I, II, III fundamentalmente) y la cual define como "la participación del propietario del recurso, en unos ingresos excedentarios generados en el mercado de trabajo mundial…. Ese provento del propietario terrateniente no proviene del mercado de trabajo nacional." "en términos generales, por lo tanto, el capitalismo rentístico es una estructura económica nacional con una doble sustantividad. Por un lado es capitalista, en cuanto una porción de su ingreso…se crea en la relación del capital a escala universal y allí se lo capta. Por el otro lado es rentística, puesto que la relación de origen de ese excedente, se funda en una propiedad nacional ejercida por el Estado sobre un recurso no producido, al que demanda y requiere el mercado mundial."

"El capitalismo rentístico, consiguientemente, es una peculiar estructura económica, que descansa sobre la relación entre el mercado mundial y la propiedad terrateniente nacional."

De lo anterior infiere, como habíamos establecido en nuestro artículo previo, lo siguiente:

  1. "el carácter de excedente absoluto o incondicionado de ese provento, puesto que su contrapartida es un medio de producción no producido, y en tal carácter, sin un costo de producción antecedente."

Pero esto es falso y constituye una visión deformada de la realidad y de las condiciones de producción petrolera, en general, debido al manejo ideológico de las categorías en que se apoya.

Es evidente que el proceso de extracción del petróleo requiere de una inversión, tecnológicamente compuesta, en su instrumentación material. Los procesos de exploración y perforación, tecnología mediante, anteceden a la instalación de los sistemas de maquinarias de extracción, e igualmente la instalación instrumental de la tecnología que permitirá la producción del pozo durante un tiempo determinado, así como la ampliación de su capacidad productora y el mantenimiento de la misma. Luego el envasado adecuado, por barriles, y la transportación al destino del comprador, amén del caso de los crudos extra pesados que requieren ser mezclados con petróleos ligeros ("livianos") o de menor densidad; todo lo cual, convierte al recurso, de "materia natural virgen", o "materia muerta", en "materia prima", si estamos hablando científicamente (Marx, El capital, tomo I, cap. V). Capital extranjero, desde el inicio de la explotación de la industria petrolera y luego participación, también, de capital nacional integran la base económica de la industria petrolera.

Si este recurso no es viable y adolece de indisponibilidad, esto es, de disponibilidad útil, es como si no existiese en el subsuelo nacional.

Su valor está determinado por el trabajo que se requiere para la realización de las actividades anteriormente señaladas, es decir por los costos de las mismas y, por tanto, por el valor del trabajo, que estas requieren para su realización, así como también por los precios del barril de petróleo, internacionales, que determinan, a la vez que manipulan, los capitales monopólicos que dominan el mercado mundial, al tiempo que gerencian, soterradamente, la "coyuntura" especulativo-financiera, internacional, del valor del petróleo o de su precio internacional, el cual, invariablemente, supone su valor.

A manera de analogía y emparentando nuestro asunto con la "renta de la tierra" podríamos decir que la fertilidad de la tierra donde se produce el maíz, nada tiene que ver con el valor del maíz como producto del trabajo, del "tiempo del trabajo necesario" para su producción, de la "fuerza de trabajo", que durante este tiempo, se incorpora en él (en el maíz).

  1. "La causa primigenia que lo soporta, a saber, el simple ejercicio de un derecho de propiedad terrateniente".

Tampoco es cierto esto. La relación social de producción capitalista, esto es el capital, en tanto relación de producción que ejerce su supremacía en una sociedad que se basa, que se eleva, sobre una "estructura económica" capitalista, en la cual, justamente, el "modo de producción capitalista" que subyace a aquella estructura tiene al capital como su relación de producción dominante, respecto de todas otras relaciones de producción que coexisten en él, constituye el origen y base de la propiedad privada de la tierra, o "propiedad territorial", que se expresa en el título de propiedad. Esto es lo fundamental; es decir, que todo título de propiedad terrateniente o propiedad territorial (propiedad privada capitalista de la tierra) es posterior de la existencia de la relación de producción que lo origina o sustenta, la relación social de producción que es el capital.

  1. "La contraparte del derecho de propiedad territorial ejercido, que no es otra que la relación del capital."

Como todo lo anterior, esto es científicamente inasible, sin asidero alguno.

Se trata de una relación compra-venta, relación comercial que es el corazón del nivel de "circulación", el cual constituye la esfera de realización del valor, producido directamente en la relación capital-trabajo asalariado que tiene lugar en el proceso directo de producción capitalista de mercancías, donde lo fundamental es la valorización del capital, a partir de la generación de plus-valor, de trabajo excedente, de plusvalía; y hay que resaltar, importantemente, que contra toda cosificación y fetichización del capital, debemos establecer la diferenciación del proceso del trabajo dentro del proceso de producción, con la finalidad única de mostrar que sólo la fuerza de trabajo crea valor.

El proceso de producción, como unidad del proceso del trabajo y el proceso de creación de valor, es un proceso de producción de mercancías; mientras que el proceso de producción, como unidad del proceso del trabajo y del proceso de valorización del valor, es un proceso de producción capitalista, esto es, la forma capitalista de la producción de mercancías (ibíd. Cap. V, El capital, Marx).

El proceso de valorización del valor es el proceso de producción capitalista de mercancías en tanto que generador de trabajo excedente por parte del productor directo, del trabajador, que incorpora u "objetiva" su fuerza de trabajo a los productos de su trabajo, lo cual crea valor durante el tiempo de trabajo necesario de la jornada de trabajo y valoriza el valor durante la producción de un producto excedente, de un trabajo excedente que realiza en un tiempo excedente y que no le es pagado; que le es arrancado por el capitalista en tanto que personificación del capital, es decir, de la relación de producción que es el capital.

Nacionalmente, el capital y el trabajo asalariado, ensamblados en el proceso de producción petrolera, crea la utilidad del producto petróleo, es decir, su adecuabilidad al uso, su viabilidad, su disponibilidad real, (sin la cual no tiene valor de uso ni, por tanto, valor, ni, consecuentemente, valor de cambio), lo que equivale a decir, su valor de uso. El petróleo, yaciendo en el subsuelo constituye la materia prima donde se encarnará el valor incorporado por la fuerza del trabajo que lo adecuabiliza, por así decirlo, que lo hace útil, que lo viabiliza y lo dispone para su uso útil, esto es, para la satisfacción de necesidades humanas, (necesidades históricamente creadas e incorporadas por los hombres, socialmente, en el mundo humano, es decir, en la sociedad. Por su puesto, queda en pie el hecho de que también la plusvalía forma parte del valor del petróleo, del valor del barril de petróleo.

La relación capitalista de producción es previa, pues, a la producción de petróleo y no es su "contraparte", de ningún modo. Esta producción es nacional; y la propiedad de la misma y, por tanto, la del petróleo, corresponden, jurídicamente, constitucionalmente, al pueblo que integra la nación venezolana, representado por el Estado, el cual como sabemos, PDVSA mediante, vende su producción a algunos países que integran el concierto del mercado internacional, del mercado mundial, como gusta decir al capitalismo. En tal sentido, es incorrecto sostener que el petróleo es un medio de producción no producido, que "capta" un ingreso, un provento, que se genera en el mercado laboral mundial, es decir, que es plusvalía producida por economías foráneas. Ciertamente, el petróleo genera lo que se conoce desde el punto de vista capitalista como una renta, la cual es proveniente de los ingresos habidos por la venta de un producto de, si se quiere, "particular producción", pero cuyo valor se "realiza" en la circulación, como mercancía que es, en un acto internacional de compra-venta, tan propio e igual que, por ejemplo, los productos provenientes de la industria de alimentos de origen animal , ni más ni menos; de donde se sigue que el capital y la ganancia (capital-ganancia) son el binomio que explica, en clave de la "fórmula trinitaria" de la economía política vulgar y clásica, sobre fondo de la propiedad territorial y la explotación industrial de la misma, en función de la condición especial de su subsuelo, la generación de esta renta que es nacional, por lo cual no tiene ningún sentido calificarla de renta internacional, por el simple hecho de que la origina la venta foránea, en el mercado internacional, de un producto emanado de una industria nacional, donde la tierra (el subsuelo) es factor de la producción, suministrador natural de materia prima.

La titularidad, donde se expresa y acredita, formalmente, el derecho de propiedad colectiva, social, que corresponde a los integrantes nacionales del pueblo venezolano.

  1. "el ámbito en el cual toma lugar este ejercicio de la propiedad, valga decir, el mercado mundial".

Esto es igualmente falso, trocado, tergiversado por la visión, pretendidamente científica, de una ideología económica, la economía política clásica.

Es claro, en base a todo lo expuesto anteriormente, que el ámbito. Indubitable, en el cual "toma lugar este ejercicio de la propiedad", en todo caso, es Venezuela; y que esta titularidad es oponible a terceros, nacionales o extranjeros, y que ejerce o aduce, internacionalmente, el Estado soberano, en representación del pueblo soberano y propietario, legislación mediante, de las riquezas habidas en el subsuelo nacional.

Finalmente, ante todo lo expresado aquí, como crítica del capitalismo rentístico, podemos decir, ciertamente, que hay un gran problema ideológico en relación a este pretendido capitalismo y sus desarrollos y extensiones teóricas,

El capitalismo rentístico es una tesis, una hipótesis, si se quiere, que, en tanto tal, no tiene ningún valor científico. Se apoya en la ideología premarxista de la economía política clásica (lo cual sostenemos sin ninguna aprehensión respecto que nos puedan tachar de ortodoxos, prevalidos como estamos de la sólida condición y contextura, epistemológicas, de la base científica del marxismo como teoría y conocimiento, críticos, del capitalismo) que, sin duda, realizó aportes importantísimos en el despejamiento del campo de su ulterior cientificidad.

Marx aisló, por así decirlo, epistemológicamente, el "punto de vista de la economía política". Con ello se refirió a la visión ideológica que la economía política clásica desarrolló en sus análisis e investigaciones más prominentes y elaboradas, pero que no atinaba con la determinación objetiva, real, de los grandes problemas que se habían planteado en su campo, desde que las reflexiones económicas habían comenzado a sistematizarse en las obras de autores de los siglos inmediatamente anteriores al siglo XIX.

La teoría del valor-trabajo de Ricardo no logró dar con el verdadero fundamento del valor, su causa y su raíz, así como tampoco Adam Smith. Sus contribuciones teóricas fueron fundamentales pero no produjeron ciencia en la esfera del conocimiento de ese campo de realidad, del campo económico, por así decirlo.

El valor, que es la categoría económica cuya existencia real subyace a todas las formas históricas de desarrollo de la producción, y que alcanza su mayor desarrollo, "extensivo e intensivo" en el régimen de producción capitalista, tenía que hallar su origen, realidad material y fundamento en el trabajo, pero no como actividad de los hombres en sus relaciones de transformación de la naturaleza que los incluye, e incluso los constituye, como su naturaleza inorgánica, sino en el trabajo en tanto "fuerza de trabajo", es decir, en la potencialidad que tienen los seres humanos, los individuos, de actualizar, de desplegar -ahora sí- su actividad en la creación y transformación del trabajo como actividad entre ellos y la naturaleza, en función de la producción y reproducción de sus vidas y, por tanto, en la "construcción del mundo humano", no tenida, por estos, consciente, para sí, durante mucho tiempo.

El descubrimiento, por Marx de la "fuerza de trabajo", como la única fuente del valor, de su creación y reproducción, permitió, la aparición de la "crítica de la economía política" en tanto ciencia, que replanteó, nuevamente, las respuestas a las incógnitas y falsas soluciones que la economía política había formulado, teniendo como base de validación científica, sus "criterios" ideológicos de "objetividad", es decir, los fundamentos aparentes de su pretendida condición científica.

En relación a lo anterior leamos a Baptista asumiendo con profunda y honesta convicción, el "punto de vista de la economía política":

"la distribución de los ingresos generados con ocasión de la actividad productiva sigue una regla que se determina en el mismo hecho de la producción. Allí concurren, en lo esencial, el trabajo de los unos a quienes se los contratan para que lo presten, así como la propiedad de los otros, sobre unos medios e instrumentos de producción y unas materias primas. Ambos elementos, esto es, el trabajo y la propiedad, crean a la sociedad capitalistas similares derechos a la percepción de un ingreso como legitima contrapartida de lo aportado, por lo que de ellos se desprenden en lo fundamental las porciones correspondientes que a cada quien habrá de pagársele. Es decir, la posición de los unos y de los otros dentro de la actividad productiva, en calidad de trabajadores y de propietarios, determina causalmente la distribución de los frutos de la producción. Los primeros percibirán salarios como contraprestación de su trabajo; los segundos, en su turno, beneficios con cargo a su propiedad"

Una "gran mentira" globalizada.

Como un interludio de enlace de nuestros artículos anteriores sobre el rentismo petrolero y la crítica de la concepción que al respecto desarrolla el profesor Asdrúbal Baptista bajo la caracterización de "capitalismo rentístico", y la parte final de los mismos, hemos creído necesario hacer aparecer algunas reflexiones epistemológica que justifican nuestra preocupación teórica acerca de la concepción ideológica del capitalismo rentístico y su invasión ideológica contaminante de las formas de la conciencia social que, inmersas en la investigación teórica, académica o no, se plantean y problematizan la construcción del socialismo, en la Venezuela Bolivariana, considerando el modo de producción capitalista venezolano afectado por la renta petrolera y, consecuentemente, el rentismo que oscurece la teoría y la práctica de la transición socialista, en sus términos económicos, propiamente dichos.

Creemos que entre las ideologías económicas, y sus respectivas corrientes, clásicas, neoclásicas, marginalistas, neoliberales, etc., se ha homogenizado el criterio y, por tanto, se ha hecho común, que el capitalismo, como sistema económico, se ha universalizado y, "correspondiendo" como "corresponde" a la "naturaleza humana", ha encontrado su llegadero, por así decirlo, o punto culminante, en el modelo de los países occidentales de máximo desarrollo económico-industrial capitalista. Este modelo "universal" de desarrollo capitalista, según sus propaladores globales, no se basa en el entramado monopólico del capital que, en tanto imperialismo, halla su fase superior en la globalización, ¡no, de ninguna manera¡. No tienen la visión, la mirada real, objetiva, concreta, si no los tamices y vitrales ideológicos de sus intereses ciegos y supremacistas, los cuales sobreponen a la realidad.

Sus puntos de vista se han convertido en una "gran mentira" epistemológica, política, económica, ideológica y social que, además han globalizado. Para decirlo con Sartre, que en algún lugar de "El Ser y La Nada" parangona dos modalidades de la conciencia, en tanto "conciencia del otro", a saber, la "mala fe" y la "mentira".

La "mentira", al igual que la "mala fe", aparecen como posibilidades, en la órbita de la "mirada del otro"; mirada con la cual miramos al otro y, con la cual, por tanto, también somos mirados.

La mentira consistiría en el engaño con que nos engañamos a nosotros mismos, para engañar a los otros; para mentir a los otros con la mentira convertida en fehaciente verdad para nosotros, previamente, bajo el engaño que hacemos de nosotros mismo; nos engañamos para engañar al otro

Es, claramente, -como vemos- una diabólica forma de dominación ideológica de la conciencia social y, por tanto, de nuestra conciencia individual, que el sistema del capital nos impone, aparatos de dominación mediantes, es decir, la televisión, la radio, el cine, el internet, el ciberespacio y las sombras del sistema instalada en él, las escuelas, los colegios, las universidades, las instituciones, la familia convencional, la iglesia, las leyes y sus códigos, etc.

El capitalismo es un sistema que ha rebasado sus "limites históricos", persistiendo, a toda costa, en sobrevivir, como en una desesperada agonía fronteriza. Ha perdido, así, la mirada histórica de sí mismo, y ha perdido, también, la mirada trascendente de sí; por tanto, no hay utopía posible ni concebible, donde se trascienda así mismo. Lucha contra la metamorfosis antitética que le es ínsita, para crecer, acromegálicamente, fuera de sus límites históricos, asumiendo formas de existencia, cada vez más irracionales, que le compelen a entronizar, en los individuos sociales la ceguera de las hormas ideológicas de "los límites del individualismo burgués", en tanto farsa de la libertad, vivida como lo propio; esos límites vividos como la realidad de mi libertad individual y, por tanto, de la libertad de mi conciencia existencial, y cognitiva que es lo peor de todo, es decir, creer que lo que el sistema me enseño –muy en serio- es la verdad.

La crítica del "punto de vista de la economía política" fue la base epistemológica sobre la cual Marx logró levantar los cimientos del conocimiento real de la economía política del régimen o sistema del capital, así como también logró convertir la filosofía de la historia, en tanto saber ideológico y fronterizo, en un conocimiento consistente epistemológicamente, es decir, dotado de un criterio de objetividad realista, como compete a una ciencia del hombre y su "mundo humano", a una ciencia social, de fondo, contexto y significado humanos, es decir, que se trata de un conocimiento que incluye al hombre, de principio a fin, sin ninguna distancia, que separe o excluya al hombre como sujeto del conocimiento y al mismo tiempo, objeto, del mismo conocimiento (La Ciencia de la Historia) todo lo cual quiere decir que se trata de un conocimiento en movimiento, dinámico, porque su objeto es también un sujeto, la sociedad capitalista contemporánea y, por lo tanto, también, dinámico, en movimiento real; que está, que existe, tanto en la realidad como en el pensamiento que la piensa, es decir, que tiene una existencia, tanto dentro de la mente cognitiva como, autónomamente, fuera de ella; todo lo cual exige un delicado, atento y objetivo (sin parcialidades epistémicas o personales) tratamiento de las categorías que expresan su organización y el conocimiento de todos sus aspectos, particularmente concatenados en su movimiento real e histórico. Oigamos, sobre este respecto a Marx:

"como en general en toda ciencia histórica, social al observar el desarrollo de las categorías económicas hay que tener siempre en cuenta que el sujeto –la moderna sociedad burguesa en este caso- es algo dado tanto en la realidad como en la mente, y que las categorías expresan por lo tanto formas de ser, determinaciones de existencia, a menudo simples aspectos, de esta sociedad determinada, de este sujeto, y por lo tanto, aun desde el punto de vista científico, su existencia de ningún modo comienza en el momento en que se comienza a hablar de ella como tal".( Karl Marx, Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857-1858. Ed. Siglo XXI)

La ideología de la economía política impide el conocimiento de la realidad económica del capitalismo. Esta ideología ha servido de base epistemológica para la hipótesis de un supuesto capitalismo rentístico que pretende explicar, pseudo históricamente, lo que históricamente ha sido el capitalismo venezolano, con el petróleo como un elemento exógeno y poderosamente condicionante del mismo.

La hipótesis ideológica de un capitalismo rentístico venezolano, pretende no sólo tergiversar la historia política de la economía política venezolana que, precisamente, en nosotros es fundamental para poder comprender nuestra dependencia monoexportadora, sino que, además, niega las posibilidades revolucionarias de la construcción exitosa de nuestra transición socialista.

Por otra parte, plantea la integración necesaria de Venezuela y de los otros países del mundo, al "capitalismo universal", para construir –obviando la miseria globalizada y el comienzo irreversible del fin de la naturaleza que el capitalismo ha generado-, el reino de los cielos en la tierra, -parece decir- .

El mayor poder del capitalismo (y, desde luego, del imperialismo) es su poder ideológico. Con las luces crepusculares y psicóticas de su dominación ideológica sobre el mundo, ha logrado mantener separado el pensamiento de la realidad, la teoría de la práctica, para manipular y encubrir, en la teoría, lo que realmente ocurre en la práctica, alejando, por lo tanto, a los seres humanos de la verdadera comprensión de la realidad que viven, es decir, de su propia realidad,

La liberación humana, a decir verdad, dispone, efectivamente, de un solo instrumento humano, a saber, la Revolución Socialista. En todo y por todo, el anticapitalismo es la clave para el diseño de la construcción de la sociedad socialista. El rentismo petrolero: antígeno de la Revolución Socialista Bolivariana

Las leyes de la economía capitalista existen objetivamente

La peligrosa ideología económica del "capitalismo rentístico", como hemos dicho anteriormente, lejos de considerar, como posible y realizable, la vía socialista de la transformación revolucionaria del capitalismo nacional, ni siquiera se asocia al tratamiento que la economía política del capitalismo (teoría económica) prescribe como los paliativos aplicables a sus sociedades menoscabadas y desequilibradas por el desenvolvimiento ordinario de su propia dinámica cotidiana (capitalista).

El "capitalismo rentístico" propone la espera fatal de la llegada del fin del "colapso económico" para abrirnos, así, a la integración con el "capitalismo universal", una vez que el "colapso económico" del capitalismo rentístico hubiera "removido los obstáculos" que nuestra sociedad acusaba o presentaba para su correcto desarrollo en la ruta mundial del "capitalismo universal".

Recetas del "buen vivir" económico que la teoría económica del capitalismo prescribe para sus sociedades (las sociedades capitalistas del mundo) son dirigidas, en realidad, en términos únicos y universales, a las sociedades basadas en el modo capitalistas de producción, que es el único y universal modo de producción de las sociedades que ya se han desarrollado o que marchan, en su desarrollo, ineluctablemente hacía él; porque no hay más economía que la capitalista, ni modelo de desarrollo supremo que el capitalismo.

Estas recetas insisten en ratificar y consolidar el modo capitalista de producción de cualquier sociedad que se erige sobre él, ajustando los equilibrios intrínsecos, macroeconómicos y microeconómicos de su economía, es decir, del funcionamiento de su estructura económica, sin alterar ni cambiar, en lo más mínimo, nada que pueda desfigurar su modalidad de ser capitalistas, de estarse, perennemente, dentro del régimen capitalista de producción, -como si esta perennidad fuera históricamente posible-.

Pero, también, el capitalismo del que hablamos, en tanto que capitalismo realmente existente, es el imperialismo, y en su fase superior de globalización. Por eso, con mayor frecuencia, lo prescrito por este es el famoso paquete neoliberal, con el cual, dicho sea de paso, zozobra Europa. El neoliberalismo ni siquiera es una gran equivocación; es mucho más, como teoría y como praxis, es una creación humana absolutamente inhumana; es el sistema capitalista llevado al límite extremo de sus contradicciones internas (estructurales).

Es muy importante resaltar que las leyes del capitalismo, es decir, de la economía capitalista, son objetivas, existen per se, en toda su realidad, en la realidad de toda sociedad que se asienta, por así decirlo, sobre el modo capitalista de producción. Estas leyes existen, ontosocialmente, en la dinámica de la sociedad capitalista, en el movimiento real de toda su estructuralidad, por ello su conocimiento (factor subjetivo) acertado, científico, sin desviaciones ideológicas (como es el caso del capitalismo rentístico) es fundamental a efectos, no de sanar o acomodar de manera reformista los desajustes de nuestra sociedad aún capitalista; sino de utilizar el conocimiento de esas leyes para manejarlas, para ponerlas en función de la construcción de la transición socialista. Como dice Engels en algún lugar de su Anti-Dühring, refiriéndose a las leyes económicas: "ellas pueden, en las manos de los productores asociados, transformarse de fuerzas demoníacas en sirvientes dóciles".

Tenemos que hacer un diagnóstico crítico de nuestra economía capitalista, actualmente de base petrolera, pero no con la intención de restaurar, en ella, los "equilibrios económicos" a través de las recetas conservadoras (y conservacionistas) del reformismo económico. No, claro que no; tenemos que avanzar en la transformación real de nuestra economía –insistimos- en una economía transicional socialista que comience a transformar, revolucionariamente, las relaciones de producción capitalistas que constituyen el entramado de su sustentación. Esto, aunque progresivo, es perentorio y fundamental en la profundización de la construcción del socialismo.

El diagnostico crítico actual de nuestra situación económica, capitalista-petrolera, pasa por considerar lo actualmente ineludible, incluyendo las grandes dificultades que se incrustan en ella, provenientes del asedio que el departamento de estado norteamericano y la oposición nacional han desatado sobre nosotros desde hace 15 años.

Esto que llamamos "lo actualmente ineludible" está presente en todos los analistas capitalistas y no capitalistas de Venezuela y, en estado práctico o existenciario, en todos los venezolanos. En este sentido podemos decir que teniendo en cuenta que, para nuestra economía, la principal fuente de ingreso de divisas es el petróleo, el descenso de los precios del mismo y la consecuente restricción de divisas, en coyunda con la inflación ascendente, propiciarán, un déficit fiscal, manifestado en una expansión fiscal, menor e insuficiente, que no estimulará la activación de la economía, lo cual generará la propensión a crear más dinero inorgánico con la finalidad de subsanar el déficit, provocando inevitablemente que se dispare la inflación; siendo lo peor, económicamente, que esta última significa, la transferencia de los ingresos salariales al capital, que es "quien", en última instancia, controla los precios.

En estos 15 años de revolución, es muy evidente que el poder adquisitivo o poder de demanda de las clases populares, las cuales constituyen el sector mayoritario de la población venezolana, se ha fortalecido, ostensiblemente, debido principalmente a la redistribución de la renta petrolera que la Revolución Bolivariana ha conducido con un criterio, por lo menos, transicionalmente anticapitalista. Al respecto, los grandes beneficios de las misiones sociales, los 20 aumentos salariales en el tiempo de 15 años, los importantes subsidios a los servicios públicos, constituyen una corroboración fehaciente.

Muy bien, pero el fortalecimiento consolidado de la capacidad de demanda del venezolano de todas las clases sociales, tiene que hallar como respuesta, como contrapartida, necesariamente, una oferta suficiente de bienes y servicios que impida el desencadenamiento inflacionario por vía de la escasez, siendo que ya, no contando con la abundancia de divisas no podremos importar todo lo necesario, debiendo por tanto, ineludiblemente, producirlo aquí, nacionalmente. Pero nuestros problemas, dentro del régimen capitalista de producción criollo, son complejos por cuanto que nuestro aparato productivo se halla seriamente contraído, lo cual determinará la reducción del producto interno bruto PIB, generando una recaudación fiscal menor.

Por otra parte, el anclaje cambiario, con una moneda sobrevaluada venía permitiendo la realización de importaciones baratas que sofocaron, transitoriamente, la demanda a que nos referimos pero desincentivando la ya menguada producción nacional, con el agravante de que, ahora, los precios alicaídos del petróleo aseguran un menor ingreso de divisas.

El déficit fiscal destapa la inflación aceleradamente y la generación de dinero inorgánico, para suplir el faltante, convierte al déficit en un abismo cuya profundidad exhala, inconteniblemente, más inflación.

Hemos visto, comprobadamente, como el cambio trinitario ha sido inutilizado por su propio resultado, a saber, la especulación, la corrupción, y el dólar paralelo que es una especie de unificación cambiaria perversa que puja por imponerse a través de la determinación, falseada y corrosiva, de los elevados precios, en general.

Se ve claro que vamos hacia una unificación cambiaria, que deberá ser cónsona, verdaderamente, con la productividad real de nuestra economía, porque las leyes de la economía capitalista nos lo están indicando; esas mismas leyes que los empresarios capitalistas conociéndolas, aunque mecánicamente, muy bien, han manipulado y utilizado a su favor, conociendo, además, su inexorabilidad. Ellos saben que haciendo lo que hacen, en las presentes circunstancias (acaparar, especular, extraer para el contrabando, boicotear, infiltración y corrupción mediantes, el cambio múltiple, fortalecer los mecanismos subrepticios de funcionamiento del dólar especulativo o paralelo, manejar "espasmódicamente" la escasez creada, etc.) la economía "crujirá" sola, prácticamente, sin necesidad de la participación del departamento de estado norteamericano ni de la cia (todo con minúsculas).

Como vemos se trata de los desequilibrios de una economía capitalista, provenientes, como es nuestro caso, de las distorsiones que causa en ella, contradictoriamente, un factor que le es ínsito y al mismo tiempo exógeno que es el petróleo, y que habría que equilibrar para "mantener" la economía "quieta" dentro del régimen capitalista de producción, de la manera menos nociva posible, lo cual representa en los hechos, en realidad, muy poca inocuidad.

El diagnostico crítico, siempre orientado hacia la praxis, hacia la transformación revolucionaria de la economía, más allá de lo actualmente ineludible, tiene que plantear en su visión, allende los "equilibrios económicos" reformistas, sanear la economía, no sólo eliminando su condición rentista-petrolera, sino impulsando la producción nacional, diversificada y exitosamente eficiente, a través de relaciones de producción cada vez más socializantes que cursen la transformación revolucionaria de la economía en conjunción con medidas supresivas, muy progresivas y atinadas, de la propiedad privada capitalista que monopoliza medios de producción producidos y no producidos en tanto que capital.






 



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