Prevalece el Estado burgués en Venezuela, y con él las malas condiciones de vida de la mayoría de la población, afectada, entre otras cosas, por la carestía y los bajos salarios, aspectos que obviamente favorecen a la burguesía local y foránea, y a sus operadores políticos de derecha y de “izquierda”. Por mucho que insistan los “revolucionarios” en que los trabajadores han sido dignificados en los últimos años, la realidad demuestra lo contrario, y hoy día el salario mínimo, por ejemplo, está muy por debajo de la canasta básica. Sólo la clase alta, cierta parte de la clase media, los burócratas enchufados y los asalariados alienados, pueden negar la carestía y por consiguiente el aumento de la pobreza, que para el segundo semestre del 2013 era de 27% según el INE, pero que hoy día debe ser mucho mayor, tanto que las autoridades del INE no se han atrevido a ofrecer más cifras. Algunos creen que la pobreza en la Venezuela “socialista” puede estar cercana al 50%, o incluso ser superior.
Mucho discurso “socialista” y antiimperialista por parte del Gobierno de Maduro, y una supuesta lucha contra la élite económica, mientras que el día a día de las masas es duro, lidiando contra el aumento sostenido de todo tipo de productos y servicios; el pueblo humilde pagando, como siempre, por las acciones oscuras, irregularidades, intereses egoístas, vicios, malos manejos y otros desaguisados producto de la alianza Gobierno-burguesía. Ciertamente desde que la “Revolución” llegó al poder hace más de 15 años, se han decretado numerosos aumentos salariales, superando en este sentido al periodo puntofijista, pero a su vez no ha cesado la inflación y por ende el elevado costo de la vida. De manera que el dinero en manos de la mayoría no ha hecho sino volverse nada, mientras que una minoría sigue enriqueciéndose, gracias en buena parte, a medidas gubernamentales como la liberación exagerada de precios, y a la impunidad en materia de delitos económicos.
Bien patético resulta que unos cuantos intelectualoides y funcionarios de clase media prooficialistas, sostengan que hay mucha quejadera en cuanto a los salarios. Destacan que para ayudar a quienes perciben los sueldos más bajos, están las misiones, y que en definitiva no sólo de pan vive el hombre, que la patria nueva se debe construir con fortaleza político-ideológica, compromiso, lealtad, entrega, lucha y convicción, y no con el estómago. En parte tienen razón, pero, ¿acaso es justo que mientras millones de trabajadores pasan necesidades día tras día, una minoría de burócratas e “intelectuales” al servicio del Gobierno tengan muy buenos salarios y otros beneficios laborales?, ¿por qué los funcionarios “socialistas” y derechistas de alto rango no se rebajan el salario para que sientan en carne propia el sufrimiento de la mayoría, ¿si los trabajadores son la piedra angular de la “revolución”, por qué el sector público les explota de la misma manera que lo hace el sector privado?, ¿por qué se continúa permitiendo a la gran empresa privada que haga lo que le viene en gana con sus empleados, y hasta los despida sin justificación?, ¿por qué los maestros y otros integrantes del sector educación continúan siendo tan mal pagados, mediante esa infame figura de la contratación colectiva? Y en cuanto a las misiones, es bien sabido que se trata de medidas coyunturales y limitadas, sin capacidad de atender eficazmente a los necesitados, como en el caso del acceso a los alimentos. Son, como se dice coloquialmente, pañitos de agua tibia.
Entonces, ¿qué hay que celebrar cada primero de mayo?
Rubén Alexis Hernández