La Guerra

No podemos imaginar lo espantosa, lo aterradora que es la guerra; y cómo se convierte en normalidad... Hay una fotografía de lo que pudo ser el cuerpo de un hombre, o de una mujer; está tan mutilado que también pudiera ser el cuerpo de un cerdo. Pero éstos son ciertamente niños muertos, y esto otro, sin duda, la sección vertical de una casa. Una bomba ha derribado un lado: todavía hay una jaula de pájaro colgando en lo que probablemente fue la sala de estar..." (Susan Sontag).

No hay guerra justa, aunque hay guerras que se justifiquen.

En la historia de la Humanidad la paz parece ser una utopía, mientras que la guerra es la más cruel de las realidades, John Lennon decía: "el hombre se esconde para hacer el amor pero hace la guerra a plena luz".

La guerra, tema ineludible para los historiadores pues gran parte de la historiografía, es decir, de lo que se ha escrito sobre la Historia, contiene o está relacionada con la historia de la guerra. A veces pareciera que la vida de la sociedad humana es la narración de un cuento, cuyo argumento central lo constituye la historia de las batallas libradas por los "héroes" de la humanidad o una parte de ella. Igualmente, muchas de las magistrales creaciones de la literatura universal, recogen en sus páginas, episodios que giran alrededor de la guerra.

Las política es a veces, no la ciencia de la "police", sino más bien las acciones de los grupos de poder para desatar la guerra o para, al final del desastre humano, concretar la firma de un tratado en función de poner fin a los daños irremediables causados. Karl Von Clausewitz, en su obra De la guerra, la define de la siguiente manera: "La guerra es la mera continuación de la política por otros medios... Vemos, por lo tanto, que la guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de la misma por otros medios".

También la guerra forma parte del gran negocio que significa la destrucción, para luego cobrar los "daños causados", en una reconstrucción de infraestructuras que se reparten los carroñeros de los despojos humanos, dejados por los entes del mal. “El desarrollo facilitado por la técnica y el dominio económico, han tenido consecuencias funestas para la humanidad. Y como en otras épocas de la historia, el poder, que en un principio parecía el mejor aliado del hombre, se prepara nuevamente para dar la última palada de tierra sobre la tumba de su colosal imperio" (Ernesto Sábato, 1998).

El hombre parece ser la única especie que, aún teniendo inteligencia comprobada y sentido del tiempo, aprende poco de su pasado, tiene por lo visto, poca consciencia de su larga historia sobre el planeta, por ello aprecia muy poco el inmenso periodo de vida en la que vivió como una hermosa familia en la orbe, "sin nada por qué matar ni morir".

El culto a la guerra es un fetiche impuesto por un pensamiento dominante muy ligado a las clases elitistas, que se erigen sobre las mayorías de la sociedad.
Muchos son, y han sido los pretextos y argumentos que se usan para justificar la proclamación de una guerra, o lo que es lo mismo, para sacrificar a millones de seres inocentes, quizás ninguno de ellos éticamente justificables, pero moralmente y objetivamente sí, aunque cueste mucho reconocerlo. El rapto de Elena, la guerra de los bananos, la muerte del Archiduque, la independencia de las colonias americanas, la gran Guerra Franco Prusiana, la Comuna de París, las guerras étnicas casi interminables en los Balcanes, la guerra civil española, las miserables guerras en el Congo africano, la guerra de guerrillas en toda Latinoamérica, la guerra de secesión en Norteamérica, la llamada Guerra de los Seis Días iniciadas por el Estado impuesto de Israel que se ha convertido en el cuento de nunca acabar en el Oriente Medio, las cruzadas religiosas, la expulsión de los árabes de la península ibérica, la guerra del Vietnam, la Guerra del Golfo, la guerra de los palestinos por su autodeterminación, las Guerras Mundiales, guerras imperialistas, Guerra del Chaco, guerras por un pedazo de tierra, la Guerra Federal, la Guerra del Opio, Guerra contra el latifundio, guerra por la libertad, guerra fría, guerra contra el terrorismo, guerra económica, guerra bacteriológica, guerra de las galaxias, guerra nuclear… En fin parece ser que el hombre no ha hecho otra cosa que vivir a costa de un pretexto para justificar la guerra como forma o método de solución del conflicto social.

La guerra o la historia de la guerra es uno de los temas más documentados de la historia y es que el mismo no ha sido otra cosa que la misma historia de la Humanidad, es decir, la lucha de clases; el famoso motor de la maquinaria social que hace que la historia de la especie humana cambie.

Las expresiones de esta conducta las encontramos también en la micro historia, o sea, en las pequeñas historias de los pueblos. Así, se registran guerras locales por problemas familiares, como la guerra de los Vargas, las llamadas montoneras, las Gabaldoneras, la guerra de Montilla en el caso venezolano, en el mundo cada pueblo tiene una micro historia que contar de sus infinitas guerras internas.

Quizás la expresión más acabada de esta miseria humanoide, la representa toda la historia del siglo XX recientemente finalizado, ése fue realmente el tiempo del gran holocausto humano. En esa centuria no ocurrió un diluvio universal, sino más bien, una gran peste que se convirtió en una interminable noche oscura. Este siglo será recordado como "la locura universal"; el tiempo de la mayor carnicería humana que avergüenza a quienes horrorosamente nos sentimos descendientes de los primeros homosapiens. "El terrorismo internacional, el horror de Bosnia, el recrudecimiento de los conflictos de Medio Oriente y las heridas sobre la carne del mundo que son las calles de Calcuta, confirman que Hannah Arendt tenía razón al afirmar, ya en los años cincuenta, “que la crueldad de este siglo sería insuperable".

La cultura humana es una síntesis de la apología a la guerra, los himnos, celebraciones en los calendarios civiles y escolares, los héroes y algunas heroínas, monumentos, cánticos, la épica, los nombres de los pueblos, y hasta la poesía en muchos casos, representan una exaltación al héroe y a la guerra en sí misma.

Los juegos, pasando desde los más antiguos, como el famoso "manbrun se fue a la guerra", favorito en los patios de recreo, los soldaditos de plomo, y todos aquéllos de última generación electrónica y cibernética o juegos en red, son sencillamente una procesión alegórica al tema de la guerra y su germen contentivo fundamental: la violencia.

El cancionero popular y clásico, es otro escenario que no se escapa a las escaramuzas belicistas, así como los medios de comunicación y la industria del mal llamado "entretenimiento" en los que un elevadísimo porcentaje de su producción, está cimentado en el argumento trillado de la guerra; hasta podemos asegurar que existe una maquinaria bélica audiovisual destinada al culto al antiguo dios de la guerra: Marte.

Un capítulo aparte requiere el tema de las migraciones humanas como consecuencias de la guerra. Grandes masas de población huyen de las desgracias bélicas y se refugian en tierras lejanas dejando sus tierras, historias y cultura. Algunos lo asimilan y emprenden una nueva vida, sin olvidar la frustración que causa el desarraigo. En la nueva vida se incorporan a nuevos referentes incluyendo una geografía y en la mayoría de los casos un lenguaje diferente, evidentemente los referentes cambian. Esta movilidad forzada provoca el mestizaje cultural, el hombre es un ser portador de cultura, ella –la cultura- se moviliza y se mezcla con otras de los pueblos receptores y de allí, de esta situación trágica, podemos sacar un elemento positivo, el llamado mestizaje cultural.

"Como un exiliado/camino por las callejuelas/de la ciudad más antigua,/ la primera en nacer./ Mi alma va delante de mí,/ vacilante y ansiosa./ Qué la perturba?/ Su abandono o su búsqueda de una nueva morada? Allí estoy,/sonámbula,/ huérfana y vencida./ Añoro la playa y las altas colinas/ y aquella barca azul/ que cerca de la costa/ está esperándome./" Matilde Kusminsky. (Antes del fin. Ernesto Sábato).


Esta nota ha sido leída aproximadamente 989 veces.



Arnaldo Guédez


Visite el perfil de Arnaldo Guédez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: