Réplica II para: Contrarréplica a Manuel Martínez: ¿Las Revoluciones la hacen los Pueblos o los Revolucionarios?

De entrada: Mal puede hacerse críticas al gobierno de izquierda que pudieran traducirse en apoyo a las que ya bastante le hace la derecha. No obstante, tales críticas formarían parte de aquellos pasos hacia adelante que deberán irse ajustando con pasos hacia atrás para que cualquier progreso revolucionario vaya quedando firme y duramente consolidado.

Entonces, definamos lo que se da en llamar “persona políticamente revolucionaria”. Si por ella entendemos a toda aquella que se empate en un movimiento de masas animadas por un fin común, por ejemplo, salir de tal o cual gobierno, entonces resultaría válido que cualquiera persona  podría aparecer en una “revolución”, y eso, sin ser paradójico, incluiría a la gente de la derecha, por ejemplo, a los reaccionarios por naturaleza propia, como los mismos que para su primera elección presidencial apoyaron a Chávez y terminaron bien pelados. De perogrullo, ninguno de estos frustrados hacía revolución.

Sabemos que durante el Puntofijismo, derechistas y líderes  izquierdistas varios  armaron ese contubernio político que duró sus buenas 4 décadas; ninguno resultó ni se empató en revolución alguna y, por el contrario, todos exhibieron la más abierta contrarrevolución. Así, por ejemplo, los niníes  ora votaban por AD, ora lo hacían por Copei, aunque no por su componente de izquierda,  porque los niníes no están atados a partido político alguno.

 Al final, derechistas[1] e izquierdistas con diversos grados de revolucionariedad y  apelotonados como pueblo fueron liderados o polarizados por un nuevo líder que ofrecía y cumplió hacer una revolución desde cero y a tal efecto su bandera principal fue la refundación de la república  para lo cual resultó imperativo darnos una nueva Constitución originaria, y así observamos que se ha venido cumpliendo.

Ciertamente, hasta la  gente de derecha y ultraderecha[2] se unieron en aquella oleada que pintó de rojo todas las boletas de  todas las listas, pero ese acto no fue ninguna para hacer premeditadamente ninguna revolución, como tampoco fue revolución la que emprendieron todos los mantuanos decimonónicos encabezados por Simón Bolívar, habida cuenta de que, más que luchar contra el esclavismo, se luchó por la independencia, se luchó por la descolonización, y así quedaron vivas  las diferencias clasistas con sus correspondientes clases. No en balde Bolívar halló tanta oposición entre los mismos mantuanos amigos, y no en balde estos traicionaron su proyecto   tan pronto lo hicieron Libertador y se abstuvo de coronarse. De resultas, no se eliminó el latifundio, por el contrario se consolidó. Se liberó sólo parte de los esclavos. Es decir, esa lucha “del pueblo” no fue para cambiar la base de nuestra sociedad, sino para realizar   cambios del Estado Colonialista e imperial  por una IIIRepública. 

 Hoy, en pleno desarrollo de la presente Quinta República,  la lucha declarada es para iniciar el proceso transicional que terminaría sustituyendo la actual  base burguesa, bajo su modalidad rentista y parasitaria,  por una base socialista, para lo cual o en la cual nadie de la derecha  podría sumarse, porque ya no se trata como antes de reformar  el Estado y su gobierno, sino para ir eliminando el Estado y con ello  las clases que hasta ahora se han conformado desde la Independencia Bolivariana[3].

De allí que actualmente no debamos olvidar que  la revolución lucha contra la burguesía parasitaria y contra esa porción del pueblo que se conoce como el escualidísimo como proletarios sin conciencia y  defensores a  ultranza de la derecha, de manera que mal podrían los escuálidos, siendo de la derecha, participar en una revolución que busca acabar con esas ya obsoletas formas políticas. De allí que para hacer una verdadera revolución sea requisito ineluctable ser  revolucionario, puesto que si la derecha y sus variantes seudoizquierdistas se sumaran al   movimiento revolucionario, entonces no habría contendor, no habría contrario, ni mucho menos una revolución concreta sino nominal.

21/11/2014


[1] De partida, ningún(a) derechista puede ser revolucionario(a). Ocurrió que durante los prolegómenos de la Revolución Francesa, la burguesía luchó y revolucionó como “izquierda” coyuntural, aunque luego, como nueva  clase explotadora salta hacia la derecha y allí se  conserva antirrevolucionariamente hasta ahora.

[2] Muchos copeyanos y adecos solían pasarse factura con su “voto castigo”, de manera que había mucho desacuerdo y disconformidad con la alternancia presidencial de marras, porque en ese Puntofijismo  la postura de izquierda fue simbólica, se hallaba muy prostituida por la derecha de adecos y copeyanos a partir de Caldera I.

[3] Podríamos entrever que en esta VR no se lucha contra los capitalistas “productivos” ya que casi no los hay, salvo los parasitarios, y que se lucha más bien contra  la burguesía internacional.

 

 



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Manuel C. Martínez


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