Calidad educativa y “armas melladas del capitalismo”

El título puede lucir poco congruente, posiblemente disociado. Pero considero importante mostrar como lo de la calidad, lo de la educación no son conceptos universales, que para todos y en todos los casos significan lo mismo. Coincidiendo con el hecho de que las tales armas melladas no están sólo en la producción económica.

Generalmente calidad se asocia con alcanzar algo de la mejor manera (en el tiempo adecuado y de la mejor condición). De tal manera que un producto o servicio de calidad será el que mejor satisfaga aquello para lo que es elaborado o se ejecuta.

También así se considera a la educación como aquello que permite a las nuevas generaciones lograr vivir en esta sociedad con la mayor armonía posible y con el empuje necesario para los cambios que la beneficien.

Si ambos se aplican en la sociedad capitalista termina siendo la calidad la que mejore la producción de objetos y servicios; así como la educación la que permita más profesionales con la mejor respuesta a esa producción. Hoy nos preocupa que esa calidad es para producir más renta al inversionista y no productos para más calidad de vida del consumidor.

Aquí se presenta una complicación, pues los profesionales salen de la educación para ocupar puestos de trabajo, es decir empleos, para los cuales la educación que tenemos debe disciplinarlos.

Digo complicación porque no es natural esta adecuación del educando-profesional al empleo que debe ejecutar para sostenerse. Para adquirir esta condición la educación, entonces escolarizada, se dedica, desde primaria hasta la universidad a disciplinarlo, en general, a que responda a los patrones de esa actividad productiva. Las ideas, los saberes y eso que se llama conocimiento es cuestión de otros, siempre élites, sean o no profesionales. Lo de nosotros es repetir los manuales, las lecciones que nos enseñaron en la educación escolarizada, las que nos disciplinan para los empleos.

Al comenzar el fracaso de la educación conocida, la escolar, porque no lograba respuestas para la producción, más allá de mejorar la riqueza del inversionista, porque no lograba soluciones para la sociedad en su vida cotidiana, comunitaria, comenzó la revisión de la misma en busca de la calidad. Así, en el mismo genérico que señalamos al principio.

Se hicieron críticas, en casos profundas y pertinentes, pero en general, sin lograr trascender el modelo escolar y, más grave, ocultando en el olvido -exótico- aquellas críticas profundas y pertinentes. Si no, obsérvese, los elementos ha discutir en el proceso actualmente abierto: contenidos, forma de organizarlos, cantidad de horas de clases, actividades suplementarias, calidad de los maestros y profesores, tipos y objetivos de la evaluación, etc.

Lo que no pone en duda esta discusión es el propio modelo: ¿puede la educación escolar dar respuesta a las necesidades de una sociedad que pretende cambiar, que busca novedades de su organización y desenvolvimiento?

Aquí se hace pertinente lo de las “armas melladas”, más que del capitalismo de toda la forma de concebir la sociedad. Para ello traigo a colación un escrito del marxista húngaro György Lukács: “Seguidismo y dialéctica” (1925), donde discute con el estalinismo acerca de la actividad de producción económica. Esto [el modelo de producción industrial] significaría, objeta Lukács, “¡que existe una identidad esencial entre la sociedad capitalista y la socialista!” Desde su punto de vista, la revolución debe cambiar no sólo las relaciones de producción sino que también debe revolucionar en gran medida las formas concretas de la tecnología y la industria que existen en el capitalismo, dado que están íntimamente ligadas a la división capitalista del trabajo.

Para Lukács, las “formas concretas de la tecnología y la industria” son, exactamente, “armas melladas del capitalismo. Por supuesto regresamos a la duda sobre la educación: ¿se puede construir una sociedad con atisbos de novedad utilizando la “forma concreta de educar a los jóvenes” que esta sociedad, economizada al máximo, creó para progresar como capitalismo?

Si lo dudan, observen, pregunten, piensen, si en la actividad escolar, desde primaria hasta la universidad, los estudiantes son capaces de conocer a su comunidad, no en actividades de esas que llaman comunitarias, donde el estudiante va ha “colaborar” con esa comunidad, que por lo general no es la suya, haciendo trabajitos de “fin de semana”, para luego regresar al sitio de la enseñanza. No, me refiero a una actividad donde confronte los saberes de la comunidad que generan soluciones a la misma y los propios de la escuela (enseñanza), que se supone sean aplicables a aquellos.

Esto, la escolaridad, se considera tan natural, que los “conocimientos” de la universidad pueden ser aplicados a los empleos, con las adecuaciones que esos empleos exigen, nunca a los problemas de las comunidades, ni siquiera los de producción, que también son empleos, y la relación con sus salarios. ¿Puede la actividad universitaria, también escolar, dar con, cuando menos, las interrogantes a una nueva forma de la producción económica?. La que solicita Lukács para ”revolucionar las formas concretas de la tecnología y la industria”.

Armas melladas tenemos, en todo lugar y a cada momento de nuestra actividad.

aldocolmenares@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 944 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter