La ocupación del siglo XXI


El pecado original bíblico nos condenó a trabajar con el sudor de la frente para ganarnos la vida, en esa historia nos hicimos como humanidad, pues nuestro esfuerzo específico por sobrevivir nos coloco en la cima de la selección natural. Esfuerzo específico que se realizó como pensamiento humano y que nos caracterizó en el combate de las especies, en razón de la optimización del tiempo, causa del desarrollo pero también y a vez la fuente del conflicto social.

Desde entonces el trabajo para satisfacer las necesidades básicas ha sido la actividad humana por excelencia, constituyéndose en el núcleo organizativo de la sociedad. En el principio se gastaba todo el tiempo para conseguir los mínimos acumulados que les permitiera recuperar la energía gastada en vivir. El pensamiento hecho realidad en la construcción humana se concreto en el trabajo que transformó la naturaleza. Toda la historia de la humanidad ha tenido por objeto el desarrollo del trabajo, sus distintas expresiones han constituido la trama social en que se ha realizado.

El trabajo que elaboró la necesidad gregaria de la subsistencia, construyó la base de la solidaridad primitiva, sobre la cual se desarrollo el salvajismo y la barbarie, donde el desplazamiento nómade lo estructuro en la lucha recolectora por controlar los territorios naturales más aptos para la sobrevivencia animal. La etapa sedentaria lo condujo hacer del trabajo un constructo humano, donde la apropiación de la producción lo llevo a realizar el espacio sociológico de la técnica donde se edificó el esclavismo. La edad media al construir él enclaustre del taller, especializa el trabajo en el manejo de las herramientas, surgiendo la obra individual donde el artesano de criatura se convierte en creador. La energía de vapor que transforma la herramienta en máquina construye el trabajo social asalariado, generando el ingrediente económico del plus valor, que hace que el trabajo transformado en fuerza, se acumule en la sociedad como capital, logrando la transmutación más radical que ha sufrido la humanidad. La cibernética trajo en la automatización el trabajo creador de la construcción del sujeto humano, que lo libera del sometimiento al tiempo en todas sus connotaciones históricas, conduciéndolo hacia la libertad.

La acumulación de la expresión del trabajo humano, construye la huella de la imanencia del devenir sincrónico del cerebro social, que se ha venido haciendo en el transcurso del tiempo. Es el valor agregado que se concreta en la vida cotidiana de las comunidades. Desde el instante en que los pueblos construyeron su territorio, la ocupación ha sido el fundamento, que en su recorrido realiza la cultura.

La superación de la barbarie donde la acción era la recolección, fue conseguida por la ocupación de la domesticación de la flora y la fauna que trajo lo sedentario. La antigüedad en su largo periodo ocupa su tiempo en la construcción objetal de la realidad, tanto en la acción agrícola del esclavismo, como en los procesos artesanales del medioevo. En la producción industrial de nuestro tiempo, la ocupación del obrero se realiza a través del trabajo asalariado en el empleo, donde el ser humano vende su fuerza de trabajo como mercancía, estableciendo una sociedad asalariada, donde el excedente económico produce las relaciones capitalistas, que regulan el sistema en una tasa de retorno que estabiliza la producción y la comercialización.

La sociedad siempre ha creído que las relaciones que vive son eternas, su tragedia radica en vivir luchando por que se cumplan las leyes que sus mayores les heredaron. Hace medio siglo, desde que termino la segunda guerra mundial, que el empleo es una variable decreciente en el mundo. Todos los economistas, los politólogos y los gobernantes de izquierda y derecha, invocan e investigan lo conocido y lo desconocido para dar las más novedosas teorías, como las neoliberales que recurren al capitalismo salvaje para imponer artificialmente, como en el caso de Chile, el empleo artificial, que necesariamente se convierte en un bumerán en muy poco tiempo.

El empleo esta ligado al infinitesimal categórico de Leibnitz que en la economía capitalista es el plus valor, que entro en recesión desde el momento en que la automatización empezó a sustituir el trabajo asalariado en todos los campos de la labor humana. Se trata de un problema irremediable que no se puede detener y al que hay que encontrarle soluciones, no en lo irremediable de la situación. Si no en los procesos de transición que toda nueva situación plantea.


No se trata de un problema reformista, ni de una solución socialdemócrata, es colocar la realidad en la dinámica del acontecer mundial, donde el capital social irrumpe el espacio económico, para mostrar que una nueva tasa de retorno sé esta imponiendo en las relaciones mundiales del mercado.

En el TLC (tratado de libre comercio) en la frontera de México con los E.E.U.U., el capital social vinculado hace tiempo con la comercialización del mercado norteamericano, sin los vicios que el capitalismo financiero había impuesto de entregar su fabrica obsoleta a los trabajadores para pagar sus pasivos laborales, resolvió avalar y asesorar en lo tecnológico, lo financiero y lo comercial a los trabajadores, con una vocación social, en empresas participativas, donde la explotación salarial desaparece.

La banca, en un primer momento entrega los capitales a las nuevas empresas participativas, por los avales de los capitales de la región, sin saber que poco a poco habían surgido nuevos clientes en el panorama del capital bancario. Hoy son mas de veinte empresas participativas con una productividad de 150% con respecto a los Estados Unidos, una rentabilidad del 48% y la producción de mejor calidad del mundo certificada por la comercialización de Nueva York. No se trata de empresas de empleados que reciben salarios, sino de trabajadores empresarios que realizan la ocupación cibernética de elevar la calidad de la producción de su empresa a los más altos niveles.

Lo importante de esta nueva relación entre la producción y la comercialización reside en que el capitalismo se enfrenta a la nueva comercialización de diseño modelaje que va mucho más allá del de demanda y oferta de la libre empresa, que presupone las tendencias del modelo y la necesidad de responder a mercados masivos, que requieren de diversidad y de grandes volúmenes. Es en estas expectativas que el capital requiere: de alta calidad, de gran diversidad y de enormes volúmenes que el trabajo asalariado no garantiza. Fue así como se fue construyendo la nueva empresa participativa sin explotación laboral, que permite producir por encima de las exigencias de la competencia. Dejándole al capitalismo las enormes ganancias que da una comercialización organizada.

El fundamento social que se vive, es él de la propensión a la descomposición, en los países subdesarrollados al margen de los procesos industriales. Los desplazados por la violencia o la marginalidad, en la mayoría de las veces como poblaciones civiles en medio de un conflicto que desconocen, son las víctimas que en el fondo constituyen la base del desarrollo porque en su desarraigo tienen el germen de lo nuevo. Eistein decia que es más fácil desintegrar el átomo que desarraigar un prejuicio cultural. Si esto es verdad nada más propicio para el desarrollo que el desarraigo.

Colombia como casa de esquina de la América del Sur, bañada por dos océanos y las vertientes exuberantes de la amazonía y la orinoquía, es tierra de paso para todos los traficantes nacionales y multinacionales, donde la tradición precolombina de las culturas incaicas basadas en el mambeo de la coca para estimulasen culturalmente en el trabajo; fue el lugar apto para que la guerra del opio tuviera en nuestro continente la extensión de ese flagelo oriental.

La violencia como respuesta geográfica, más allá del azar de la Vorágine, nos estructura en un territorio que debemos limitar políticamente encontrando sus fronteras económicas. Inicialmente el conflicto ideológico entre capital y trabajo nos colocó en la posición antagónica de la guerra revolucionaria, que en nuestro país ha tenido una continuada experiencia desde la independencia y las contiendas republicanas por estabilizar un estado de derecho. La guerrilla inspirada en las revoluciones proletarias tuvo en Colombia el espacio propicio para emerger, apareciendo con sus distintas orientaciones: de línea china, soviética, cubana y algunas veces como manifestaciones caribeñas propias de nuestra cultura. Hoy las cosas cambiaron debido a que las fuerzas de la economía subterránea aparecieron en el planeta para extender sus mercados a escala total, creando nuevas relaciones que modificaron los planteamientos políticos de la insurrección. En estas condiciones la violencia en el país se ha vuelto una guerra económica, donde los intereses en cuestión se elaboran en la trama de comercialización política, entrando en juego las relaciones internacionales de los distintos protagonistas.

En la situación normal el empleo, significa el problema esencial del capitalismo. En la situación de violencia en que estamos se convierte en una catástrofe. Palabra que en el lenguaje de Rene Tome quiere decir cambio, y que tomada en la nueva teoría de las categorías se transforma en la posibilidad de la solución del problema.

Las revoluciones desestabilizan la sociedad, permitiendo que los cambios, antes imposibles, se realicen, porque los quistes epistemológicos se desintegran, permitiendo que la transmutación de las relaciones sociales se den. Un espacio de nadie como son los desplazados del conflicto social, nos permite transformarlo en un territorio de seres humanos que ha llegado al limite. Allí es posible estructurar las nuevas relaciones del trabajo humano, donde la ocupación del empresario participativo encuentre el espacio apto para el devenir de su vida.

Una nueva empresa, un trabajador distinto y otras relaciones de producción, cuando tenemos un ejercito de desplazados, espacios suntuarios y capitales disponibles, anuncian la perspectiva de verdaderos cambios. Colocarnos en la comercialización planetaria que exigen mercados permanentes de la más alta calidad, garantizada por la producción robotizada y la sustentabilidad del control cibernético del empresario participativo, que sustituye al obrero asalariado que no es garantía de sostenibilidad en los nuevos procesos productivos, es el fundamento económico que coloca una economía de apertura en la realización de la competencia internacional.

Para la estadística que tanto importa a la opinión pública, decir que un millón quinientos mil ocupaciones de desplazados, transformados en empresarios participativos con niveles de extractó cuatro y cinco son empleados, no importa, pues de lo que se trata es de que la población tenga trabajo para derivar su sostenimiento, con la diferencia de que ya no son explotados y su nivel de vida esta proyectado en las exigencias del siglo XXI.


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