El Valor del Equívoco

“Se tiene entonces que la manera de

 concebir a cada uno de los valores

que rigen a nuestro Estado deberá

hacerse en función del pensamiento

bolivariano y de la concepción filosófico

política de nuestro Libertador, es decir,

será la moral, la ética, la libertad, la Paz y

la Justicia concebida en los términos

determinados por el Libertador en su

doctrina, los `postulados que condicionan

el desarrollo del Estado y los que

a su vez determinan el sentido bajo

 el que deben estar orientada la serie de

preceptos que conforman nuestro texto

constitucional”.

Carlos Escarrá Malave

            Cuanto valor tiene en política equivocarse?, dependiendo del grado de sensatez, formación, ideología, compromiso social, convicción y compromiso patrio, la respuesta será disímil, y por supuesto los resultados devienen en muestras potenciales o carentes de eso que llaman éxito, valor moral (burgués) en situación precaria, en quienes hasta hoy han asumido diversidad de cargos de dirección gobierno-partido, desde la propuesta de refundación establecida en la Constitución Bolivariana de 1999, muestrario en deuda de parte de ellos y de los entes que deben desarrollar la Contraloría del Estado hacia el gran colectivo nacional.

            Entendiendo y asumiendo al “Proceso Bolivariano” desde una realidad dinámica, capaz de admitir y reconocer sus errores, para promover eso que Hugo Chávez llamó las tres erres y luego las potenció, en virtud de la exigencia de una realidad social política, económica, cultural, geopolítica, donde, de quince  millones de habitantes (15 millones), pasamos a ser un tanto más de treinta (30 millones), masa poblacional en la que se ha desarrollado una dinámica sociocultural, que en gran medida ha colapsado la institucionalidad del país por renuente a su adecuación necesaria y su fragilidad ante el burocratismo y sus agregaciones. Hoy casi inerte, ese “Proceso Bolivariano”, exigente de ese humano ético social, que lamentablemente no se percibe en funciones, pero que debe haber parido esta tierra de Libertadores y Libertadoras en este tiempo histórico que nos ocupa, mientras construimos la “fórmula mágica” desde lo colectivo, para impulsar la selección democrática y desmontar los “agregados del burocratismo” como el dedo monárquico, amiguismo, grupos de poder, cenáculos financieros, imperante, donde se rinde “lealtad” al sujeto encumbrado no a la República Bolivariana y la “disciplina” se asume como sumisión acrítica y genuflexa a un “jefe” no precisamente digno y merecedor de respeto, Revolucionario (a)??.

            Me atrevería en este momento crítico y puntual, sugerir a la “dirección invisible”, retomar un mal ejemplo del dictador Juan Vicente Gómez, quien cambiaba de jefe al empleado y de empleado al jefe, fórmula que por venezolana es probable que sea desechada de plano; para lo que recurriría al escenario de participación política de críticos y avezados exponentes de ideas. De esos críticos tomaría una buena muestra y previa revisión de sus credenciales, antecedentes, nivel de compromiso, les asignaría responsabilidades de Estado, cuya gestión debe ser medible, ponderable, calificable. Desconozco si Chávez evaluaba sus cuadros en responsabilidad, lo que si se evidencia es su tolerancia cómplice y su maquiavélica manera de enroscarlos o defenestrarlos, fórmula quizás valedera para él, dificulto que funcione en quienes abusan de su “legado”.   

            Ante la propensión a desvirtuar e invertir el sentido de la crítica y la autocrítica, desvalorizar la denuncia y la advertencia, inadmitir la propuesta, ante la precariedad de la dialéctica, la propensión a la adulancia y complicidad entre personeros, que se cuadran no por ser “cuadros” a los más viles intereses contra la República y su proceso, la notable manifestación de intolerancia y tozudez, han contribuido a potenciar el desgaste del gobierno y su credibilidad ha llegado a niveles impensables, que de acuerdo con el análisis de los números electorales desde el 98 para acá, el éxito de los fascistas en su enlodado proceso de promover la guerra, sumado al afán de pervertidos máculas que llenan sus alforjas mientras el gran colectivo padece de los insumos básicos, la precipitada pérdida del poder adquisitivo, aseguran, sin lugar a equívocos, un estruendoso revés, cuyas consecuencias es necesario avizorar, prevenir, ponderar, evitar, para que después no entremos en lamentos. Por avizorarlo y manifestarlo hemos estado equivocados, como pueblo creyente y fiel al Proyecto Bolivariano merecedores somos del consecuente y debido respeto.



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