Comentario sobre el artículo especial de Martín Guédez

Muchos compatriotas están cayendo en los mismos vicios de la IV República

Carta a un amigo

Las cosas no se ven bien para nada, y aquí ya se está sintiendo el calentamiento de la calle, del ambiente, de los medios y de los ánimos. Los adversarios están trabajando arduamente en mil y unas frentes de batalla para calumniar el proceso revolucionario, dividir a quienes están apoyando al presidente Chávez, envenenar las mentes de los venezolanos y preparar el terreno para el golpe mortal contra la Revolución Bolivariana; y en vez de estar a la altura del peligro y enfrentarlo consciente y categóricamente en sus dimensiones externas e internas, un gran número de "compatriotas" está cayendo en el abismo de la eterna repetición de los vicios de la Cuarta República, es decir en la corrupción, el clientelismo y la acumulación de inmensas riquezas personales, mientras hacia afuera pretenden hacerse pasar por "revolucionarios".

El cortoplacismo ciego, el egoísmo e individualismo parecen prevalecer una vez más sobre la conciencia de clase, social e histórica, la única que puede llevarnos a superar esta perversión que es el capitalismo global y encaminarnos hacia el rescate del planeta tierra y la supervivencia de la especie humana misma. Como somos productos del conjunto de nuestras relaciones sociales y naturales, es decir de nuestras circunstancias históricas, la tarea más difícil es erradicar los usos, costumbres, hábitos y "valores" que se nos han inculcado desde la cuna, y que hemos interiorizado hasta los más lejanos rincones de nuestra psiquis, todo en el marco de un sistema capitalista perverso, destructor, anti-natural y anti-social, anti-humano, que ha convertido la propia vida en un valor de cambio y que camina sobre cadáveres para obtener ganancias.
A veces dudo, si todavía es posible romper las cadenas de un sistema, que no sólo se auto-reproduce exitosamente a nivel material, sino fatalmente a nivel espiritual, psicológico y afectivo, en función de perpetuar la explotación, opresión, discriminación y alienación de los miles de millones que venden su fuerza de trabajo para poder vivir, y lo que se expresa en la total y llana corruptibilidad de las personas, cuya esencia y existencia ha sido reducida precisamente a una mercancía - comprable a cada hora y vendible al mejor postor.

Esto es el contexto y trasfondo ante el cual tenemos que analizar y comprender la mentalidad corrupta, oportunista, doblegable, blanda y cortoplacista que obstaculiza cualquier esfuerzo revolucionario y emancipatorio, aún dentro de las filas de la propia Revolución Bolivariana. Me temo que ahí es donde radica el mayor peligro, que supera a él de las amenazas externas. Y en este sentido también, es decir en el frente interno, que demuestra un estado de putrefacción avanzada, a esta revoluciòn le llegò su hora, como bien lo dice Martín Guédez.

franzjutta@cantv.net


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Jutta Schmitt


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