Binóculo No. 123

Dios salve a Latinoamérica

Yo tenía 14 años y un gran amigo mayor que yo como siempre-, Carlos, que estudiaba bibliotecología en la Universidad Central de Venezuela, fue quien me habló por primera vez de García Márquez. A los once comenzó mi afición por la lectura cuando una profesora de literatura me regaló el libro Platero y yo del Premio Nobel, el español Juan Ramón Jiménez. Me gustó tanto ese libro que, hurgando en la biblioteca de mi papá me encontré con el Quijote. Le pregunté por él y me dio ligeras explicaciones sobre la obra, pero yo me senté a leerla y desde entonces no he parado de leer. Carlos era un buen lector; y además, había un amigo de la casa, contemporáneo de mí hermano mayor, Salvador Tenreiro hoy profesor jubilado de la Universidad Simón Bolívar- quien me enseñó de poesía y los clásicos españoles. También por él descubrí a Aquiles Nazoa, a quien conocí personalmente después. Me sentía feliz porque estaba entrando en un mundo que desconocía por completo y que me encantaba.

Fue Carlos quien me habló de Cien años de soledad. Así que a mis 14 años fui a la Biblioteca Nacional que entonces quedaba en la esquina de Sociedad en Caracas y pedí el libro, del que insólitamente había solo dos ejemplares. Pero el despachador, quizás por ver tan interesado a un chamo tan joven, me prestó un ejemplar que me senté a leer de inmediato. Ya él mismo me había advertido que no era de fácil lectura. Así fue. A las cuatro de la tarde solo había descifrado unas 40 páginas, y lo dejé para regresar un sábado de un mes después. Ese día leí con afán cien páginas. Lo entregué y no volví más por él, aunque todo el mundo hablaba de la maravillosa obra de Gabriel García Márquez. Carlos me preguntó un día si había leído la novela y le comenté que apenas llevaba un ciento de páginas. Entonces me regaló Cuando era feliz e indocumentado, por el que descubrí el amor que sentía por el periodismo. Para entonces frecuentaba el Pedagógico de Caracas donde estudiaba Salvador y una amiga de él, Katia Gil (periodista), me regaló Relatos de un náufrago. Al terminar ese cuento-novela entendí que debía volver a Cien años de soledad. Creo que el poeta Armando Track, miembro de la logia adeca que dominaba la cultura en el país en ese entonces, me regaló la novela.

García Márquez me abrió un mundo que yo desconocía. No solo la afición por la literatura que ya había saboreado con los clásicos españoles, sino el conocimiento de una América mágica y realista que se encontraba en cada recodo del continente. Pero además, me enseñó que la buena literatura se escribe con música, que el ritmo es fundamental y que la formación no tiene nada que ver con palabras rebuscadas y el adorno de figuras literarias. Su mamá dijo una vez que no sabía mucho de literatura, pero estaba segura de que el Gabo tenía una memoria maravillosa porque todo lo que escribió se lo habían contado. Él lo corroboró alguna vez. Lo mismo dijo en otra oportunidad el gran mexicano Juan Rulfo cuando le incriminaron que no había escrito más: porque las personas que me contaban las historias, se murieron.

Gabo es el único escritor de quien he leído toda la obra. De hecho, la tengo completa. Me quedé esperando la segunda parte de Vivir para contarla porque la primera llega hasta la segunda mitad del siglo pasado. No puedo decir que alguna de ellas no me gustó, tantos literarias como periodísticas, porque Relatos de un secuestro es una pieza de la literatura, aunque es una gran reportaje. El amor en los tiempos del cólera me hizo vivir y conocer tanto de este maravilloso continente como La guerra del fin del mundo a mi juicio la mejor obra de Mario Vargas Llosa. Crónica de una muerte anunciada me la leí en seis horas y aún recuerdo de memoria el primer párrafo. Me quedó en la hipófisis El rastro de tu sangre en la nieve cuento contenido en 12 cuentos peregrinos.

Es cierto que vamos a morir, pero no por ello no se nos parte el corazón como dijera Feliciano. ¿Qué diferencia hay entre Anacaona y Aracataca? ¿No tienen sonoridad? Canta si aliviar quieres tu dolor dice Cheo Feliciano. Pero de alegría cantaron vallenatos los colombianos cuando Gabo, vestido de Liquiliqui, recibió el Premio Nobel. Cantamos todos de hecho, los de aquí y los de allá, un vallenato que seguramente bailó Mayra Alejandra en una escena de la película Carmen. Hasta cabe una pregunta: ¿Cómo hubiera sido el Gabo de actor, Feliciano de escritor y Mayra Alejandra de cantante? ¿Y si hubiéramos puesto a esos tres grandes de la sangre caribeña como un equipo a hacer algo juntos?

Alguien decía que mientras haya más cantantes es mejor porque cuando hay un cantante nuevo, es un soldado menos. Es cierto, solo que yo agregaría, no solo un cantante; también debe haber un escritor y una actriz. Es una trilogía que sin duda alimentaría a la sociedad de una manera diferente. No debió ser malo el experimento de Gabo como Presidente de Colombia. Pero su aporte a la humanidad y a su país, solo le sirvió para que tuviera que huir a México ante las amenazas de muerte por parte de los monstruos que pululan en cualquier parte del mundo. ¿Y qué tan diferente es eso del Puerto Rico colonizado de Feliciano, sometido a los designios de un imperio que le ha desgraciado la vida a la humanidad? Ello, lo hubiéramos entendido perfectamente en una genial película donde Mayra Alejandra fuera la actriz principal. Qué fácil sería entonces mandar la real politik a la mierda para vivir en un mundo de cuentos, con muchas canciones y una actuación magistral. Dios salve a Latinoamérica.

Caminito de hormigas

Mientras los terroristas intentan mantener las calles encendidas a costa de la violencia, agrediendo viejitas y apuñalando gente, la MUD se deslinda por voz de Aveledo y Ramos Allup es enfático al afirmar nada fuera del hilo constitucional Otro problema para los terroristas es que se cortan las vías de dólares. El imperio no quiere seguir apostando al fracaso. De hecho tiene problemas más graves que resolver como el caso Ucrania. Tampoco en la burguesía quieren seguir jugando a temas tan peligrosos ¿Será cierto que Movistar está metido hasta las congas en lo del golpe? Con razón el sabotaje a las líneas telefónicas Si no hay respuesta a la guerra económica, el problema lo tendremos desde adentro El Grupo Contracosiata organizó para este miércoles 24 a las cinco de la tarde, una exposición sobre Comunicación y sus alternativas, que estará a mi cargo. Trata de no faltar Busque en You Tube el video La guerra que usted no ve. Excelente



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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