Homenaje a Adam Ferguson...

... sociologo primordial y precursor de la conciencia critica de la sociedad

Perteneciente a la llamada "Escuela Escocesa" (Bernard De Mandeville, David Hume, Adam Smith, etc.), Adam Ferguson (1723-1816) puede ser considerado como el mas eminente de los  sociólogos primordiales ya que fue uno de los primeros en analizar con espirito crítico las contradicciones de la sociedad que se venía gestando bajo el impulso frenético de la Revolución Industrial inglesa.

Con la publicación, en 1767, de su obra: Ensayo acerca del orígen de la Sociedad Civil, Ferguson colocó en primer plano el discurso sociológico como una seria y válida alternativa teórica de estudio de la sociedad frente al "Homo Oeconomicus" propuesto por Adam Smith en la "Riqueza de las Naciones". La obra de Ferguson influyó fuertemente en Hegel y, principalmente, en Karl Marx.

La época de Ferguson es de exaltación y, al mismo tiempo, de dramaticidad: hay una lucha abierta entre la burguesía industrial emergente y progresista y aquella burguesía mercantil defensora de antiguos privilegios tales como exoneración de aranceles, monopolios, concesiones comerciales y otros. Ferguson se identifica con las razones de la burguesía industrial, los cuales instrumentalizan sus analisis hasta lograr derrotar a los mercantilistas. Luego nuestro autor es abandonado por estos triunfadores al considerar éstos que sus dircursos y escritos representaban un gran peligro por el realismo analítico con el cual Ferguson había determinado las consecuencias deshumanizantes -para la organización de la vida- de la expansión de la sociedad comercial "avanzada", sus manufactureras y sus fabricas (con la dicción "avanzada", Ferguson indicaba la diferencia inglesa respecto de las otras realidades de la Europa de la época).

Ferguson estimula a la directa participación de todos en la vida política, aún en las formas institucionales existentes. Por eso la burguesía industrial vencedora le retirará su apoyo: veía en tales invitaciones un llamada directo al proletariado naciente a defender sus intereses en cuanto "clase social históricamente emergente". Debido a ello, su obra es silenciada por los mísmo que, una vez, fueron sus publicistas principales.

Nuestro autor no cierra los ojos frente al panorama cruel e inhumano que evidencia la realidad de la fabrica y la paradojal dialéctica del progreso económico y tecnológico ya que los ritmos de trabajo que allí se presenciaban constituían, para nuestro autor, el drama mas grave y brutal de la condición obrera en la naciente sociedad industrial. Allí muchas actividades, como es de suponerse, no requieren de capacidad alguna o especifica y, en cuanto tal, son "realizadas en forma perfecta -sostiene Ferguson- gracias a la supresión del sentimiento y de la razón humanas".

Dicho de otra forma, allí el hábito de mover la mano o el pie no depende de la imaginación  o la reflexión. Por consiguiente, concluye nuestro autor, las fabricas prosperan mas cuando la mente es consultada en menor medida. La fabrica desnaturaliza al hombre al suprimirle una de sus mejores cualidades es decir, la capacidad de ejercer y desarrollar su inteligencia por medio del proyecto y la invención. Igualmente lo erradica de su ambiente pues, por naturaleza el hombre está destinado, en opinión de Ferguson, a vivir en grupo y en sociedad. El hombre nace en una sociedad y, por tanto, es allí donde debe vivir y obrar.

La fabrica, que aisla y aliena, no garantiza ni permite nada de eso.  Allí los "sentimientos del corazón y de la mente no pueden ser felizmente ejercidos".

La repetición parcelizada, monótona y brutalizante de los mismos gestos y por varias horas reduce el hombre a pura y simple "cosa"; le excluye su ampliación de pensamiento. La oficina industrial se configura, entonces, como "una máquina cuyas partes son los hombres".

La lógica intrínseca de su analisis, conduce Ferguson a proponer una sociedad igualitaria bastante diversa repecto a la indicada por Jean J. Rousseau. En su propuesta nuestro autor no parte con la negación moralista del progreso. El considera la división social del trabajo como un factor inaplazable del progreso general. Lo que si critica fuertemente es que se deba asumir tal división como imposible de ser mejorada por los hombres. Por eso él llamaba a todas las personas a intervenir con los medios disponibles para mitigar las consecuencias alienantes  generadas por la dialéctica de la ganancia y el progreso tecnológicos. Ni utopías imposibles ni, mucho menos, abandono fatalista al existente sino, mas bien, humanización del progreso. Esa era la "tercera vía" de Ferguson.

En otras palabras, si el progreso se está configurando como antagónico y hasta nocivo para  las facultades intelectuales, espirituales, morales y físicas de los hombres, la motivación de tal contradición debe buscarse, en su opinión, en la constatación según la cual los mísmos han renunciado a algunas componentes fundamentales de la vida tales como el espirito público, la vigilancia activa, la participación en la arena política, etc. "porque son prisioneros de los modelos de comportamientos que conllevan a absolutizar lo privado y a la búsqueda del dinero".

Por consiguiente, si la deshumanización -en el contexto histórico analizado por Ferguson- no puede ser completamente suprimida, si puede ser, sín embargo, atenuada o bloqueada en su expansión y crecimiento. Y el único modo para hacer eso es a traves de la participación en la vida pública y política y, por lo tanto, en el abandono de la "ideología de la indiferencia" -como la llamó en su Ensayo- la cual, en su época, se había apoderado de la conciencia de los hombres.

Ideología de la indiferencia versus vida política: la raíz de la contradicción estaba, según Ferguson, en la acción que el orden mercantil-industrial y su interés de clase ejercían sobre la conciencia de los individuos. Por tal razón nuestro autor considera que el "hombre privado y su exasperado egoísmo" constituye un producto histórico de la "mentalidad propietaria y de la división del trabajo"; componentes y, al mísmo tiempo, generadores de los "antagonísmos de clase".

Con las mencionadas intuiciones, Ferguson puede ser catalogado come uno de los primeros pensadores en advertir la condición del hombre "privado" moderno, al denunciar que las relaciones de éste con sus semejantes estaban completamente atravesadas por la mediación del cálculo y el interés. En esa condición el hombre se sustrae de la vida comunitaria y depotencia su "espirito público" a favor de la "competencia y el dominio". Siguiendo ciegamente la lógica de la acumulación, el hombre se convierte en "un utensilio en manos de su patrón" ya que la racionalidad que resulta objetivamente del proceso industrializador y mercantil-competitivo se basa en el embrutecimiento de los involucrados y, principalmente, de aquellos directamente insertos en el trabajo de la fabrica.

El calculo y el interés, entonces, someten la razón a sus caprichos y exigencias, "endurecen el corazón; enfrían la imaginación" y, aconsejando ocupaciones funcionales a una determinada y segura ganancia, "encierran el ingenio y la mísma ambición detrás del banco de un negocio o de una oficina". Asi mismo, las exigencias del comercio "se convierten en sujeto obligado de conversaciones entre los hombres y tema dominante y recurrente de las asambleas públicas y de la política de los Estados".

Nuestro autor denuncia que el mundo mercantil tiene interés en alimentar la opinión según la cual apartarse de la vida pública "constituye un signo de virtud en esta escena de muerte del espirito público". Contra eso él llama a los hombres a tomar conciencia de sus "reales intereses"; romper el -falso- dualismo existente entre sociedad civil y sociedad política y asumir directamente "una parte en la administración del Estado".

Ser actores y activos en el escenario político-social: esa es la "vía" indicada por Ferguson para contener la fragmentación de la vida, para realizar una legislación social y, finalmente, para impedir la "concentración de la riquezas en pocas manos". No se trata, sín embargo, de perturbar el desarrollo comercial y tecnológico. La "utopía" fergusoniana consiste, mas bien, en el ideal de constitución de una sociedad que permíta a sus miembros "unir la virtud pública con el comercio" para, de ese modo, derrotar la latente y presente corrupción ético-política que pone a los hombres de la sociedad comercial en la condición de utilizar las instituciones políticas y de gobierno como "medios de promoción personal"  cuyo natural e inevitable desemboque -si no se interviene desde abajo para impedirlo e invertir tal tendencia- es el despotismo político.

Ferguson, en definitiva:

  • Critica el rol del dinero en la sociedad de su época porque, según él, se estaba convirtiendo en un "lazo" mucho mas perdurable y común que el honor y la amistad. La sed de dinero, constituía, en su opinión, la "nueva ideología";
  • Creía firmemente en la centralidad de lo económico para transformar el contexto social y político de un Pais. Esta convicción se hizo fuerte en él cada vez que consideraba los efectos humanos y políticos del ascenso del comercio y la industria;
  • Critica fuertemente la concepción de la "mano invisible" de Adam Smith al afirmar que lo aplicable a la parte no era necesariamente cierto para el todo. En otras palabras, una agregación de "virtudes privadas" puede traducirse en un estado que no tenga nada de virtuoso.

No es, pues, una exageración considerar a Adam Ferguson como uno de los primeros científicos de la sociedad moderna. Su linea de análisis puede, justamente, considerarse como el primer intento de elaborar una conciencia crítica para la modernidad.

Todo esto para afirmar una cosa: el gran Karl Marx fue realmente un excelente copión

(*) serrano.edgar536@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2067 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter