En el marco del Día Internacional de la Mujer valga el presente escrito, y a propósito de lo sucedido hace algún tiempo con la profesora universitaria Rosa Amelia Asuaje. Recordemos que esta docente de la Universidad de Los Andes fue agredida y humillada mediante insultos y burlas, desde cierta red social, por profesores de la misma universidad, simplemente por el hecho de exponer una ideología política diferente a la de ellos. Entre otros calificativos denigrantes, se le trató de oveja negra y de mierda, aún cuando Asuaje jamás realizó críticas destructivas a la institución donde imparte sus conocimientos.
Pero el caso de Asuaje no es el único en dicha Casa de Estudios, en la que debería haber respeto pleno para la libertad de pensamiento y el pluralismo ideológico, principios bien defendidos por las autoridades universitarias cada vez que sienten que el Gobierno nacional amenaza la famosa autonomía, tan mal concebida y peor practicada. Lo ocurrido a la docente mencionada es uno más de tantos episodios de desprecio, agresión e irrespeto hacia las mujeres que laboran y estudian en las universidades venezolanas, en las que en buena medida se reproduce el mismo dominio capitalista-machista que prevalece a nivel mundial. A manera de ejemplo la profesora Asuaje comenta en un artículo de su autoría, cómo un conocido abogado insultó a más no poder, en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, a una bachiller que se atrevió a criticarlo en el aula de clase. Realmente en universidades como la de Los Andes la misoginia es algo cotidiano, ejercida incluso por profesores que aseguran ser firmes defensores de la democracia, de la libertad y de la igualdad de género.
Como una muestra de la misoginia practicada en la Universidad de Los Andes, haremos breve referencia a la Escuela de Historia. Por un lado es pertinente mencionar que cierto doctor adscrito al departamento de Historia de América y Venezuela, especie de mafia político-académica en la Escuela en cuestión, tiene bastante experiencia respecto al maltrato de profesoras y estudiantes del género femenino: insultos en persona y por la prensa escrita, críticas irracionales, humillaciones dentro de las aulas de clase, chantajes, recriminaciones, aprovechamiento académico indebido, entre otros desaguisados. Toda una joya este individuo, que irónica y tristemente es uno de los más respetados en la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes. En cierta ocasión increpó a una alumna de la Maestría en Historia de Venezuela por estar encinta, tas lo cual el esposo de ésta respondió como es debido, y estuvo a punto de darle unos carajazos al doctor de pacotilla.
Y así como ese individuo, verdadera lacra, hay otros profesores de la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes que con regularidad menosprecian, humillan y agreden verbalmente a sus colegas femeninas y a las estudiantes. En pleno siglo XXI, con avances en lo concerniente a valorar en su justa dimensión el papel de la mujer en la construcción social, aún predomina la misoginia como proceder del hombre que se cree superior en distintos ámbitos, y que intenta someter a las féminas mediante distintas formas de violencia: física, psicológica, sexual, laboral, entre otras. Particularmente la violencia sexual ha sido bien común en las universidades venezolanas, utilizada por profesores para satisfacer un deseo carnal valiéndose de su poder en un aula de clase; la famosa operación colchón es un gran insulto a la inteligencia e integridad de la mujer, más aún en el ámbito académico que se supone genera conocimiento para la liberación y el bienestar humano.
Ahora bien, considerando que en las universidades venezolanas se reproduce en gran medida el esquema de dominación capitalista-machista que sigue azotando a casi toda la humanidad, es fundamental la superación de la lógica del capital para que haya igualdad social, incluyendo la de género, en cada uno de los espacios que sirven de asiento a la cotidianidad variopinta en cualquier punto del planeta.
