¿Pena Dieterich? Mi réplica a su réplica

Con asombro y sorpresa he leído una nota que publica Aporrea en la que le envía a Heinz Dieterich un cuestionario con preguntas alegóricas a su reclamo de derecho a réplica por una nota escrita por mí. Dieterich revira porque publiqué una confesión que me hiciera Eduardo Samán durante un encuentro hace pocos días. Dije que Eduardo me confesó que Chávez en una llamada telefónica Chávez le dijo respecto a Heinz: “!Dieterich me pidió un millón de dólares para apoyarme y lo mandé al carajo!”

En su infeliz escrito de réplica, el señor Dieterich me nombra, claro, soy el autor de la nota. Me acusa de difamador y de no ser científico como él se proclama siempre (¿?), de inmediato se escuda en mi biografía, responde que a mí la revolución me salvó de las drogas al enviarme a Cuba y que le doy pena, dice que sería de mi si se pierde la revolución, y termina diciendo que puedo seguir escribiendo “estupideces” –mediocre respuesta de un cobarde-.

Las estupideces las escriben los estúpidos, señor Dieterich. Así que usted me ha llamado estúpido. Eso es una infamia.

Usted reclama que mi denuncia sobre la llamada de Chávez es una infamia. Pero pasa que cuando Aporrea consulta a mi fuente, es decir a Eduardo Samán, el ratifica la llamada de Chávez y su denuncia acerca de usted. Yo soy científico cuando escribo, no invento vainas, como podría suponer que lo hace usted en relación a Chávez. Usted se la pasa contando diálogos con Chávez que a nadie le consta que sean veraces. Usted se erige como el señor de la verdad, hasta dice que Chávez lo respeta por eso, unas líneas antes de escribir en su infeliz réplica que Chávez podría haberle mentido a Samán con ese cuento de que usted le pidió un millón de dólares, o sea, señor Dieterich, usted y solo usted es la verdad, el incomprable, de ética blanca y pura, el sin precio, pero Chávez, según usted, si pudo usar la mentira, ¿Quién difama entonces?.

Resulta y pasa, señor Dieterich, que yo le creo a Chávez y le creo a Samán. Que usted me nombre en su réplica no me puede hacer sentir nada especial, tan solo se me hace evidente que mi denuncia, formal, no inventada, no producto de alucinación alguna sino científica, sobre Chávez mandándolo al carajo, le dio en la madre y no sabe qué hacer para quitarse esa mierda de su cara.

Usted me nombra y de inmediato recuerda una parte infeliz de mi vida, dice que le da pena. ¿Qué carajo le da pena? ¿Responderme? No sea pendejo Dieterich, yo no soy nadie que merezca pena por mi pasado, al contrario, he recibido lo que merezco, reconocimiento y respuestas como un ser humano más, en igualdad de condiciones como cualquier otro, porque esta revolución, que usted tilda de asistencialista y el gobierno de Chávez que usted dice que nunca fue socialista, me enseñó a amarme y defenderme contra cualquier forma de difamación, a sentirme incluido y en igualdad de condiciones en mi sociedad, a respetar y a hacerme respetar. Usted pretende presentarme como rehabilitado y decir que le doy pena, ¿será esa la inclusión y el respeto de su socialismo del siglo 21?. No se refugie en la pena, que pena me da a mí que usted nunca hubiera conocido La calle y al hombre común del pueblo de Venezuela para que supiera como yo, que carajo es una revolución. No se preocupe por mí “si esto se acaba”, preocúpese más bien por usted, yo seguiré escribiendo y publicando mis libros, sin necesidad de alborotar países para venderlos. Sienta pena por México, quien le paga por sus servicios docentes y cuya población muere y sufre por la embestida de las drogas.

Le agradezco eso sí, sus comparaciones con Diosdado Cabello y colocarme al lado de los ignorantes, acientíficos y oportunistas, como nos define, eso sí me gusta, pues cuando un enemigo de la revolución, como lo es usted para mí, me halagara, en verdad estaría yo en riesgo de recaída.

Aprenda a ser varón y respóndame como iguales, señor Dieterich, aun con tantos diplomas nadie es menos que usted, a pesar de su insaciable ego.

Usted llora ante lo que llama difamaciones contra su persona, yo le pregunto dígame si ¿usted no difama cuando me dice que escribo estupideces, o cuando escribe que Venezuela no es capaz de asumir el reparto de papel toilette, como cualquier república bananera. O cuando insinúa que fue Chávez capaz de mentirle a Eduardo Samán o cuando dice que los aporreadores o son de la cloaca o tarifados de la mossad?

Yo creo en Chávez y no creo en usted, usted es muy mal sociólogo, a mi criterio, su objetivo general es promover su imagen para seguir vendiendo libros y cobrando por conferencias (con pasajes incluidos)

Sus objetivos específicos son:

1. Seguir manteniendo seguidores "oficialistas"

2. Lograr mercado en la oposición (¿vieron la entrevista en primera página de El Universal?)

3. Descalificar a Maduro.

4. Congraciarse con cualquier posible sucesor político.

5. Mantener su imagen y su mercado.

(Se le olvido crear un “discurso” coherente y creíble para sus objetivos, y por ello esas melcochas de verdades y mentiras)

Dice usted alguna que otra verdad y atrás una sarta de falsedades y absurdas teorías, no se puede tener un pie en el cielo y el otro en el infierno, en el medio solo espera el abismo.

¡Chávez no miente!

¡Chávez lo mando largo al carajo! Yo le creo a Eduardo Samán y pido a quienes más les dijo Chávez sobre esto que, lo publiquen pronto, con valentía, ante este señor.

Que Chávez no publicó ninguno de sus libros no es ninguna prueba de que no pidiera dinero, sino todo lo contrario. Confirma lo que me dijo Samán sobre la opinión de Chávez acerca suyo.

He releído mi nota y no encuentro en ella nada que lo difama, más allá de lo que para mí es la verdad, como la palabra de un luchador como Samán y la de mi padre eterno Hugo Chávez.








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Raúl Bracho


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