Quienes aún creen que hay un orden socialista en Venezuela, o que las medidas gubernamentales recientes apuntan a forjar dicho orden, tienen que considerar la significación de un caso como el del capitalista y ex-diputado Miguel Cocchiola, personaje ítalo-venezolano conocido, entre otras cosas, por ser propietario de la empresa “IMECA” (fundamentalmente maderera y ferretera). Cocchiola se hizo tristemente célebre por ser uno de los protagonistas de la actual ola especulativa que afecta al pueblo venezolano, en especial a las clases baja y media. Ante la indignación de numerosos ciudadanos por la codicia del empresario, intervino el Gobierno nacional para denunciar que tanto ese sujeto como sus hijos, también comerciantes, han hecho lo que les ha venido en gana en Venezuela, enriqueciéndose ilícitamente (en realidad todo capitalista se enriquece indebidamente, mediante la plusvalía, los márgenes de ganancia amplios y diversas artimañas, aceptados éstos por el Estado de derecho burgués) por medio de la especulación grotesca, de la venta de mercancías vencidas y de otras acciones y estrategias. A continuación un resumen de las denuncias oficiales contra Cocchiola:
“El presidente Nicolás Maduro informó este miércoles (…) que en las recientes fiscalizaciones a comercios se descubrió que tiendas Imeca vendía productos vencidos con sobreprecio.
Agregó que el dueño de dicha empresa es el diputado Miguel Cocchiola, quien será investigado "y si tiene que ir preso que vaya preso, es un ladrón (...) Tiene año tras años robando al pueblo". http://www.el-nacional.com/economia/Investigaran-Miguel-Cocchiola-irregularidades-Imeca_0_299970228.html
“Se fugó del país el diputado Miguel Cocchiola (Carabobo-Oposición), dueño de la empresa ferretera Imeca, que fue inspeccionada por el Gobierno Bolivariano, donde se constató especulación, usura, sobreprecio de 800% del costo real y hasta productos vencidos desde 2007.
Acusó que el dirigente de extrema derecha, “además de ladrón es cobarde”. Los valencianos y las valencianas “no nos merecemos eso”. "Usted que es de la oposición, cree que una persona que nos roba 1.000 % (en productos ferreteros) que no da la cara, que se va huyendo del país, va a ser nuestro alcalde (…)”. http://www.antv.gob.ve/m8/noticiam8.asp?id=54822.
No obstante las denuncias en su contra, el individuo aquí reseñado resultó electo alcalde del municipio Valencia en los comicios del 08 de diciembre. Independientemente de que la mayoría de votantes decidieran su triunfo, ¿Cómo fue posible que un ciudadano tan cuestionado alcanzara un cargo de representación popular?. Simple y sencillamente Cocchiola fue amparado por la inmunidad parlamentaria, figura que resguarda la integridad de diputados honestos y no tan honestos en Venezuela, y permite que se desenvuelvan en la arena política con toda tranquilidad. De manera que el empresario, culpado por el Gobierno venezolano en pleno ejercicio de sus funciones parlamentarias, no tuvo ningún problema para optar a alcalde y triunfar en las elecciones. Tal inmunidad es una figura característica del Estado burgués, que protege, en conjunto con el aparato administrativo-judicial, al funcionariado público que preserva el bienestar de la élite y su permanente opresión al pueblo trabajador y humilde.
Más aún, luego de ser electo alcalde, Cocchiola parece haber salido bien librado de las denuncias sobre su persona, a juzgar por el silencio que reina a nivel gubernamental. Situación inaudita considerando que este “señor” efectivamente es un especulador de primera categoría. Entonces cabe preguntarse, ¿De la noche a la mañana el ahora alcalde de Valencia se convirtió en un ciudadano ejemplar para las autoridades nacionales?, ¿Será que los ataques contra Cocchiola sólo tenían una finalidad político-electoral?, ¿El Gobierno difunde que tiene una dura pelea contra los comerciantes-ladrones para tranquilizar al pueblo y no para combatir la raíz del problema?. A partir de estas y otras interrogantes sobre la acción o inacción estatal contra el propietario de “IMECA” y otros grandes estafadores, se concluye que la justicia burguesa predominante en Venezuela jamás actuará contra sujetos adinerados y con notable poder político; de lo contrario Cocchiola hubiera sido inhabilitado ipso facto, y estuviera encarcelado junto a delincuentes comunes, esperando allí una sentencia firme y la confiscación de sus bienes en pro de la inversión social.
En pocas palabras, el caso Cocchiola ilustra en parte la prevalencia del Estado burgués en Venezuela, cuyo norte, a pesar de la trillada promesa oficial de un socialismo del siglo XXI, es salvaguardar los intereses de los capitalistas. Ciertamente el Gobierno de Maduro ha intentado beneficiar a los más pobres con la llamada eficiencia de calle, y con la promulgación de algunas medidas que pretenden defender a los desfavorecidos del abuso elitista, pero la realidad ha demostrado que el capitalismo sigue haciendo un daño enorme a buena parte del pueblo venezolano.