El agua también es una necesidad básica


Sería ciega, sorda y estúpida, si no reconociera los grandes programas sociales que ha implantado este proceso revolucionario para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Todos, absolutamente todos, de una necesidad y urgencia vital y largamente postergados. Segura estoy que de no haberse implantado con celeridad estos programas, la virulencia en la exigencia de la puesta en práctica de muchos de ellos, no se hubiera hecho esperar por parte de la población.

Algunos han sido y siguen siendo exitosos, aún con sus deficiencias. Otros en cambio, no han podido despegar con el empuje deseado, o los responsables de su ejecución no han sido los idóneos; y muchos de ellos tienen una efímera vigencia como lo he denunciado en muchos de mis escritos.

Hoy quiero referirme al problema del agua. Si es cierto que la electricidad pasó a ser un servicio casi a nivel de las necesidades básicas como el comer, el beber, el dormir y la atención de la salud, a este servicio se le han dedicado ingentes recursos y atención de primera mano para solventar sus deficiencias. Pero igual no pasa con el agua.

El preciado líquido adolece de una serie de problemas que muchas veces los obviamos por el solo hecho de disponer de él en nuestras tuberías. Es cierto que se ha llevado el agua a los millones de hogares, básicamente ubicados en las zonas mas deprimidas de las poblaciones, algo impensable 14 años atrás, pero ¿es ciertamente potable el agua que tomamos?

Me explico; vivo en una zona de clase media. He abogado por la instalación de filtros para el edificio, tengo filtros en mi casa para el consumo directo, es decir, tomar y preparar alimentos fríos, pero para los otros menesteres como cocinar, lavar, limpiar y los demás usos corrientes, el agua que llega por mis tuberías en muchos casos debo dejarla asentar como en los buenos tiempos de mi precaria provincia, para poder hacer uso de ella.

No he oído que se haya dado tanta atención a este problema como al de la electricidad. No he oído que a los embalses o presas que recogen el agua que luego nos llega por nuestras tuberías cuentan con los equipos técnicos de calidad para la purificación de dicha agua y que nos llegue en óptimas condiciones, sin tener que pasar por los procesos domésticos de purificación para su consumo.

Muy jovencita yo, en mi época de estudiante de bachillerato, nos llevó nuestro profesor de Biología a visitar y conocer el embalse La Mariposa. Poco entendía en ese momento que tenía que ver esa materia con la visita a dicho embalse. En ese momento recuerdo que con orgullo nuestro profesor se esmeraba en mostrarnos todo el proceso de tratamiento que sufre el agua para poder llegar a ser consumida con tranquilidad, sin que estuviéramos expuestos a calamidades de salud, con una nueva planta de tratamiento que recién comenzaba a instalarse. Por ese entonces, el gobierno del presidente Pérez Jiménez, (así lo llamo hoy), comenzaba a instalar una planta de tratamiento que pasando por no se cuantos procesos, nos iba a traer el agua en condiciones como las que podemos tomar en cualquier pueblo apartado de cualquier país de Europa directamente del grifo, sin pasar por los medios domésticos para convertirla en potable.

Pasados los años, siempre me ha llamado la atención la conformidad con que recibimos, este producto, como si fuera una dádiva que los entes responsables nos tuvieran dando. Pero como hay diferentes medios de llevarla a la calidad de consumo, bien hirviéndola, filtrándola en nuestros filtros, comprando botellones (cuya calidad siempre ha estado en cuestión), comprando botellitas, etc., nos hemos conformado con que al menos la tenemos.

Yo tiendo a ser muy perfeccionista en mi comportamiento y en todo cuanto hago, por lo tanto nunca me he conformado con lo menos, sino con la búsqueda de lo máximo o lo mejor. Es muy frecuente oír en las personas de tu entorno: “Uy, el agua esta llegando muy amarilla, tuve que dejar para más tarde la lavada de mi ropa blanca”, y así sucesivamente. Conozco del despilfarro de agua y la falta de conciencia para el uso racional de la misma, pero eso no debe ser la excusa para que no tengamos este preciado líquido en condiciones aptas para el consumo directo. Hacia allá debemos orientar nuestros esfuerzos en este caso. Las sanciones deben aplicarse a quienes hagan uso inadecuado de este preciado líquido, habida cuenta que no es un producto renovable y dichas sanciones deben comenzar por las instituciones públicas, pues no hay una oficina de cualquier rango que sea, cuyos baños no tengan una fuga permanente, durante largo tiempo y bajo la mirada indiferente de los usuarios y responsables del mantenimiento de estos servicios.

De manera que si mi humilde preocupación aquí transmitida, sirve para llevar a los responsables de corregir este problema, y si muy pronto veo que dichas autoridades comiencen a hablar y ocuparse de la superación de este, me daré por satisfecha de haber aportado mi granito de arena para el mejoramiento sin limites de la calidad de vida de los venezolanos en este proceso de avanzada que tenemos.

marinamaica@hotmail.com



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