Entre Aponte y Maduro

Estamos completamente de acuerdo con Antonio Aponte en el sentido de que es absolutamente necesaria la apertura de una profunda discusión sobre el presente y el futuro de la Revolución Bolivariana y por lo tanto de esta Patria nuestra. Eso no significa que estemos de acuerdo con todos sus argumentos. Es más, tenemos desacuerdos tanto con Aponte como con Maduro, con respecto al manejo de algunos temas, lo cual es natural. También estuvimos en desacuerdo con Chávez más de una vez. Nosotros nos oponemos férreamente a cualquier intención de endiosar a Chávez y de convertir su legado en religión, inclusive porque eso podría dar pie para que algunos oportunistas apelen a ese legado para justificar cualquier trapisonda y convertir las ideas del Comandante Supremo en trajes pret-a-porter. El gran legado de Chávez deberá ser estudiado desapasionadamente y con plena racionalidad, para poder juzgarlo críticamente, aprovechar de él sus inmensos e inéditos aportes, y desechar todo lo que podamos reconocer como errores o lagunas importantes en sus ideas y propuestas.

Creemos que la gran oportunidad próxima para realizar ese debate es el anunciado Congreso del PSUV a realizarse el año 2014. Esto no quiere decir que la discusión deba circunscribirse al ámbito del PSUV, pero cualquier militante o amigo del principal partido de la Revolución debería ir promoviendo los debates desde ya, e inclusive eso tendría que ser impulsado por el Partido ya mismo, de manera que el Congreso pueda recibir el aporte ya “masticado” de innumerables colectivos e individualidades. Si el PSUV no recoge esos aportes antes del mencionado Congreso, este no será más que un saludo a la bandera.

Nosotros, en un artículo anterior publicado en Aporrea.org, titulado “Debate, crítica y Congreso del PSUV”, asentamos que “La situación interna actual en el seno de la Revolución presenta el afloramiento de diversas corrientes y tendencias, que actúan en un debate sin orden ni concierto, en el cual se manifiestan moderados, radicales, reformistas, ultraizquierdistas, críticos propositivos, críticos negativos (destructores, divisionistas, criticones sin propuestas), etc. Esperamos que el Congreso del PSUV sea la herramienta para ordenar y concentrar ese debate, de manera democrática y abierta, para poder llegar a conclusiones que encuentren a la mayoría unida en estrategia, en tácticas, en propósitos”. Y allí también planteamos lo que consideramos algunas tareas de ese Congreso, entre otras que ahí mismo señalamos: “Analizar la realidad a la luz de las contradicciones y lucha de clase mundial y nacional, sin dogmas de ningún tipo, sería análisis de la realidad y no de manuales políticos” y también “Con base en ese análisis definir las características del proceso venezolano en correspondencia con la situación mundial”.

En nuestra opinión, el análisis crudo de la realidad nos ayudaría enormemente en la definición de estrategias, tácticas y acciones. La realidad es terca, insuperable, no puede ser encerrada en ninguna teoría, en ningún texto, en ninguna cabeza esclarecida. Sobre todo en lo que se refiere a las transformaciones concretas de esa misma realidad. Es notable cómo alguien tan esclarecido y estudioso como Karl Marx, que tuvo tanto tino en la caracterización general de la sociedad y en sus previsiones universales con respecto al futuro de la Humanidad (sorprende lo atinado y profético que es el Manifiesto Comunista, ni qué decir de esa obra cumbre que es El Capital), pudo errar de manera tan señalada en sus previsiones sobre el futuro del socialismo a partir de la situación mundial en el siglo XIX. Según Marx, el socialismo eclosionaría primero en los países capitalistas industrializados más avanzadas del momento, como Inglaterra y Alemania. Resulta que las primeras victorias de los socialistas se dieron en un país relativamente atrasado, como Rusia, y posteriormente en una sociedad semifeudal, como la china. Es que la realidad no lee libros ni ejerce teorías, más bien es ella la madre nutricia de todo pensamiento, de todo desarrollo teórico. La comprensión de eso es uno de los grandes aciertos del materialismo histórico y de la dialéctica marxista.

Nosotros hemos opinado varias veces en el sentido de que Venezuela vive una situación muy particular. Se trata de un país capitalista con un Estado burgués que se resiste a cambiar, como es natural, gobernado por socialistas revolucionarios, en un mundo dominado ampliamente por el imperialismo y la burguesía ¡Vaya paradojas, si acaso tenemos razón! También pensamos que hay una contradicción principal, en la sociedad planetaria actual, que es la que existe entre el imperialismo, por un lado, y los países y pueblos oprimidos por el otro. Según lo que creemos, a esta contradicción principal deberían supeditarse todas las demás ¿Si esto fuese así, eso no sería un condicionante extraordinario de todas nuestras estrategias, tácticas y acciones? Bienvenido el debate, alabada sea la realidad.



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Néstor Francia


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