Lecciones del 4F

El 4F es una referencia obligada para los estudiosos de las ciencias sociales y políticas. La fecha encierra un cúmulo de información y enseñanzas que son determinantes descifrar para comprender la historia política-social venezolana de los últimos 25 años.

Esta acción armada no fue producto de las ambiciones personales de un grupo de militares, sino consecuencia de las profundas anomalías que el sistema político venezolano (Pacto de Punto Fijo) presentaba.

La sordera del sistema; la sobre estimaciones de los liderazgos de la época; el abandono en que se encontraba el pueblo; y la subestimación de la conciencia política-social de este, fueron el detonante “real” de las actuaciones militares. Así como también, el colapso estrepitoso del sistema representativo-democrático, instaurado con la Constitución del 1961.

A pesar de la evidente la derrota militar, no dejó de ser una victoria política. Ya que es notorio que Venezuela desde ese momento tomó otro rumbo, que se palpa en la madurez política-social que caracteriza a nuestro pueblo hoy en día.

Ahora bien, si algo quedó ratificado en esa oportunidad es que no son los fusiles los que encausan la voluntad del pueblo. Es decir, que a pesar de las penurias que vivía nuestra sociedad, ella no compartió la acción armada para salir del régimen político de la época, entre otras razones porque la conciencia democrática y pacifista arraigada en los venezolanos los lleva a rechazar de manera automática cualquier acción que altere su profundo espíritu democrático.

También queda demostrado que al pueblo no se le puede engañar, que no se le puede subestimar, y que es en él en el que reside la soberanía.

Recodemos que después del 4F los protagonistas del sistema político tomaron un conjunto de medidas superficiales (pañitos de agua tipia) con el propósito de hacer creer a la población que el sistema era capaz de autoregularse y de ser benevolente. De allí el enjuiciamiento de Carlos Andrés Pérez y el indulto a los comandantes del 4F y 27N.

Sin embargo, las cartas ya estaban echadas. El pueblo había asumido que ese sistema no era capaz de subsanar sus penurias, y mucho menos de auto regularse. Que era obligatorio un giro de timón, y que las condiciones estaban dadas democrática y soberanamente, de allí las elecciones de 1998, y la llegada a Miraflores de Hugo Chávez el 2 de febrero de 1999.

Jghuerfano@yahoo.es

(*) Politólogo



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Jiuvant G. Huérfano (*)


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