La mamá de Bernardo Leal

En ocasiones me gusta incursionar por mi biblioteca, un poco para recordar las cosas que he leído y las que me faltan por leer, y otras para encontrar viejos textos en donde siempre hay cosas tan interesantes, que no puede uno evitar detenerse nuevamente en ellas. Aunque mi tiempo es escaso para jorungarla y trato de no hacerlo con regularidad, pues las veces que lo hago, me extasío por horas, bien rememorando cosas que leí mucho tiempo atrás, bien descubriendo cosas nuevas que no recuerdo haber leído. Me hace reír mucho la gente que dice que se ha leído toda su biblioteca. Es un insulto a la inteligencia. En mi caso, he leído muchos de los libros que están allí, otros los he consultado; y otros conozco su contenido, pero no los he leído por muy variadas razones.

Hago el comentario porque traía en mente escribir sobre el 4F, y así, por cosas que a veces no entendemos, me tropecé con uno de los más extraordinarios poemas que he leído en mi vida: el Martín Fierro. Incluso, recuerdo que me aprendí de memoria muchas estrofas para un acto del liceo. Pues saco el libro del estante y la primera estrofa que leí tantos años después fue: “Y guarden estas palabras/ que les digo al terminar:/ en mi obra he de continuar/ hasta dárselas concluida,/ si el ingenio o si la vida no me llegan a faltar”.

Hasta los marxistas creemos en brujos, porque me pregunté cómo es posible que después de leer esa estrofa, a mi mente llegara de inmediato Hugo Chávez. Cuánto se me parece esa estrofa a su destino. Y obviamente que el gran periodista, poeta y político que fue José Hernández, no las escribió pensando en Hugo Chávez, sencillamente porque Hernández murió catorce años antes de culminar el siglo XIX. Pero quién sabe si fuera un preludio, una visión del poeta argentino pensando que cien años después aparecería alguien rescatando las ideas de un majadero como El Libertador. Quién sabe si como un Nostradamus tropical, Hernández vaticinó que 120 años después, un cuatro de febrero, en Venezuela, un toque de diana anunciaba el comienzo de una era emancipadora, el renacimiento de un continente que por 300 años ha estado sometido al designio de los imperios y que lo lidera un hombre que ahora le da una batalla a la muerte, y por el que todos esperamos.

Ese tres de febrero de 1992, me desperté a las diez de la noche, cuando las balas trazadoras disparadas desde el aeropuerto La Carlota, llegaban hasta la ventana de mi cuarto en un piso 18 de un edificio en Los Ruices. Yo era reportero del diario Economía Hoy y cubría la fuente de Miraflores. Así que a la 5:20 de la mañana, tomé mi carro y pasé por el Parque del Este, aún en poder de los alzados. Un teniente con una banda tricolor en el brazo me dio permiso de pasar bajo mi responsabilidad, pues el tiroteo se mantenía en la base aérea Francisco de Miranda en La Carlota. Así que –como reportero- llegué de segundo a Miraflores, después de Luis Alfredo Gómez (El Zorro) a quien le suministraba información desde mi casa para que transmitiera por Radio Rumbos.

Comencé a caminar por el palacio, los últimos alzados se acababan de entregar. Vehículos destrozados, casquillos de balas, vidrios rotos. Nunca olvidaré a Bernardo Leal, un soldado de 19 años que recibió un disparo y sus compañeros lo subieron por las escaleras del edificio administrativo de Miraflores hasta la azotea. Así que encontré el rastro de sangre y lo seguí hasta la azotea. Allí estaba Bernardo, sentado sobre un charco de sangre, había muerto sin conocer los logros de este proceso. En la tapa del bolsillo izquierdo de su camisa militar, la tira manchada de sangre decía LEAL. 20 minutos después llegaron unos soldados y lo bajaron en una camilla. Uno de sus compañeros estaba allí, me dijo que combatió con valentía. A mí me pareció otra muerte inútil para defender un régimen corrupto que se desplomaba, para defender a una dirigencia política que no cree en su país, que no cree en una patria y que tampoco creía en ese soldado. Pero ciertamente, Bernardo no lo sabía. Hoy sería un egresado de la Universidad Bolivariana de Venezuela, o un oficial de las Fuerzas Armadas, tendría una familia con una casa entregada por la Gran Misión Vivienda Venezuela, sus hijos habrían ido a un “Simoncito”, bien alimentados, cada uno con una Canaimita. Estaría becado para hacer cursos de posgrado. Hoy tendría 40 años exactos y todo el aprendizaje para entregarlo a su país. La única vez que lo vi estaba muerto y sin embargo me parece que lo hubiera conocido de siempre porque me dolió mucho ver a ese muchacho y pensar cómo quedaría su madre cuando supo la noticia. Esa misma madre que hoy la habrán atendido en un Centro de Alta tecnología (CAT), esa misma madre que va al Centro de Diagnóstico Integral (CDI) para que le chequeen la tensión, esa misma madre que va a Barrio Adentro para que le den una pastillita para la gripe. Es la misma madre que debe estar recibiendo una pensión del IVSS, porque aunque no la hayan registrado nunca, Chávez dice que tiene derecho.

La señora Leal, debió maldecir mucho a los alzados en armas dirigidos por el Arañero de Sabaneta, aquel 4 de febrero de 1992; muchas mentiras le debieron decir, aunado a ese dolor terrible por la muerte de Bernardo. Hoy quizás entienda las cosas de manera diferente. Entienda por ejemplo que la muerte de Bernardo no fue en balde. Y que hoy estamos construyendo una patria, la patria bonita de la que hablaba Alí, la patria que todos queremos para los venezolanos, dirigidos por aquel hombre que también arriesgo su vida para salvarnos, incluyendo a la mamá de Bernardo Leal.


Caminito de hormigas…

Algunos jefes del Gobierno Nacional, recibieron los detalles de una campaña del enemigo que viene en desarrollo, diseñada en tres etapas: generar discordias internas para romper la homogeneidad, estimular las contradicciones en las regiones y crear focos de violencia para desestabilizar… Me parece que Miguel Cocciola se puede ir despidiendo de su candidatura para la alcaldía de Valencia. Me dan como un hecho que no recibirá el respaldo de Proyecto Venezuela. Y está claro que no ganará solo con los votos de Cuentas Claras… Pero en la alta jerarquía regional del chavismo hay serios problemas para escoger el candidato. Ya tienen claro el alto rechazo de Miguel Flores entre el chavismo votante; y de paso Francisco ve con buenos ojos a un dirigente más sólido, más comprometido y de su más entera confianza. Se está preparando… ¿Alguien podría explicarme como es el tema de los tickets del comedor en la Unefa La Isabelica? Incluso porqué un militar tiene el control sobre ellos y los distribuye de acuerdo a sus intereses… Y además, pregunto, cómo es eso del mal estado de las aulas de clase, falta de iluminación, aires acondicionados dañados y cosas por el estilo… ¿Cómo les parece? El viejo Agüero quiere ser alcalde de Carlos Arvelo. ¡Dios mío!... Dice una encuesta reciente de Carabobo que el Chavismo mantendrá 10 alcaldías, la oposición 2 y Naguanagua y Valencia está indefinida

rafaelolmos101@gmail.com


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Rafael Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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