¿Se acabó el concierto de Juanes y se acabó el debate? Sobre el caso Abreu y la autonomía cultural

La revolución de base se anotó un triunfo. Las redes sociales y el importante espacio de discusión y debate Aporrea.org, fueron factor de vital importancia para que cultores, artesanos, cantores, promotores culturales y trabajadores del arte en general, hicieran fuertes críticas a la posibilidad de que uno de los Uribistas del arte promocionara su “concierto por la paz” en Venezuela acompañado por el sistema de orquestas. Gracias a Aporrea, gracias a los cantores y gracias a Chávez que nos ha dado en tiempos de revolución, una masificación de los centros telemáticos para que no solo sea la burguesía la que acceda a internet y no sean solo los “intelectuales” los que aparezcan usando medios de comunicación masiva. Ahora, el pueblo también tiene acceso a la tecnología, a la informática y a las telecomunicaciones.

Venezuela es hoy por hoy, gracias al estado de bienestar innegable en el que se encuentra, uno de los países de mayor consumo de los súper aparatos que contienen dentro de sí, todos los avances tecnológicos comunicacionales masivos, desde la imprenta y el teléfono, hasta el twiter y el sistema GPS o de posicionamiento global. Esto permitió salirle al paso a las pretensiones de ese “anti nosotros” concierto que pretendían promover las transnacionales del arte

Otro asunto que se dejó colar con este interesante y necesario debate sobre nuestras orquestas (que debemos seguir profundizando) fue notar la diferencia entre la teoría y la práctica cuando la primera no se traduce en consecuencia de la segunda. Toda teoría que no es consecuencia de una PRACTICA corre el riesgo de fenecer como una acción estéril, o cuando menos hipócrita. A propósito de eso, el camarada Clodovaldo Hernández publica un inoportuno artículo titulado “¿Si están en contra del sistema de orquestas por qué no se han entrompado con Chávez?” el cual ha sido re enviado infinidades de veces por La iguana.tv y por el twiter personal de otro camarada: Miguel Ángel Pérez Pirela.

El artículo recurre a una de las conductas propias del liberalismo pequeño burgués que es la defensa de la imagen. Clodovaldo pone en perspectiva que criticar la posibilidad de un concierto con Juanes y Bosé o la propagación del arte centro europeo en detrimento de la cultura nacional es criticar a las orquestas y como Chávez le asigna recursos a las orquestas eso implica meterse con Chávez. Todo, con el fin de contrarrestar las merecidas críticas que despertó Pérez Pirela al defender de forma acrítica al maestro Abreu esgrimiendo que no quería “entrar en detalles” cuando su trabajo en VTV es precisamente eso, entrar en detalles con el slogan “una cosa es lo que dicen los medios y otra es la que piensan, de la segunda nos encargamos nosotros en vuestro cayendo y corriendo”. Si el programa –muy bien conducido por el camarada- es nuestro y está en el canal de todos los venezolanos ¿cuál es el problema de aceptar la crítica?

Pérez Pirela se equivocó al subestimar la posición de los artistas populares, cultores, promotores culturales etc., que consideramos que ya que el sistema recibe los mayores recursos destinados al asunto artístico de Venezuela, nosotros, los dueños de esa riqueza, hagamos un debate sobre eso. Mal puede Pérez Pirela y Clodosvaldo incurrir en una desesperada defensa de la imagen cuando el asunto no los afecta directamente lo cual los convierte en interlocutores no validos.

Si todo el que reciba recursos financieros del comandante, no puede ser criticado porque eso implica criticar propiamente a Chávez, entonces Luis Miquelena y Alfredo Peña deberían seguir en el gobierno, pues el primero fue nada más y nada menos que vicepresidente de la República y el segundo ministro del despacho de la presidencia. La pregunta es: ¿Las críticas que recibieron eran o no justificadas? Entonces cómo es ese chantaje del camarada Clodosvaldo de que si no nos gustan las orquestas tenemos que “entrompar a Chávez”. Chávez es un líder indiscutible de nuestro proceso revolucionario, porque se ha ganado ese lugar en la conciencia del pueblo, el sistema de orquestas es una institución que está siendo objeto de un debate. ¿Cuál es el problema?

En principio, para dar un debate serio sobre el tema debemos dejar de lado tres elementos que matan la discusión:

1.- El maniqueísmo: Un debate que permita discutir el uso de los millonarios recursos del sistema de orquestas, no implica determinar quién es el bueno y quien es el malo. Se trata de que el sistema sea públicamente auditable en lo financiero, en lo político y en lo estético. Nadie tiene nada en contra de las orquestas (a mí en lo particular me gusta la música sinfónica) ni nada contra la persona humana de Abreu. Se trata de discutir objetivamente, la pertinencia de tener un millón de jóvenes y niños estudiando música centro europea, pues el sistema tiene tres subprogramas: El sinfónico, el coral y el de música venezolana. Pero, el segundo y el tercero son un saludo a la bandera para los actos nacionales. La discusión es dónde vamos a invertir los recursos, cuánto cuesta eso realmente y cuál es el saldo para la nación. Así de simple.

Tampoco tenemos nada en contra de Pérez Pirela. El es, en todo caso, un camarada brillante que se puso a opinar emocionalmente sobre un tema que no conoce ignorando sus implicaciones. Se equivocó y punto. Sigamos adelante.

2.-El chantaje emocional: El profesor Silva lo ha dicho reiteradamente. Que a nuestros muchachos los aplaudan de pie en una ovación de quince minutos en Alemania luego de interpretar a Mahler tiene su mérito, sobre todo a nivel de relaciones públicas, pero de allí, a que eso convierta al sistema en nuestros “embajadores culturales” es otra cosa. Embajadores culturales de nosotros son las sardinas de Naiguatá, las voces risueñas de Carayaca, Serenata Guayanesa o los tambores de San Millán. Nuestras orquestas lo serán cuando en las clases de solfeo usen los esquemas rítmicos de nuestra música o cuando aplaudan quince minutos “Genocidio” de Modesta Bor, la Suite Margariteña, o la música impresionista del maestro Casas. Si logramos que a ellos los aplaudan en Alemania y tengamos en Europa un centro de difusión de estudios musicales latinoamericanos y caribeños con la robustez del sistema que estudia la música centro europea en Venezuela, entonces estaremos haciendo una revolución cultural. Aquí no se trata de lo lindos que se ven los niños tocando el violín, porque si, son lindos, pero ese no es el tema, el tema es si nos vamos a dejar imponer una hegemonía cultural en detrimento de la nuestra bajo la égida de que se trata de una “acción social”.

Tampoco sigan cometiendo el error de publicar en la iguana, la foto de Abreu dándole la mano al comandante para amedrentar el debate. Nada de eso. El comandante también le dio la mano a Miquelena, al gordo Rosendo y a otros más. Si hay alguien claro con la naturaleza política del personaje es Chávez. Además, como lo dije en un artículo anterior, yo también le he dado la mano, respeto a Abreu como gerente y como visionario. Pero eso no es una patente para delimitar la discusión o no poder disentir a cerca del uso de los recursos del pueblo. La discusión no es “nosotros contra Abreu” la discusión es entre nosotros para generar alternativas en pro de la independencia cultural. Chávez lo dijo en la primera edición de su programa alo presidente:

“Es el pueblo el que decide, no somos nosotros, no es Chávez el que va a decidir… Son ustedes los que deciden, es el poder popular, es la democracia directa a través de las asambleas populares, a través de la participación. El protagonismo popular”

Mal pueden entonces chantajearnos emocionalmente con la pregunta de Clodosvaldo y retwiteada por Pérez Pirela “¿Si están en contra del sistema de orquestas por qué no se han entrompado con Chávez?”. La respuesta es simple. Primero porque el debate no es contra las orquestas, sino contra la hegemonía cultural centro europea y la necesidad de que el pueblo pueda discutir sobre dónde y cómo deben ser invertidos los recursos y segundo, porque Abreu no es Chávez. La razón por la que se criticó a Pérez Pirela es porque trató de neutralizar un necesario debate entre los cultores, trabajadores del arte y promotores culturales. Eso no le quita su carácter de comunicador social afecto al proceso.

3.-Mantener el nivel del debate: Este tercer punto es la consecuencia de los dos anteriores, si el objetivo es dañar o defender la imagen de alguien, o determinar quien es bueno y el malo, se mata la discusión seria. Vamos a discutir, no apaguemos la llama del debate. El capitalismo nos quitó las plazas públicas, los espacios de discusión, nos quitó la tecnología. En revolución hemos recuperado espacios públicos y masificado la tecnología, aprovechemos eso y vamos a discutir el asunto abiertamente, sin que tengamos que calarnos la foto de Chávez con Abreu como chantaje ni la irrespetuosa frase de que quienes escribimos sobre el tema somos “revolucionarios digitales”. ¿Entonces lo digital es para los escuálidos y los revolucionarios nos vamos a comunicar y a debatir acortando las distancias con clave Morse?

Mi recomendación es dar un gran debate nacional “HACIA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA SOBERANÍA CULTURAL VENEZOLANA LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA” que incluye el tema de las orquestas y muchos otros, pues sin cultura revolucionaria no puede haber revolución posible.

Dejo esta reflexión para los interesados en el debate valiéndome de una frase del poeta “Cheo” Vizcaya: “Si decimos que algo es de todos, cuando lleguen TODOS no podemos molestarnos”



marcosleonardove@yahoo.com

@marcosmelendezm


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